Vinícius de Moraes, poeta hacia un mundo hermoso
Oscar Oriolo
En los años sesenta, Vinícius realizó colaboraciones con muchos cantantes y músicos reconocidos en Brasil, en particular con Toquinho (el colaborador más frecuente de De Moraes y uno de sus grandes amigos).


Nacido en el seno de una familia aficionada a la música, de Moraes comenzó a escribir poesía a una edad temprana. A los 14 años se hizo amigo de los hermanos Paulo y Haroldo Tapajós y compuso con este último Loura ou Morena, su primera canción. En 1929, comenzó a estudiar derecho en Río de Janeiro. A partir de 1932 escribió las letras de diez canciones que fueron grabadas por los hermanos Tapajós. Cuando finalizó sus estudios, publicó sus libros Caminho para a distância (1933) y Forma e exégese. Más tarde (1935) comenzó a trabajar como censor cinematográfico y escribió su tercer libro Ariana, a mulher (1936).

En 1938 de Moraes se instaló en Inglaterra con una beca concedida por el gobierno inglés en la Universidad de Oxford y escribió Novos Poemas. En 1941 volvió a Río y comenzó a escribir críticas de cine en periódicos y revistas. Dos años más tarde se unió al cuerpo diplomático de Brasil y publicó su libro Cinco elegías. En 1946 fue enviado a Los Ángeles como vicecónsul en su primer destino diplomático y publicó su obra Poemas, sonetos e baladas.

Al principio de 1950, de Moraes volvió a Brasil por la muerte de su padre. Su primer samba (compuesto junto con el músico Antônio Maria) fue Quando tu passas por mim y se publicó en 1953. En ese año se trasladó a Francia como segundo secretario de la embajada de Brasil. Su obra de teatro Orfeu da Conceição ganó el Concurso del IV Centenario de São Paulo en 1954. Al año siguiente escribió la letra de algunas de las piezas de música de cámara de Cláudio Santoro. En 1959 Marcel Camus lleva al cine Orfeu da Conceição con el título de Orfeo negro. En esa época de Moraes entra en contacto con Antonio Carlos Jobim, iniciando una amistad y una colaboración que tiempo después, con la incorporación de João Gilberto daría lugar a un movimimento de renovación en la música brasileña. Jobim escribe la música para Se todos fossem iguais a você, Um nome de mulher y otras canciones de la película, grabadas, entre otros, por Luís Bonfá. Orfeo negro ganó el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, la Palma de Oro en el Festival de Cannes y el premio de la Academia Británica. En ese momento era cónsul en Montevideo. Tras un regreso a sus destinos diplomáticos en Francia y Uruguay, publicó sus obras Livro de sonetos y Novos poemas II.

En 1958, la cantante Elizeth Cardoso publicó el disco Canção do amor demais, que marcó el comienzo de la bossa-nova. Este disco sólo contiene composiciones del dúo Jobim-de Moraes, o realizadas por sólo uno de los dos (Canção do amor demais, Luciana, Estrada branca, Chega de saudade, Outra vez...), en una producción que también incluía a João Gilberto en las dos últimas pistas. Tras ese disco, la carrera de todos ellos recibió un gran impulso. Suele decirse que Chega de saudade es el tema que inaugura la bossa nova.

En los años sesenta, Vinícius realizó colaboraciones con muchos cantantes y músicos reconocidos en Brasil, en particular con Toquinho (el colaborador más frecuente de De Moraes y uno de sus grandes amigos). Sus canciones Para uma menina com uma flor y Samba da bênção (con música de Baden Powell) fueron incluidas en la banda sonora de Un homme et une femme (de Claude Lelouch, 1966), película ganadora del Festival de Cannes.

Aparte de sus compañeros brasileños, cientos de intérpretes de muchas nacionalidades y estilos han grabado alguna de sus más de 400 canciones. Entre ellas, sobresale Garota de Ipanema (con música de Tom Jobim) por la incontable cantidad de interpretaciones, versiones, adaptaciones, traducciones y grabaciones de las cuales ha sido objeto. Se estima que es una de las tres canciones más versionadas en la historia de la música contemporánea, junto con Bésame Mucho (de la autoría de la mexicana Consuelo Velázquez) y Yesterday, de Paul McCartney. Tal vez sea debido a la circunstancia de que la poesía de Vinicius está íntimamente ligada a la Bossa Nova y la música popular brasileña, aunado a su estilo de vida, que su obra no goza de la consideración que merece dentro de los círculos intelectuales y el mundo de las letras. Sin embargo, existen varios poetas, escritores, críticos y ensayistas dentro y fuera de Brasil que lo consideran como uno de los tres mayores exponentes de la poesía en lengua portuguesa. Sus poemas logran una armonía y una belleza estética sumamente apreciadas, y el fondo filosófico-romántico en ellos es interpretado como verdaderos atajos para la felicidad. Quizás el mejor ejemplo de lo anterior sea el poema Para viver um grande amor, donde quedan sintetizadas toda la filosofía y la forma poética preferidas por este gran bohemio. Mención aparte merece su enorme atracción hacia las mujeres. Todo parece indicar que contrajo matrimonio en siete ocasiones y procreó diez hijos.

Vinícius de Moraes murió en Río de Janeiro a la edad de 66 años.


Soneto de la desesperación

De repente la risa se hizo llanto,
silencioso y blanco como la bruma;
de las bocas unidas se hizo espuma,
y de las manos dadas se hizo espanto.

De repente la calma se hizo viento
que de los ojos apagó la última llama,
y de la pasión se hizo el presentimiento
y del momento inmóvil se hiso el drama.

De repente, no más que de repente,
se volvió triste lo que fuera amante,
y solitario lo que fuera contento.

El amigo próximo se hizo distante,
la vida se volvió una aventura errante.
De repente, no más que de repente

Poema para todas las mujeres

Sobre tus blancos pechos lloro,
mis lágrimas bajan por tu vientre
y se embriagan del perfume de tu sexo.
¿Mujer, qué máquina eres, que solo me tienes desesperado
confuso, niño para contenerte?
¡Ah, no cierres tus brazos sobre mi tristeza, no!
¡Ah, no abandones tu boca a mi inocencia, no!
Hombre, soy bello, Macho, soy fuerte; poeta soy altísimo
y sólo la pureza me ama y ella es en mí, una ciudad
y tiene allí mil y una puertas.
¡Ay! tus cabellos huelen a la flor del mirto
¡Mejor sería morir o verte muerta
y nunca, nunca más poder tocarte!
Pero, fauno, siento el viento del mar rozarme los brazos
Ángel, siento el calor del viento en las espumas
Pájaro, siento el nido en tu vello
¡Corred, corred, oh lágrimas nostálgicas
ahogadme, sacadme de este tiempo
llevadme hacia el campo de las estrellas
entregadme de prisa a la luna llena
dadme el lento poder del soneto,
dadme la iluminación de las odas
dadme el cantar de los cantares.
Que no puedo más, ¡Ay!¡que esta mujer me devora!
¡que yo quiero huir, quiero a mi mamita,
quiero el regazo de Nuestra Señora!


Ausencia

Dejaré que muera en mí el deseo
de amar tus ojos dulces,
porque nada te podré dar sino la pena
de verme eternamente exhausto.
No obstante, tu presencia es algo
como la luz y la vida.
Siento que en mi gesto está tu gesto
y en mi voz tu voz.
No quiero tenerte porque en mi ser
todo estará terminado.
Sólo quiero que surjas en mí
como la fe en los desesperados,
para que yo pueda llevar una gota de rocío
en esta tierra maldita
que se quedó en mi carne
como un estigma del pasado.
Me quedaré... tu te irás,
apoyarás tu rostro en otro rostro,
tus dedos enlazarán otros dedos
y te desplegarás en la madrugada,
pero no sabrás que fui yo quien te logró,
porque yo fui el amigo más íntimo de la noche,
porque apoyé mi rostro en el rostro de la noche
y escuché tus palabras amorosas,
porque mis dedos enlazaron los dedos
en la niebla suspendidos en el espacio
y acerqué a mí la misteriosa esencia
de tu abandono desordenado.
Me quedaré solo como los veleros
en los puertos silenciosos.
Pero te poseeré más que nadie
porque podré irme
y todos los lamentos del mar,
del viento, del cielo, de las aves,
de las estrellas, serán tu voz presente,
tu voz ausente, tu voz sosegada.

La rosa de Hiroshima

Piensen en la criaturas
Mudas telepáticas
piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero oh no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La antirosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.

 

Mujer al sol

Una mujer al sol es todo mi deseo,
viene del mar, desnuda, con los brazos en cruz
y la flor de los labios abierta para el beso
y en la piel refulgente el polen de la luz.

Una hermosa mujer, los senos en reposo
y caliente de sol, nada más se precisa.
El vientre terso, el pelo húmedo y una sonrisa
en la flor de los labios, abierta para el gozo.

Una mujer al sol sobre quien yo me arroje
y a quien beba y me muerda y con quien me lamente,
y que al someterse se enfurezca y solloce,

e intente rechazarme, y que al sentirme ausente
me busque nuevamente y se quede a dormir
cuando yo, apaciguado, me disponga a partir.





Nacido en el seno de una familia aficionada a la música, de Moraes comenzó a escribir poesía a una edad temprana. A los 14 años se hizo amigo de los hermanos Paulo y Haroldo Tapajós y compuso con este último Loura ou Morena, su primera canción. En 1929, comenzó a estudiar derecho en Río de Janeiro. A partir de 1932 escribió las letras de diez canciones que fueron grabadas por los hermanos Tapajós. Cuando finalizó sus estudios, publicó sus libros Caminho para a distância (1933) y Forma e exégese. Más tarde (1935) comenzó a trabajar como censor cinematográfico y escribió su tercer libro Ariana, a mulher (1936).

En 1938 de Moraes se instaló en Inglaterra con una beca concedida por el gobierno inglés en la Universidad de Oxford y escribió Novos Poemas. En 1941 volvió a Río y comenzó a escribir críticas de cine en periódicos y revistas. Dos años más tarde se unió al cuerpo diplomático de Brasil y publicó su libro Cinco elegías. En 1946 fue enviado a Los Ángeles como vicecónsul en su primer destino diplomático y publicó su obra Poemas, sonetos e baladas.

Al principio de 1950, de Moraes volvió a Brasil por la muerte de su padre. Su primer samba (compuesto junto con el músico Antônio Maria) fue Quando tu passas por mim y se publicó en 1953. En ese año se trasladó a Francia como segundo secretario de la embajada de Brasil. Su obra de teatro Orfeu da Conceição ganó el Concurso del IV Centenario de São Paulo en 1954. Al año siguiente escribió la letra de algunas de las piezas de música de cámara de Cláudio Santoro. En 1959 Marcel Camus lleva al cine Orfeu da Conceição con el título de Orfeo negro. En esa época de Moraes entra en contacto con Antonio Carlos Jobim, iniciando una amistad y una colaboración que tiempo después, con la incorporación de João Gilberto daría lugar a un movimimento de renovación en la música brasileña. Jobim escribe la música para Se todos fossem iguais a você, Um nome de mulher y otras canciones de la película, grabadas, entre otros, por Luís Bonfá. Orfeo negro ganó el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, la Palma de Oro en el Festival de Cannes y el premio de la Academia Británica. En ese momento era cónsul en Montevideo. Tras un regreso a sus destinos diplomáticos en Francia y Uruguay, publicó sus obras Livro de sonetos y Novos poemas II.

En 1958, la cantante Elizeth Cardoso publicó el disco Canção do amor demais, que marcó el comienzo de la bossa-nova. Este disco sólo contiene composiciones del dúo Jobim-de Moraes, o realizadas por sólo uno de los dos (Canção do amor demais, Luciana, Estrada branca, Chega de saudade, Outra vez...), en una producción que también incluía a João Gilberto en las dos últimas pistas. Tras ese disco, la carrera de todos ellos recibió un gran impulso. Suele decirse que Chega de saudade es el tema que inaugura la bossa nova.

En los años sesenta, Vinícius realizó colaboraciones con muchos cantantes y músicos reconocidos en Brasil, en particular con Toquinho (el colaborador más frecuente de De Moraes y uno de sus grandes amigos). Sus canciones Para uma menina com uma flor y Samba da bênção (con música de Baden Powell) fueron incluidas en la banda sonora de Un homme et une femme (de Claude Lelouch, 1966), película ganadora del Festival de Cannes.

Aparte de sus compañeros brasileños, cientos de intérpretes de muchas nacionalidades y estilos han grabado alguna de sus más de 400 canciones. Entre ellas, sobresale Garota de Ipanema (con música de Tom Jobim) por la incontable cantidad de interpretaciones, versiones, adaptaciones, traducciones y grabaciones de las cuales ha sido objeto. Se estima que es una de las tres canciones más versionadas en la historia de la música contemporánea, junto con Bésame Mucho (de la autoría de la mexicana Consuelo Velázquez) y Yesterday, de Paul McCartney. Tal vez sea debido a la circunstancia de que la poesía de Vinicius está íntimamente ligada a la Bossa Nova y la música popular brasileña, aunado a su estilo de vida, que su obra no goza de la consideración que merece dentro de los círculos intelectuales y el mundo de las letras. Sin embargo, existen varios poetas, escritores, críticos y ensayistas dentro y fuera de Brasil que lo consideran como uno de los tres mayores exponentes de la poesía en lengua portuguesa. Sus poemas logran una armonía y una belleza estética sumamente apreciadas, y el fondo filosófico-romántico en ellos es interpretado como verdaderos atajos para la felicidad. Quizás el mejor ejemplo de lo anterior sea el poema Para viver um grande amor, donde quedan sintetizadas toda la filosofía y la forma poética preferidas por este gran bohemio. Mención aparte merece su enorme atracción hacia las mujeres. Todo parece indicar que contrajo matrimonio en siete ocasiones y procreó diez hijos.

Vinícius de Moraes murió en Río de Janeiro a la edad de 66 años.


Soneto de la desesperación

De repente la risa se hizo llanto,
silencioso y blanco como la bruma;
de las bocas unidas se hizo espuma,
y de las manos dadas se hizo espanto.

De repente la calma se hizo viento
que de los ojos apagó la última llama,
y de la pasión se hizo el presentimiento
y del momento inmóvil se hiso el drama.

De repente, no más que de repente,
se volvió triste lo que fuera amante,
y solitario lo que fuera contento.

El amigo próximo se hizo distante,
la vida se volvió una aventura errante.
De repente, no más que de repente

Poema para todas las mujeres

Sobre tus blancos pechos lloro,
mis lágrimas bajan por tu vientre
y se embriagan del perfume de tu sexo.
¿Mujer, qué máquina eres, que solo me tienes desesperado
confuso, niño para contenerte?
¡Ah, no cierres tus brazos sobre mi tristeza, no!
¡Ah, no abandones tu boca a mi inocencia, no!
Hombre, soy bello, Macho, soy fuerte; poeta soy altísimo
y sólo la pureza me ama y ella es en mí, una ciudad
y tiene allí mil y una puertas.
¡Ay! tus cabellos huelen a la flor del mirto
¡Mejor sería morir o verte muerta
y nunca, nunca más poder tocarte!
Pero, fauno, siento el viento del mar rozarme los brazos
Ángel, siento el calor del viento en las espumas
Pájaro, siento el nido en tu vello
¡Corred, corred, oh lágrimas nostálgicas
ahogadme, sacadme de este tiempo
llevadme hacia el campo de las estrellas
entregadme de prisa a la luna llena
dadme el lento poder del soneto,
dadme la iluminación de las odas
dadme el cantar de los cantares.
Que no puedo más, ¡Ay!¡que esta mujer me devora!
¡que yo quiero huir, quiero a mi mamita,
quiero el regazo de Nuestra Señora!


Ausencia

Dejaré que muera en mí el deseo
de amar tus ojos dulces,
porque nada te podré dar sino la pena
de verme eternamente exhausto.
No obstante, tu presencia es algo
como la luz y la vida.
Siento que en mi gesto está tu gesto
y en mi voz tu voz.
No quiero tenerte porque en mi ser
todo estará terminado.
Sólo quiero que surjas en mí
como la fe en los desesperados,
para que yo pueda llevar una gota de rocío
en esta tierra maldita
que se quedó en mi carne
como un estigma del pasado.
Me quedaré... tu te irás,
apoyarás tu rostro en otro rostro,
tus dedos enlazarán otros dedos
y te desplegarás en la madrugada,
pero no sabrás que fui yo quien te logró,
porque yo fui el amigo más íntimo de la noche,
porque apoyé mi rostro en el rostro de la noche
y escuché tus palabras amorosas,
porque mis dedos enlazaron los dedos
en la niebla suspendidos en el espacio
y acerqué a mí la misteriosa esencia
de tu abandono desordenado.
Me quedaré solo como los veleros
en los puertos silenciosos.
Pero te poseeré más que nadie
porque podré irme
y todos los lamentos del mar,
del viento, del cielo, de las aves,
de las estrellas, serán tu voz presente,
tu voz ausente, tu voz sosegada.

La rosa de Hiroshima

Piensen en la criaturas
Mudas telepáticas
piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero oh no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La antirosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.

 

Mujer al sol

Una mujer al sol es todo mi deseo,
viene del mar, desnuda, con los brazos en cruz
y la flor de los labios abierta para el beso
y en la piel refulgente el polen de la luz.

Una hermosa mujer, los senos en reposo
y caliente de sol, nada más se precisa.
El vientre terso, el pelo húmedo y una sonrisa
en la flor de los labios, abierta para el gozo.

Una mujer al sol sobre quien yo me arroje
y a quien beba y me muerda y con quien me lamente,
y que al someterse se enfurezca y solloce,

e intente rechazarme, y que al sentirme ausente
me busque nuevamente y se quede a dormir
cuando yo, apaciguado, me disponga a partir.






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