Recuperación de la Cuarentena Económica
Julián Denaro (*)
Como consecuencia de la Pandemia ya se habrían perdido 900.000 puestos de trabajo en Argentina, menos que los 40 millones de Estados Unidos de Norteamérica, pero un número que asusta.


La Economía Mundial está en una profunda recesión, en términos globales y en todos los análisis particulares para cada país. Qué lo ocasionó? La Pandemia del Coronavirus. La veloz propagación y multiplicación de enfermos y muertos detuvo la actividad y causó pánico en muchos países, aún los desarrollados, que vieron su sistema de salud colapsado, tras lo que prácticamente todas las ramas de la actividad fueron víctimas de este parate. El temor, la consciencia, el resguardo, la precaución, el pánico, son múltiples causas del cese de actividades.

En Argentina, se ha decidido desde el Estado, un Aislamiento Social Preventivo, para evitar un descontrolado número de infectados, que hubiese sobrecargado nuestro sistema de salud y hubiese causado un pavoroso número de fallecidos. Pero el efecto sobre la economía fue el mismo, una recesión brutal. Es imperioso aclarar que la afección sobre la economía era inevitable, por lo cual había que elegir si se paraba a consecuencia de los muertos y enfermos, o si se discontinuaba la actividad por prevención para evitar las pérdidas humanas y los sufrimientos. Se eligió esto último, y vale la pena tenerlo presente para que no asociemos a la recesión con la cuarentena, ya que corresponde asociarla con la pandemia como la verdadera causa.

Como consecuencia de la Pandemia ya se habrían perdido 900.000 puestos de trabajo en Argentina, menos que los 40 millones de Estados Unidos de Norteamérica, pero un número que asusta. Y esto viene a continuar la destrucción de la industria y el empleo que fue deglutida por el auge del Modelo de Especulación Financiera que rigió durante la presidencia de Macri, que ya había elevado el desempleo desde el 5,5% al 11%. Pero esa Bicicleta Financiera que sirvió para que unos pocos se enriquezcan, generó un endeudamiento que dejó al País en Cesación de Pagos (Default) y con un enorme peso financiero de compromisos a pagar en cada presupuesto anual.

Lo antedicho viene a significar que de la Recaudación del Estado, hay que asignar un elevado porcentaje al pago de deuda, quedando menos disponible para la Inversión Social, que es Seguridad Social, Salud, Educación, Ciencia y Técnica, Transporte, Turismo, Agua Potable, Alcantarillado, Vivienda, Urbanismo, Energía, Combustible, etcétera. Como se ve, es imprescindible solucionar el problema de la deuda por varias razones. La imprevisibilidad resultante ocasionaría una fragilidad incontrolable en el mercado de divisas, que provocaría una peligrosa suba del dólar, que ha sido el motivo inflacionario por excelencia de los últimos treinta años, gatillando un incremento de precios que incrementaría la pobreza.

En este escenario, está prohibido olvidar ni por un momento que hay que investigar el modo en que unos pocos se enriquecieron, provocando pobreza, desdicha y endeudamiento al conjunto del pueblo. No es justo que el conjunto del pueblo argentino pague una deuda que sólo sirvió para engordar los capitales especulativos que se fugaron del país, arrasando la industria, el empleo y la situación financiera de nuestra Nación. Sin embargo, mientras tanto hay que evitar causas de malestares mayores, y por eso se está por conseguir un acuerdo con los acreedores externos.

Argentina había ofrecido, proponiendo quitas sobre intereses y postergación de vencimientos, acordar por un 40% de los valores nominales, solicitando un 60% de quita. Los acreedores habían iniciado las negociaciones aceptando las condiciones impartidas por Argentina, pero ofreciendo sólo un 35% de quita, y por ende reclamando una reestructuración al 65% de los valores nominales.

Es oportuno volver a aclarar que la compra de Bonos que efectuaron estos colocadores de capital financiero, fue desarrollada en situaciones altamente riesgosas. Esto es evidente por las altísimas tasas de interés que ofrecían estos bonos, y porque en el mundo se sabía que Macri era el presidente más corrupto del mundo, que había agigantado la deuda externa de nuestro país a la mayor velocidad que se recuerde jamás. Entonces, algún nivel de complicidad hubo en los acreedores para la generación y multiplicación de nuestra deuda, y por eso mismo el FMI apoya enfáticamente a la Argentina en esta negociación. Además, porque Argentina es el principal deudor del Fondo, y recordando que cuando empezó el gobierno de Macri, la deuda con el FMI no existía desde hacía diez años, habiendo sido contraída en tan sólo un año, y constituyendo el mayor préstamo del organismo en toda su historia desde 1945.

Pues bien, es esperable que se llegue a un acuerdo en la zona del 50% de quita, lo cual, como se viene pensando, traería confianza, estabilidad, previsibilidad y calma en el mercado cambiario. Al tranquilizarse el precio del dólar, la principal causa inflacionaria de los últimos treinta años, también habrá de hacerlo la formación especulativa de precios, y la planificación de una puesta en marcha de la economía se vuelve más factible, creíble y, utilizando términos adecuados, sustentable.

Pero claro, para hablar de sustentabilidad, hay que organizar la economía con sabiduría. Es cierto que desde que volvió a iniciarse un Modelo Productivo, Industrial, Tecnológico y Científico el 10 de diciembre pasado, dando por terminado el Modelo de Valorización Financiera que Endeuda sin freno y sin pausa, se restablecieron condiciones primordiales. Los Ministerios de Trabajo, Ciencia y Técnica volvieron al rango que les corresponde, luego de haber sido bajados al nivel de Secretaría durante el gobierno de Macri. El Estado vuelve a recaudar por el Comercio Exterior, cosa que había sido reducida a su mínima expresión desde la asunción de Macri. Y se bajaron las tasas de interés que engordan los capitales financieros pero detienen el fluir de la economía real. Pero hay mucho más por hacer.

Una cuestión es que la industria que levantó el Modelo Nacional y Popular desde el 2003 hasta el 2015 había sido reducida a una actividad del 50%, por lo que al poner en marcha una capacidad ociosa tan significativa, se supone que la actividad tiene posibilidades de recuperarse a gran velocidad, como lo hiciera desde la salida de la Convertibilidad desde enero de 2002. Pero no podemos olvidar algunos inconvenientes que genera el crecimiento. Cuando se mejora el empleo, el poder adquisitivo del consumo, y se pone en marcha la industria, se comienza a elevar la demanda de importaciones. Entonces, es imprescindible planificar un esquema de recuperación en el cual nuestras exportaciones con valor agregado y nuestras inversiones en la matriz energética, nos generen las divisas necesarias para el gasto en importaciones. Y la estructura tributaria del Estado debe ser más progresiva, porque los sectores más ricos del país no pagan impuestos con la proporción de las demás capas de nuestra sociedad. Esto traerá una sociedad más justa que además obtendrá la financiación que necesita para incrementar la Inversión Social y conseguir el desarrollo anhelado, en una Patria desendeudada, soberana y estratégicamente insertada en el mundo productivo que seguirá combatiendo las desigualdades.



(*) Economista (UBA), Columnista Económico en Televisión y Radio, Profesor en Universidades Nacionales (UBA y UNLAM), Doctorando en Ciencias Económicas en UNLAM y terminando la Licenciatura en Psicología en la UBA. Autor de seis libros, siendo los dos últimos “Del país dividido a la revolución cultural” (2017) y “Argentina entre las disputas de poder 2012-2019” (2019)

La Economía Mundial está en una profunda recesión, en términos globales y en todos los análisis particulares para cada país. Qué lo ocasionó? La Pandemia del Coronavirus. La veloz propagación y multiplicación de enfermos y muertos detuvo la actividad y causó pánico en muchos países, aún los desarrollados, que vieron su sistema de salud colapsado, tras lo que prácticamente todas las ramas de la actividad fueron víctimas de este parate. El temor, la consciencia, el resguardo, la precaución, el pánico, son múltiples causas del cese de actividades.

En Argentina, se ha decidido desde el Estado, un Aislamiento Social Preventivo, para evitar un descontrolado número de infectados, que hubiese sobrecargado nuestro sistema de salud y hubiese causado un pavoroso número de fallecidos. Pero el efecto sobre la economía fue el mismo, una recesión brutal. Es imperioso aclarar que la afección sobre la economía era inevitable, por lo cual había que elegir si se paraba a consecuencia de los muertos y enfermos, o si se discontinuaba la actividad por prevención para evitar las pérdidas humanas y los sufrimientos. Se eligió esto último, y vale la pena tenerlo presente para que no asociemos a la recesión con la cuarentena, ya que corresponde asociarla con la pandemia como la verdadera causa.

Como consecuencia de la Pandemia ya se habrían perdido 900.000 puestos de trabajo en Argentina, menos que los 40 millones de Estados Unidos de Norteamérica, pero un número que asusta. Y esto viene a continuar la destrucción de la industria y el empleo que fue deglutida por el auge del Modelo de Especulación Financiera que rigió durante la presidencia de Macri, que ya había elevado el desempleo desde el 5,5% al 11%. Pero esa Bicicleta Financiera que sirvió para que unos pocos se enriquezcan, generó un endeudamiento que dejó al País en Cesación de Pagos (Default) y con un enorme peso financiero de compromisos a pagar en cada presupuesto anual.

Lo antedicho viene a significar que de la Recaudación del Estado, hay que asignar un elevado porcentaje al pago de deuda, quedando menos disponible para la Inversión Social, que es Seguridad Social, Salud, Educación, Ciencia y Técnica, Transporte, Turismo, Agua Potable, Alcantarillado, Vivienda, Urbanismo, Energía, Combustible, etcétera. Como se ve, es imprescindible solucionar el problema de la deuda por varias razones. La imprevisibilidad resultante ocasionaría una fragilidad incontrolable en el mercado de divisas, que provocaría una peligrosa suba del dólar, que ha sido el motivo inflacionario por excelencia de los últimos treinta años, gatillando un incremento de precios que incrementaría la pobreza.

En este escenario, está prohibido olvidar ni por un momento que hay que investigar el modo en que unos pocos se enriquecieron, provocando pobreza, desdicha y endeudamiento al conjunto del pueblo. No es justo que el conjunto del pueblo argentino pague una deuda que sólo sirvió para engordar los capitales especulativos que se fugaron del país, arrasando la industria, el empleo y la situación financiera de nuestra Nación. Sin embargo, mientras tanto hay que evitar causas de malestares mayores, y por eso se está por conseguir un acuerdo con los acreedores externos.

Argentina había ofrecido, proponiendo quitas sobre intereses y postergación de vencimientos, acordar por un 40% de los valores nominales, solicitando un 60% de quita. Los acreedores habían iniciado las negociaciones aceptando las condiciones impartidas por Argentina, pero ofreciendo sólo un 35% de quita, y por ende reclamando una reestructuración al 65% de los valores nominales.

Es oportuno volver a aclarar que la compra de Bonos que efectuaron estos colocadores de capital financiero, fue desarrollada en situaciones altamente riesgosas. Esto es evidente por las altísimas tasas de interés que ofrecían estos bonos, y porque en el mundo se sabía que Macri era el presidente más corrupto del mundo, que había agigantado la deuda externa de nuestro país a la mayor velocidad que se recuerde jamás. Entonces, algún nivel de complicidad hubo en los acreedores para la generación y multiplicación de nuestra deuda, y por eso mismo el FMI apoya enfáticamente a la Argentina en esta negociación. Además, porque Argentina es el principal deudor del Fondo, y recordando que cuando empezó el gobierno de Macri, la deuda con el FMI no existía desde hacía diez años, habiendo sido contraída en tan sólo un año, y constituyendo el mayor préstamo del organismo en toda su historia desde 1945.

Pues bien, es esperable que se llegue a un acuerdo en la zona del 50% de quita, lo cual, como se viene pensando, traería confianza, estabilidad, previsibilidad y calma en el mercado cambiario. Al tranquilizarse el precio del dólar, la principal causa inflacionaria de los últimos treinta años, también habrá de hacerlo la formación especulativa de precios, y la planificación de una puesta en marcha de la economía se vuelve más factible, creíble y, utilizando términos adecuados, sustentable.

Pero claro, para hablar de sustentabilidad, hay que organizar la economía con sabiduría. Es cierto que desde que volvió a iniciarse un Modelo Productivo, Industrial, Tecnológico y Científico el 10 de diciembre pasado, dando por terminado el Modelo de Valorización Financiera que Endeuda sin freno y sin pausa, se restablecieron condiciones primordiales. Los Ministerios de Trabajo, Ciencia y Técnica volvieron al rango que les corresponde, luego de haber sido bajados al nivel de Secretaría durante el gobierno de Macri. El Estado vuelve a recaudar por el Comercio Exterior, cosa que había sido reducida a su mínima expresión desde la asunción de Macri. Y se bajaron las tasas de interés que engordan los capitales financieros pero detienen el fluir de la economía real. Pero hay mucho más por hacer.

Una cuestión es que la industria que levantó el Modelo Nacional y Popular desde el 2003 hasta el 2015 había sido reducida a una actividad del 50%, por lo que al poner en marcha una capacidad ociosa tan significativa, se supone que la actividad tiene posibilidades de recuperarse a gran velocidad, como lo hiciera desde la salida de la Convertibilidad desde enero de 2002. Pero no podemos olvidar algunos inconvenientes que genera el crecimiento. Cuando se mejora el empleo, el poder adquisitivo del consumo, y se pone en marcha la industria, se comienza a elevar la demanda de importaciones. Entonces, es imprescindible planificar un esquema de recuperación en el cual nuestras exportaciones con valor agregado y nuestras inversiones en la matriz energética, nos generen las divisas necesarias para el gasto en importaciones. Y la estructura tributaria del Estado debe ser más progresiva, porque los sectores más ricos del país no pagan impuestos con la proporción de las demás capas de nuestra sociedad. Esto traerá una sociedad más justa que además obtendrá la financiación que necesita para incrementar la Inversión Social y conseguir el desarrollo anhelado, en una Patria desendeudada, soberana y estratégicamente insertada en el mundo productivo que seguirá combatiendo las desigualdades.



(*) Economista (UBA), Columnista Económico en Televisión y Radio, Profesor en Universidades Nacionales (UBA y UNLAM), Doctorando en Ciencias Económicas en UNLAM y terminando la Licenciatura en Psicología en la UBA. Autor de seis libros, siendo los dos últimos “Del país dividido a la revolución cultural” (2017) y “Argentina entre las disputas de poder 2012-2019” (2019)


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