Palestina, la Nakba continúa
Paula Cortés
El 2022 marca una aceleración e incremento de la violencia, que podríamos calificar de terrorismo de estado por parte de la potencia colonizadora, Israel...



A pocos días para que finalice el año 2022 y habiendo terminado un mundial de fútbol que puso ante los ojos del mundo entero los vibrantes colores de la bandera palestina en cada estadio como reivindicación, no solo de una lucha justa por la autodeterminación de un pueblo y contra la ocupación más larga de la era contemporánea, sino también de que los gobiernos árabes no representan, necesariamente, a sus pueblos, nos encontramos con que conforme pasan los años, la desgarradora realidad que padece el pueblo palestino sigue siendo flagrantemente ignorada por el Occidente Central y profundizada tanto por la potencia ocupante, Israel, como por los promotores y socios de este último.

Mientras con escasa vergüenza, el lunes 12 de diciembre, el portavoz del Departamento de Estado, de los EE.UU. Ned Price, ha declarado, en una rueda de prensa en Washington, a raíz del infame y cobarde asesinato de una adolescente palestina cuando se encontraba en la terraza de su casa, que espera “ver responsabilidad” por la “trágica” muerte de la joven Jana Majdi Esam Zakarna, y sigue: “Tenemos en cuenta que su trágica muerte se produce en el contexto de la escalada de violencia en Cisjordania que llevamos observando y lamentando desde hace algún tiempo”. Price hace gala de la conocida gimnasia verbal que caracteriza a los verdugos para culpar a las víctimas de los crímenes del victimario.

Semejante impudicia la vienen sufriendo los y las palestinas desde que su territorio fue invadido, sus hogares saqueados, sus bienes comunes robados y su imagen vituperada, convirtiéndolos desde la narrativa occidental en terroristas por negarse a ser masacrados sin resistir.

Mientras en las cárceles israelíes hay, al día de hoy, 4760 prisioneros y prisioneras políticas, de los cuales 160 son niñas y niños y el ejército de ocupación lleva en lo que va del año más de 230 personas palestinas asesinadas — el número sube todos los días- los cadáveres se apilan en el rincón más oscuro de la conciencia de la mal llamada Comunidad Internacional.

Este fue el caso de Sherine Abu Akleh, corresponsal de la cadena catarí Al Jazeera, de 51 años, asesinada por el ejercito israelí, tras recibir un disparo en la cabeza mientras informaba sobre una incursión de las fuerzas de ocupación israelíes en la ciudad de Jenín, en Cisjordania Ocupada. Sherine, poseía tanto la ciudadanía palestina como la estadounidense.

A pesar del escándalo público que suscitó su vil asesinato y los posteriores acontecimientos del viernes 13, cuando estaba prevista la procesión que partía desde el hospital ubicado en el barrio de Sheij Jarrah, en Jerusalén Este Ocupada, (Al Quds, su nombre en árabe), rumbo a la catedral de la Anunciación de la Virgen en la Ciudad Vieja, donde se celebraría el servicio fúnebre, miles de personas se congregaron para acompañar y asistir a las exequias. Sin embargo, la policía israelí desató una salvaje represión y empezó a cerrar las rutas y caminos hacia el hospital desde el que tenía que arrancar el cortejo fúnebre donde la gente empezó a concentrarse. En los videos que se viralizaron como un reguero de pólvora en las redes sociales, se pudo asistir con espanto, como las fuerzas represivas del estado ocupante, golpearon a quienes portaban el féretro de Abu Akleh, provocando que casi se cayera al suelo. Dias después, la corte militar encargada de enjuiciar a la población palestina en los territorios ocupados, arrestó a uno de los jóvenes palestinos que cargaba el ataúd de Sherine, por el único crimen de haber resistido los golpes de porras que recibió enla nuca. El asesinato de Sherine continúa impune.

Sherine es, quizás, por haber sido un crimen atroz que tomó carácter público, un caso emblemático de la violencia endémica de las políticas de estado que viene llevando a cabo Israel por más de 70 años sobre la población palestina.

Foto: Valeria Cortés

No obstante, el día 15 de este mes, expertos en derechos humanos de la ONU, denunciaron que este año ha marcado un aumento alarmante de palestinos y palestinas asesinadas por fuerzas israelíes en los territorios de la Cisjordania Ocupada, siendo la cifra más alta desde que en 2005 Naciones Unidas iniciara un registro sistemático de estos crímenes, entre las víctimas se encuentran 33 niños, y al menos dos asesinadas por colonos israelíes.

Los relatores de la ONU para los TPO o Territorios Palestinos Ocupados: Francesca Albanese, Morris Tiball-Binz y Clément Voule, elevaron también la denuncia sobre cómo; ”¿ “colonos armados y enmascarados están atacando a palestinos en sus hogares y a niños en su camino a la escuela, destruyendo propiedades, quemando campos de olivos y aterrorizando a comunidades enteras con completa impunidad”.

También hacen hincapié sobre la operatoria y que el apoyo que reciben las turbas de colonos son frecuentemente facilitados por fuerzas israelíes, siendo durante estos ataques, también participes directos, acrecentando la total impunidad de la que gozan, tanto los colonos ilegales, como las fuerzas ocupantes. Asimismo, enfatizaron que las brutales agresiones contra las y los palestinos que no representen una amenaza directa a la vida o la integridad física serán considerados ejecuciones arbitrarias, en violación de la Cuarta Convención de Ginebra y el Estatuto de Roma, de los cuales irónicamente, Israel es firmante y suscriptor.

El 2022 marca una aceleración e incremento de la violencia, que podríamos calificar de terrorismo de estado por parte de la potencia colonizadora, Israel, que según los últimos informes de Human Rights Watch, Amnistía Internacional y B Tselem califican de régimen de Apartheid, ya que es el sexto año consecutivo en el que estas agresiones han crecido de manera exponencial. La nota oficial por parte de los relatores de la ONU, recordó a Israel que “a la espera de que ponga fin a su ocupación ilegal, debe tratar a los palestinos como personas que merecen protección, no como enemigos o terroristas”.

Este año que finaliza, profundiza aún más, si esto es posible, un camino hacia el extremismo de derecha en la política israelí, el ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y sus aliados ultra ortodoxos de extrema derecha consiguieron la mayoría absoluta en las elecciones legislativas, permitiéndole un sexto mandato. Solo resta saber cómo acompañaremos a las y los palestinos en su legítimo recamo, lo que piensan hacer Israel y sus aliados ya está a plena luz del día desde hace 74 años.



 


A pocos días para que finalice el año 2022 y habiendo terminado un mundial de fútbol que puso ante los ojos del mundo entero los vibrantes colores de la bandera palestina en cada estadio como reivindicación, no solo de una lucha justa por la autodeterminación de un pueblo y contra la ocupación más larga de la era contemporánea, sino también de que los gobiernos árabes no representan, necesariamente, a sus pueblos, nos encontramos con que conforme pasan los años, la desgarradora realidad que padece el pueblo palestino sigue siendo flagrantemente ignorada por el Occidente Central y profundizada tanto por la potencia ocupante, Israel, como por los promotores y socios de este último.

Mientras con escasa vergüenza, el lunes 12 de diciembre, el portavoz del Departamento de Estado, de los EE.UU. Ned Price, ha declarado, en una rueda de prensa en Washington, a raíz del infame y cobarde asesinato de una adolescente palestina cuando se encontraba en la terraza de su casa, que espera “ver responsabilidad” por la “trágica” muerte de la joven Jana Majdi Esam Zakarna, y sigue: “Tenemos en cuenta que su trágica muerte se produce en el contexto de la escalada de violencia en Cisjordania que llevamos observando y lamentando desde hace algún tiempo”. Price hace gala de la conocida gimnasia verbal que caracteriza a los verdugos para culpar a las víctimas de los crímenes del victimario.

Semejante impudicia la vienen sufriendo los y las palestinas desde que su territorio fue invadido, sus hogares saqueados, sus bienes comunes robados y su imagen vituperada, convirtiéndolos desde la narrativa occidental en terroristas por negarse a ser masacrados sin resistir.

Mientras en las cárceles israelíes hay, al día de hoy, 4760 prisioneros y prisioneras políticas, de los cuales 160 son niñas y niños y el ejército de ocupación lleva en lo que va del año más de 230 personas palestinas asesinadas — el número sube todos los días- los cadáveres se apilan en el rincón más oscuro de la conciencia de la mal llamada Comunidad Internacional.

Este fue el caso de Sherine Abu Akleh, corresponsal de la cadena catarí Al Jazeera, de 51 años, asesinada por el ejercito israelí, tras recibir un disparo en la cabeza mientras informaba sobre una incursión de las fuerzas de ocupación israelíes en la ciudad de Jenín, en Cisjordania Ocupada. Sherine, poseía tanto la ciudadanía palestina como la estadounidense.

A pesar del escándalo público que suscitó su vil asesinato y los posteriores acontecimientos del viernes 13, cuando estaba prevista la procesión que partía desde el hospital ubicado en el barrio de Sheij Jarrah, en Jerusalén Este Ocupada, (Al Quds, su nombre en árabe), rumbo a la catedral de la Anunciación de la Virgen en la Ciudad Vieja, donde se celebraría el servicio fúnebre, miles de personas se congregaron para acompañar y asistir a las exequias. Sin embargo, la policía israelí desató una salvaje represión y empezó a cerrar las rutas y caminos hacia el hospital desde el que tenía que arrancar el cortejo fúnebre donde la gente empezó a concentrarse. En los videos que se viralizaron como un reguero de pólvora en las redes sociales, se pudo asistir con espanto, como las fuerzas represivas del estado ocupante, golpearon a quienes portaban el féretro de Abu Akleh, provocando que casi se cayera al suelo. Dias después, la corte militar encargada de enjuiciar a la población palestina en los territorios ocupados, arrestó a uno de los jóvenes palestinos que cargaba el ataúd de Sherine, por el único crimen de haber resistido los golpes de porras que recibió enla nuca. El asesinato de Sherine continúa impune.

Sherine es, quizás, por haber sido un crimen atroz que tomó carácter público, un caso emblemático de la violencia endémica de las políticas de estado que viene llevando a cabo Israel por más de 70 años sobre la población palestina.

Foto: Valeria Cortés

No obstante, el día 15 de este mes, expertos en derechos humanos de la ONU, denunciaron que este año ha marcado un aumento alarmante de palestinos y palestinas asesinadas por fuerzas israelíes en los territorios de la Cisjordania Ocupada, siendo la cifra más alta desde que en 2005 Naciones Unidas iniciara un registro sistemático de estos crímenes, entre las víctimas se encuentran 33 niños, y al menos dos asesinadas por colonos israelíes.

Los relatores de la ONU para los TPO o Territorios Palestinos Ocupados: Francesca Albanese, Morris Tiball-Binz y Clément Voule, elevaron también la denuncia sobre cómo; ”¿ “colonos armados y enmascarados están atacando a palestinos en sus hogares y a niños en su camino a la escuela, destruyendo propiedades, quemando campos de olivos y aterrorizando a comunidades enteras con completa impunidad”.

También hacen hincapié sobre la operatoria y que el apoyo que reciben las turbas de colonos son frecuentemente facilitados por fuerzas israelíes, siendo durante estos ataques, también participes directos, acrecentando la total impunidad de la que gozan, tanto los colonos ilegales, como las fuerzas ocupantes. Asimismo, enfatizaron que las brutales agresiones contra las y los palestinos que no representen una amenaza directa a la vida o la integridad física serán considerados ejecuciones arbitrarias, en violación de la Cuarta Convención de Ginebra y el Estatuto de Roma, de los cuales irónicamente, Israel es firmante y suscriptor.

El 2022 marca una aceleración e incremento de la violencia, que podríamos calificar de terrorismo de estado por parte de la potencia colonizadora, Israel, que según los últimos informes de Human Rights Watch, Amnistía Internacional y B Tselem califican de régimen de Apartheid, ya que es el sexto año consecutivo en el que estas agresiones han crecido de manera exponencial. La nota oficial por parte de los relatores de la ONU, recordó a Israel que “a la espera de que ponga fin a su ocupación ilegal, debe tratar a los palestinos como personas que merecen protección, no como enemigos o terroristas”.

Este año que finaliza, profundiza aún más, si esto es posible, un camino hacia el extremismo de derecha en la política israelí, el ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y sus aliados ultra ortodoxos de extrema derecha consiguieron la mayoría absoluta en las elecciones legislativas, permitiéndole un sexto mandato. Solo resta saber cómo acompañaremos a las y los palestinos en su legítimo recamo, lo que piensan hacer Israel y sus aliados ya está a plena luz del día desde hace 74 años.



 

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