La rebeldía estudiantil en movimiento
Facundo Aguirre Ibarra y Tomás del Corro
... los últimos sucesos en Latinoamérica han demostrado cómo los estudiantes fortalecieron la unidad construyendo iniciativas conjuntas a la clase trabajadora desplegando moral revolucionaria ...


A través de una contagiosa actitud rebelde, estudiantes latinoamericanos impulsan acciones de lucha y organización para cambiar las condiciones de vida en la actual crisis del capitalismo.

La Humanidad está siendo sometida a una ya abierta disputa entre capitales altamente concentrados que tratan de sostener los cada vez menores márgenes de acumulación. No es el viejo capital colonialista de siglos pasados, ni el neoliberal de fines de milenio. Es el capitalismo global deslocalizado por el mundo, fuertemente articulado entre sí por la red de datos que conecta las terminales financieras y las bolsas de valores, donde se centraliza la riqueza sustraída en todo el mundo.
Sujeta a esta voracidad del capitalismo contemporáneo que promete inversión, desarrollo e inclusión, afloran en toda Latinoamérica reacciones populares que encuentran en todas las calles desde el sur del río Bravo hasta Ushuaia, a trabajadores y estudiantes ya sean urbanos o rurales, criollos, mestizos o indios, asalariados, cuentapropistas o productores comunitarios.




Crisis y reacción
Este enfrentamiento intercapitalista irrumpe en cada territorio con un eje común: los recursos naturales y el trabajo humano, que son recursos gravitantes para disminuir los costos en sus cadenas globales de producción. Así es que aparecen las fuertes tensiones actuales por la reconstitución de todas las relaciones laborales, políticas, económicas y culturales. Lo vemos delante nuestro: crujen las estructuras e instituciones locales vigentes tal cual las conocemos.

En este contexto, los últimos sucesos en Latinoamérica han demostrado cómo los estudiantes fortalecieron la unidad construyendo iniciativas conjuntas a la clase trabajadora desplegando moral revolucionaria. El aporte al proceso de organización permanente del pueblo y la asunción de una identidad dentro de la clase obrera se constituye como una tendencia creciente en las luchas sociales de todo el continente y como una tarea estratégica por parte del movimiento estudiantil.
Los estudiantes de Brasil se hallan realizando masivas manifestaciones en defensa de la educación pública contra el ataque de la burguesía representada por Bolsonaro. El estudiantado puertorriqueño pro-independencia jugó un rol sustancial en el proceso que llevó a la renuncia al administrador Rosselló. La organización de estos jóvenes se encuentra también en el cierre de escuelas y universidades en Haití, y en la huelga de hambre protagonizada por sus estudiantes universitarios.
De igual modo se interconectan las últimas manifestaciones estudiantiles en Panamá y Costa Rica, en defensa de la autonomía universitaria y el presupuesto educativo, vinculadas en sus características con las libradas en Guatemala, El Salvador, República Dominicana y Honduras.

En sintonía, y con el objetivo de fortalecer el protagonismo del movimiento juvenil en la batalla contra el imperialismo, mil quinientas personas provenientes de alrededor 30 países (con una fuerte presencia de las juventudes de Cuba, Venezuela y Nicaragua), se hicieron presentes en el Congreso Internacional de Jóvenes y Estudiantes, llevado a cabo en Caracas, del 20 al 23 de noviembre. Allí ratificaron el rechazo unánime al Golpe de Estado en Bolivia, y propusieron la creación de una gran Red de Comunicación Internacional que permita mantener una conexión veraz, oportuna y eficaz entre los distintos territorios.

La rebeldía organizada fluye desde los procesos de lucha desarrollado por estudiantes chilenos desde hace más de sesenta días en las calles, convirtiéndose en parte del esqueleto de las asambleas territoriales que deliberan por el futuro popular; o el protagonismo estudiantil en las calles de Ecuador contra el “paquetazo” dictado por el gobierno; hasta el proceso de unidad estudiantil y exitosa convocatoria en Colombia a paros generales contra el paquete de medidas del gobierno que, al día de hoy, se sostiene con movilizaciones y cacerolazos en las grandes ciudades.


Reivindicar y luchar por la unidad
Históricamente, la estrategia del capital ha logrado disolver las alianzas de clases que disponen unidad para la lucha. Desde esta premisa se entiende como el movimiento estudiantil ha sido conducido en otras oportunidades a comulgar con los intereses de las oligarquías y las burguesías, en oposición a las reivindicaciones de la clase trabajadora, provocando que la balanza se inclinara hacia los proyectos de dominación por sobre los de liberación.

Los procesos de organización y lucha en Latinoamérica están dando cuenta ahora de una necesidad históricamente aprendida: la unidad de clase en la visión y en la acción son condición primordial para cambiar las reglas de juego. La novedad de la época es la profundidad y la extensión de esta crisis que se da en todos lados, en un mismo tiempo y en un mismo espacio global integrado. Tenemos un desafío de escala: articular, analizar y proyectar las luchas locales como una misma lucha nuestramericana. Tenemos un desafío de visión: entendernos como un pueblo y no una suma de países o una suma de sectores con intereses diversos. Por el contrario, la crisis actual es tal que, si no cambia el conjunto, no habrá lugar digno para ninguna de sus partes.

La única solidaridad posible ahora es organizar, articular y realizar los reclamos y las reivindicaciones de todos pero con un horizonte común que ya está, de hecho, más allá de las fronteras.




A través de una contagiosa actitud rebelde, estudiantes latinoamericanos impulsan acciones de lucha y organización para cambiar las condiciones de vida en la actual crisis del capitalismo.

La Humanidad está siendo sometida a una ya abierta disputa entre capitales altamente concentrados que tratan de sostener los cada vez menores márgenes de acumulación. No es el viejo capital colonialista de siglos pasados, ni el neoliberal de fines de milenio. Es el capitalismo global deslocalizado por el mundo, fuertemente articulado entre sí por la red de datos que conecta las terminales financieras y las bolsas de valores, donde se centraliza la riqueza sustraída en todo el mundo.
Sujeta a esta voracidad del capitalismo contemporáneo que promete inversión, desarrollo e inclusión, afloran en toda Latinoamérica reacciones populares que encuentran en todas las calles desde el sur del río Bravo hasta Ushuaia, a trabajadores y estudiantes ya sean urbanos o rurales, criollos, mestizos o indios, asalariados, cuentapropistas o productores comunitarios.




Crisis y reacción
Este enfrentamiento intercapitalista irrumpe en cada territorio con un eje común: los recursos naturales y el trabajo humano, que son recursos gravitantes para disminuir los costos en sus cadenas globales de producción. Así es que aparecen las fuertes tensiones actuales por la reconstitución de todas las relaciones laborales, políticas, económicas y culturales. Lo vemos delante nuestro: crujen las estructuras e instituciones locales vigentes tal cual las conocemos.

En este contexto, los últimos sucesos en Latinoamérica han demostrado cómo los estudiantes fortalecieron la unidad construyendo iniciativas conjuntas a la clase trabajadora desplegando moral revolucionaria. El aporte al proceso de organización permanente del pueblo y la asunción de una identidad dentro de la clase obrera se constituye como una tendencia creciente en las luchas sociales de todo el continente y como una tarea estratégica por parte del movimiento estudiantil.
Los estudiantes de Brasil se hallan realizando masivas manifestaciones en defensa de la educación pública contra el ataque de la burguesía representada por Bolsonaro. El estudiantado puertorriqueño pro-independencia jugó un rol sustancial en el proceso que llevó a la renuncia al administrador Rosselló. La organización de estos jóvenes se encuentra también en el cierre de escuelas y universidades en Haití, y en la huelga de hambre protagonizada por sus estudiantes universitarios.
De igual modo se interconectan las últimas manifestaciones estudiantiles en Panamá y Costa Rica, en defensa de la autonomía universitaria y el presupuesto educativo, vinculadas en sus características con las libradas en Guatemala, El Salvador, República Dominicana y Honduras.

En sintonía, y con el objetivo de fortalecer el protagonismo del movimiento juvenil en la batalla contra el imperialismo, mil quinientas personas provenientes de alrededor 30 países (con una fuerte presencia de las juventudes de Cuba, Venezuela y Nicaragua), se hicieron presentes en el Congreso Internacional de Jóvenes y Estudiantes, llevado a cabo en Caracas, del 20 al 23 de noviembre. Allí ratificaron el rechazo unánime al Golpe de Estado en Bolivia, y propusieron la creación de una gran Red de Comunicación Internacional que permita mantener una conexión veraz, oportuna y eficaz entre los distintos territorios.

La rebeldía organizada fluye desde los procesos de lucha desarrollado por estudiantes chilenos desde hace más de sesenta días en las calles, convirtiéndose en parte del esqueleto de las asambleas territoriales que deliberan por el futuro popular; o el protagonismo estudiantil en las calles de Ecuador contra el “paquetazo” dictado por el gobierno; hasta el proceso de unidad estudiantil y exitosa convocatoria en Colombia a paros generales contra el paquete de medidas del gobierno que, al día de hoy, se sostiene con movilizaciones y cacerolazos en las grandes ciudades.


Reivindicar y luchar por la unidad
Históricamente, la estrategia del capital ha logrado disolver las alianzas de clases que disponen unidad para la lucha. Desde esta premisa se entiende como el movimiento estudiantil ha sido conducido en otras oportunidades a comulgar con los intereses de las oligarquías y las burguesías, en oposición a las reivindicaciones de la clase trabajadora, provocando que la balanza se inclinara hacia los proyectos de dominación por sobre los de liberación.

Los procesos de organización y lucha en Latinoamérica están dando cuenta ahora de una necesidad históricamente aprendida: la unidad de clase en la visión y en la acción son condición primordial para cambiar las reglas de juego. La novedad de la época es la profundidad y la extensión de esta crisis que se da en todos lados, en un mismo tiempo y en un mismo espacio global integrado. Tenemos un desafío de escala: articular, analizar y proyectar las luchas locales como una misma lucha nuestramericana. Tenemos un desafío de visión: entendernos como un pueblo y no una suma de países o una suma de sectores con intereses diversos. Por el contrario, la crisis actual es tal que, si no cambia el conjunto, no habrá lugar digno para ninguna de sus partes.

La única solidaridad posible ahora es organizar, articular y realizar los reclamos y las reivindicaciones de todos pero con un horizonte común que ya está, de hecho, más allá de las fronteras.





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