El virus derribando sueños
Denise Lisette Bilsky
Cómo el covid-19 afecta la vida de lxs trabajadorxs de Chamonix Mont Blanc.


Chamonix Mont Blanc es un pueblo turístico ubicado en los alpes franceses, frontera con Italia y Suiza.

La principal actividad económica de la comuna de 9000 habitantes es el turismo, que atrae a miles de personas tanto en la temporada de invierno, para la práctica de los deportes de nieve, como en el verano, cuando se practica alpinismo, escalada, senderismo y otras actividades.

Caminar por las calles de Chamonix significa pasar por enfrente de innumerables comercios ligados al mundo del ski y deportes de alta montaña, restaurantes, hoteles, muchos hoteles. Los hay de todo tipo, algunos familares y también varias cadenas hoteleras de alto nivel, como La Foliedouce, Excelsior, o el grupo Mont Blanc, por nombrar algunas.

Como es de imaginarse, estos comercios emplean a cientos de personas en las temporadas altas. Estos puestos de trabajo incluyen limpieza de habitaciones, atención a las mesas, ayudante de cocina, lavavajillas, recepcionistas, mantenimiento técnico, entre otros. La gran mayoría de las personas empleadas no son de la localidad, y por lo menos la mitad de ellas, tampoco son francesas. Personas de España, Rumania e Italia abundan entre los planteles. Y también de latinoamérica, muchxs argentinxs sobre todo, también chilenxs. La mayoría de lxs argentinxs y chilenxs cuenta con una visa que dura un año y que permite movilizarse por todo el espacio Schengen y trabajar en Francia en ese periodo.
También existen trabajadores no registrados, “en negro”, dedicados sobre todo a la limpieza de casas y chalets, casi exclusivamente son extrangerxs.

La pandemia del covid-19 que está afectando el mundo de manera global, impactando especialmente la economía de los Estados y empresas, repercute lógicamente en las personas empleadas en estos establecimientos. Así que a partir de principios de marzo, cuando el flujo turístico empezó a mermar notablemente en el pueblo, empezó a sentirse una gran incertidumbre sobre la continuidad de los contratos laborales.

El 16 de Marzo, en una videoconferencia muy esperada, el presidente francés Emmanuel Macron declaró públicamente que iniciaba un plan de salvataje para el sector empresarial, inyectando 300.000 millones de euros para sostener a las empresas francesas. “Ningún francés, ninguna francesa, se quedará sin recursos” fueron sus palabras. A través de este financiamiento, el Estado se haría cargo de los alquileres, de los servicios de gas, agua y electricidad, los impuestos, créditos bancarios y hasta un alto porcentaje de los sueldos del personal. Hizo además una declaración extrema, que fue titular de muchas notas al respecto: “Estamos en guerra sanitaria”.

A pesar de que desde el gobierno se alentó a no despedir empleadxs, amparando al empresariado económicamente, en Chamonix los despidos en el sector turístico no se hicieron esperar. Esta situación de cancelación de los contratos de trabajo llevó a las personas despedidas a quedarse sin ingresos y además sin casa, ya que a mayoría vive en los establecimientos donde trabaja.

Es el caso de Sergio, un joven español, que fue despedido de su trabajo quedando además sin alojamiento. Estaba empleado en el Hotel Excelsior desde diciembre, como ayudante de cocina. Apenas se declaró la cuarentena, desde la dirección del hotel le hicieron firmar un acuerdo para anular el contrato y le avisaron que al día siguiente debería entregar la habitación que tenía para vivir como parte de su contrato de trabajo. Es decir que desde un día para el otro quedó sin casa. Pudo resolver su situación alquilando un monoambiente, esperando que pase la cuarentena, pero sin contar con los ingresos que tenía hasta hace pocos días atrás.
Para muchos extrangerxs, entre lxs que abundan argentinxs, esta situación se convirtió en un verdadero problema, ya que sin trabajo y sin alojamiento, transitar la cuarentena en un país extranjero y encima parado, se transformaba en un calvario. Por esto, muchxs de ellos decidieron volverse a Argentina antes de lo planeado.

Esta fue la situación de Patricia, jóven argentina que trabajaba en el restaurante Le National como mesera. Dos días antes de que se declare la cuarentena le avisaron a ella y a otrxs compañerxs que el día siguiente sería el último que abrían, y que a partir de ese momento quedaban cancelados los contratos. Sin embargo, les dijeron que podían quedarse a vivir en las habitaciones que les habían proporcionado. Una semana después, por la mañana pasaron a avisarles que esa tarde deberían desalojar las habitaciones, ya que no querían hacerse cargo de nadie que esté alojado allí y pudiera contraer el virus. Es así que Patricia quedó en la calle, y a los pocos días decidió volverse a Argentina.

En tanto en los hoteles Alpina y Mercure, que pertenecen al grupo Mont Blanc, decidieron respetar las medidas y no despedir a su personal. Se mantienen los contratos de trabajo hasta la fecha establecida. Los hoteles cerraron, pero permiten seguir viviendo allí a sus trabajadorxs, en habitaciones para clientes, con comodidades para pasar la cuarentena. Los salarios se mantienen en un 87%. “El grupo Mont Blanc tiene corazón”, dijo Bruno, un jóven argentino trabajador de la cadena hotelera, al enterarse las medidas de su hotel, Mercure.

Asimismo, podemos mencionar el caso de Julieta, de provincia de Buenos Aires, que se encontraba trabajando en el hotel Hermitage desde noviembre. Contaba con la visa que mencioné anteriormente, y había elegido Chamonix Mont Blanc por la gran oferta de trabajo. Al llegar la noticia del cierre de los hoteles, no la despidieron. Julieta explica: “En mi trabajo actuaron bien, cerraron el establecimiento y abonaron un proporcional del sueldo hasta el final del contrato. Me restaba trabajar todo marzo y 13 días de abril”. Ella, al igual que su hermano y su amiga con quien vivía, decidieron regresar a Argentina. En este momento se encuentran lxs tres aisladxs en un hotel que dispuso el gobierno argentino para realizar la cuarentena. Sobre la situación mundial de la pandemia Julieta reflexiona: “El virus afectó a nivel mundial, no diferenció clases sociales. Me da mucha tristeza ver que la gente no respete las medidas de cuarentena. Creo que hay mucho egoísmo a nivel social. ¡Sin apoyo en conjunto será difícil de remar este barco!

Y así podemos encontrar cientos de historias, una por cada trabajadxr, marcadas por esta situación que nos excede. Son historias anónimas que poco importan al tejido empresarial y al Estado, pero que marca los destinos y proyectos, los sueños y los viajes.

24 de marzo se aprueba ley de emergencia sanitaria.

Chamonix Mont Blanc es un pueblo turístico ubicado en los alpes franceses, frontera con Italia y Suiza.

La principal actividad económica de la comuna de 9000 habitantes es el turismo, que atrae a miles de personas tanto en la temporada de invierno, para la práctica de los deportes de nieve, como en el verano, cuando se practica alpinismo, escalada, senderismo y otras actividades.

Caminar por las calles de Chamonix significa pasar por enfrente de innumerables comercios ligados al mundo del ski y deportes de alta montaña, restaurantes, hoteles, muchos hoteles. Los hay de todo tipo, algunos familares y también varias cadenas hoteleras de alto nivel, como La Foliedouce, Excelsior, o el grupo Mont Blanc, por nombrar algunas.

Como es de imaginarse, estos comercios emplean a cientos de personas en las temporadas altas. Estos puestos de trabajo incluyen limpieza de habitaciones, atención a las mesas, ayudante de cocina, lavavajillas, recepcionistas, mantenimiento técnico, entre otros. La gran mayoría de las personas empleadas no son de la localidad, y por lo menos la mitad de ellas, tampoco son francesas. Personas de España, Rumania e Italia abundan entre los planteles. Y también de latinoamérica, muchxs argentinxs sobre todo, también chilenxs. La mayoría de lxs argentinxs y chilenxs cuenta con una visa que dura un año y que permite movilizarse por todo el espacio Schengen y trabajar en Francia en ese periodo.
También existen trabajadores no registrados, “en negro”, dedicados sobre todo a la limpieza de casas y chalets, casi exclusivamente son extrangerxs.

La pandemia del covid-19 que está afectando el mundo de manera global, impactando especialmente la economía de los Estados y empresas, repercute lógicamente en las personas empleadas en estos establecimientos. Así que a partir de principios de marzo, cuando el flujo turístico empezó a mermar notablemente en el pueblo, empezó a sentirse una gran incertidumbre sobre la continuidad de los contratos laborales.

El 16 de Marzo, en una videoconferencia muy esperada, el presidente francés Emmanuel Macron declaró públicamente que iniciaba un plan de salvataje para el sector empresarial, inyectando 300.000 millones de euros para sostener a las empresas francesas. “Ningún francés, ninguna francesa, se quedará sin recursos” fueron sus palabras. A través de este financiamiento, el Estado se haría cargo de los alquileres, de los servicios de gas, agua y electricidad, los impuestos, créditos bancarios y hasta un alto porcentaje de los sueldos del personal. Hizo además una declaración extrema, que fue titular de muchas notas al respecto: “Estamos en guerra sanitaria”.

A pesar de que desde el gobierno se alentó a no despedir empleadxs, amparando al empresariado económicamente, en Chamonix los despidos en el sector turístico no se hicieron esperar. Esta situación de cancelación de los contratos de trabajo llevó a las personas despedidas a quedarse sin ingresos y además sin casa, ya que a mayoría vive en los establecimientos donde trabaja.

Es el caso de Sergio, un joven español, que fue despedido de su trabajo quedando además sin alojamiento. Estaba empleado en el Hotel Excelsior desde diciembre, como ayudante de cocina. Apenas se declaró la cuarentena, desde la dirección del hotel le hicieron firmar un acuerdo para anular el contrato y le avisaron que al día siguiente debería entregar la habitación que tenía para vivir como parte de su contrato de trabajo. Es decir que desde un día para el otro quedó sin casa. Pudo resolver su situación alquilando un monoambiente, esperando que pase la cuarentena, pero sin contar con los ingresos que tenía hasta hace pocos días atrás.
Para muchos extrangerxs, entre lxs que abundan argentinxs, esta situación se convirtió en un verdadero problema, ya que sin trabajo y sin alojamiento, transitar la cuarentena en un país extranjero y encima parado, se transformaba en un calvario. Por esto, muchxs de ellos decidieron volverse a Argentina antes de lo planeado.

Esta fue la situación de Patricia, jóven argentina que trabajaba en el restaurante Le National como mesera. Dos días antes de que se declare la cuarentena le avisaron a ella y a otrxs compañerxs que el día siguiente sería el último que abrían, y que a partir de ese momento quedaban cancelados los contratos. Sin embargo, les dijeron que podían quedarse a vivir en las habitaciones que les habían proporcionado. Una semana después, por la mañana pasaron a avisarles que esa tarde deberían desalojar las habitaciones, ya que no querían hacerse cargo de nadie que esté alojado allí y pudiera contraer el virus. Es así que Patricia quedó en la calle, y a los pocos días decidió volverse a Argentina.

En tanto en los hoteles Alpina y Mercure, que pertenecen al grupo Mont Blanc, decidieron respetar las medidas y no despedir a su personal. Se mantienen los contratos de trabajo hasta la fecha establecida. Los hoteles cerraron, pero permiten seguir viviendo allí a sus trabajadorxs, en habitaciones para clientes, con comodidades para pasar la cuarentena. Los salarios se mantienen en un 87%. “El grupo Mont Blanc tiene corazón”, dijo Bruno, un jóven argentino trabajador de la cadena hotelera, al enterarse las medidas de su hotel, Mercure.

Asimismo, podemos mencionar el caso de Julieta, de provincia de Buenos Aires, que se encontraba trabajando en el hotel Hermitage desde noviembre. Contaba con la visa que mencioné anteriormente, y había elegido Chamonix Mont Blanc por la gran oferta de trabajo. Al llegar la noticia del cierre de los hoteles, no la despidieron. Julieta explica: “En mi trabajo actuaron bien, cerraron el establecimiento y abonaron un proporcional del sueldo hasta el final del contrato. Me restaba trabajar todo marzo y 13 días de abril”. Ella, al igual que su hermano y su amiga con quien vivía, decidieron regresar a Argentina. En este momento se encuentran lxs tres aisladxs en un hotel que dispuso el gobierno argentino para realizar la cuarentena. Sobre la situación mundial de la pandemia Julieta reflexiona: “El virus afectó a nivel mundial, no diferenció clases sociales. Me da mucha tristeza ver que la gente no respete las medidas de cuarentena. Creo que hay mucho egoísmo a nivel social. ¡Sin apoyo en conjunto será difícil de remar este barco!

Y así podemos encontrar cientos de historias, una por cada trabajadxr, marcadas por esta situación que nos excede. Son historias anónimas que poco importan al tejido empresarial y al Estado, pero que marca los destinos y proyectos, los sueños y los viajes.

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