Los caminos posibles para Argentina en 2024
Julián Denaro
Ya pecan de ridículos los ortodoxos y monetaristas al pretender adjudicar a la emisión o al déficit fiscal los motivos de una tan elevada inflación, cuando ninguna de aquellas varía de semejante forma...



La preocupación sobre la inflación galopante que parece incontrolable no obedece a otra causa que la cambiaria. Vale decir, la que es impulsada por la elevación del precio del dólar. Ya pecan de ridículos los ortodoxos y monetaristas al pretender adjudicar a la emisión o al déficit fiscal los motivos de una tan elevada inflación, cuando ninguna de aquellas varía de semejante forma. Por el contrario, tenemos en claro que los saltos inflacionarios vienen asociados a saltos devaluatorios. Cuando sube el precio del dólar, lo sigue irrenunciablemente el nivel de precios, al tiempo que cuando el tipo de cambio permanece inalterado, el coeficiente de inflación se minimiza.

Esto último ocurrió durante la Convertibilidad, entre 1991 y 2001, cuando el precio de la moneda norteamericana estuvo fijado en uno, y la inflación desapareció de la escena. También pasó algo parecido durante el gobierno de Néstor Kirchner, el cual inició con el tipo de cambio cerca de los 4 pesos, lo bajó a poco menos de 3 y nunca se despegó de ese valor, generando como resultado una inflación menor al 10% cada año. Por estos tiempos, las desestabilizaciones cambiarias son diversas, y por eso la consecuencia irremediable es la elevada inflación.

Primero, por las imposiciones constantes del FMI, como exclusiva consecuencia del endeudamiento del gobierno de Macri, el cual obedeció a órdenes externas para hacernos perder soberanía. Segundo, por el proyecto económico de la oposición que no sólo sugiere una violenta devaluación sino que además la misma es fogoneada por inaceptables proclamas de Milei y Marra, tales como que nuestra moneda soberana no sirve ni como excremento.

Por supuesto, aprovechando este tembladeral están al acecho los ganadores de las devaluaciones y los ganadores de la inflación. Quienes manejan dólares se vuelven más ricos cuando sube el precio del dólar, y las grandes empresas que operan en posiciones dominantes como intermediarias y como formadoras de precios, se apropian de un porcentaje cada vez mayor de los precios ante cada subida. Estamos hablando del poder económico, el cual se haya asociado a los mismos poderes extranjeros y trasnacionales que se relamen por venir a robarnos nuestra riqueza.

La sumatoria del poder económico utiliza como empleados a ciertos políticos que responden sumisamente a sus imposiciones, a cambio de favores y protección. El objetivo es el mismo. La devaluación de nuestra moneda, que empobrece y genera una enloquecida espiral inflacionaria, vuelve más baratos nuestros bienes para aquellos que vienen con dólares desde el exterior.

El Rabino Bergman, Ministro del gobierno de Macri (2015-2019), lo expresó nítidamente: “Argentina como tierra prometida debe ser partida y repartida”. De diferentes maneras, Milei y Bullrich parecen operar como serviles al poder económico trasnacional cuyas ambiciones se han explicitado. Bullrich, anteriormente, fue ministra de trabajo del gobierno de De La Rúa (1999-2001), recordándose que bajó un 13% jubilaciones y salarios, y luego fue ministra de seguridad del gobierno de Macri, el cual generó el mayor endeudamiento de la historia de la humanidad, y que fue responsable por los fallecimientos de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, las víctimas del submarino Ara San Juan y la doctrina Chocobar.

Ante todo, conviene igualmente aclarar que la inflación no es el peor de los males. Si así fuese, la Convertibilidad, que no tuvo inflación, hubiese sido un período benévolo para el país y, por el contrario, generó los mayores niveles de pobreza, desempleo, hambre y exclusión social que jamás haya vivenciado nuestra patria.

Por su parte, Sergio Massa propone contundentemente direccionar todos los recursos hacia consolidar un país industrial, tecnológico, científico, aéreo, marítimo, energético, satelital e informático, inmerso inteligentemente en un mundo multipolar y multimonedas. En definitiva, esta es la crucial diferencia entre Unión por la Patria y las alternativas del neoliberalismo vendepatria, que además amenaza con desligarse del BRICS+, bloque de cooperación estratégica y geopolítica del que forman parte nuestros principales socios comerciales, que son Brasil, China e India.

En sumatoria de condiciones, y dado que el tipo de cambio se halla en términos competitivos, es factible reeditar la política cambiaria que adoptara el gobierno de Kirchner. Vale decir, sostener el tipo de cambio sin devaluación por un tiempo prolongado, además, acompañando una serie de escenarios que se avizoran favorables.

Por un lado, luego de la peor sequía de nuestra historia, que nos privó este año de que ingresen aproximadamente 25.000 millones de dólares por exportaciones agropecuarias, se espera un holgado superávit comercial. Por otro lado, lograr consolidar y ampliar el superávit energético, a raíz del aprovechamiento del Gasoducto Néstor Kichner. Adicionalmente, los beneficios comerciales, productivos, económicos y financieros resultantes de la incorporación al BRICS+, que comprende casi la mitad de la población mundial y casi el 40% del producto global. En este sentido, la estabilización cambiaria se supondría garantizada.

Ciertamente, habrá que ver cómo se resuelve el tema de Fondo con el Fondo. A pesar de ser una deuda ilegal, ilegítima, nula y de nulidad absoluta, en virtud de haber trasgredido tanto nuestra Constitución Nacional como el propio estatuto del FMI, se trata de plata de todos los países. Entonces, no es un problema menor. Es cierto que la estafa que operaron entre Trump y Macri es de las más escandalosas de toda la historia financiera global, pero hay que solucionarlo para recuperar la independencia económica y la soberanía política. Se recuerda que existe un Proyecto de Ley que aún no ingresó al parlamento, que consiste en cobrarle los impuestos a los argentinos que tienen más de 400.000 millones de dólares escondidos en guaridas fiscales en el exterior, los cuales fueron fugados sin declarar ni pagar impuestos. Además, es factible una asistencia del Banco de Desarrollo de los BRICS+, así como de otras instituciones financieras del mundo cuyo lema es disminuir el hambre y la desigualdad.

Al mismo tiempo, proceder a ejecutar con firmeza un control y una regulación tanto al poder financiero como al comercio exterior, habría de reducir significativamente evasión fiscal, elusión fiscal y contrabando, lo cual contribuiría notablemente para garantizar el superávit fiscal. En simultáneo, en línea con algunas preocupaciones de los países poderosos, se está elevando al Congreso un Proyecto de Ley para que los gigantes tecnológicos paguen un mínimo de 15% sobre ventas en los países donde obtienen ganancias, aún si no residen físicamente allí. Asimismo, se pretende reducir al mínimo el Gasto Tributario, constituido por exenciones impositivas a grandes empresas y corporaciones, del mismo modo que a los jueces que no pagan ganancias.

Queda a la vista que existen dos Argentinas posibles. Una financiera y tributaria de los poderes concentrados trasnacionales, que funciona con elevados pobreza, desempleo y endeudamiento. La otra, un país que defiende su salud y educación públicas, impulsa su desarrollo y que genera en consecuencia superávits comercial, financiero y fiscal, cuyo resultado es la estabilización cambiaria y la desaceleración inflacionaria.

Mientras Milei, Villarruel y Marra niegan a los cuatro vientos que hubo terrorismo de Estado, nosotros, el pueblo argentino, gritamos NUNCA MÁS, reivindicamos la MEMORIA, la VERDAD y la JUSTICIA, y decimos que fueron 30.000, PRESENTES. Nunca los olvidaremos.


La preocupación sobre la inflación galopante que parece incontrolable no obedece a otra causa que la cambiaria. Vale decir, la que es impulsada por la elevación del precio del dólar. Ya pecan de ridículos los ortodoxos y monetaristas al pretender adjudicar a la emisión o al déficit fiscal los motivos de una tan elevada inflación, cuando ninguna de aquellas varía de semejante forma. Por el contrario, tenemos en claro que los saltos inflacionarios vienen asociados a saltos devaluatorios. Cuando sube el precio del dólar, lo sigue irrenunciablemente el nivel de precios, al tiempo que cuando el tipo de cambio permanece inalterado, el coeficiente de inflación se minimiza.

Esto último ocurrió durante la Convertibilidad, entre 1991 y 2001, cuando el precio de la moneda norteamericana estuvo fijado en uno, y la inflación desapareció de la escena. También pasó algo parecido durante el gobierno de Néstor Kirchner, el cual inició con el tipo de cambio cerca de los 4 pesos, lo bajó a poco menos de 3 y nunca se despegó de ese valor, generando como resultado una inflación menor al 10% cada año. Por estos tiempos, las desestabilizaciones cambiarias son diversas, y por eso la consecuencia irremediable es la elevada inflación.

Primero, por las imposiciones constantes del FMI, como exclusiva consecuencia del endeudamiento del gobierno de Macri, el cual obedeció a órdenes externas para hacernos perder soberanía. Segundo, por el proyecto económico de la oposición que no sólo sugiere una violenta devaluación sino que además la misma es fogoneada por inaceptables proclamas de Milei y Marra, tales como que nuestra moneda soberana no sirve ni como excremento.

Por supuesto, aprovechando este tembladeral están al acecho los ganadores de las devaluaciones y los ganadores de la inflación. Quienes manejan dólares se vuelven más ricos cuando sube el precio del dólar, y las grandes empresas que operan en posiciones dominantes como intermediarias y como formadoras de precios, se apropian de un porcentaje cada vez mayor de los precios ante cada subida. Estamos hablando del poder económico, el cual se haya asociado a los mismos poderes extranjeros y trasnacionales que se relamen por venir a robarnos nuestra riqueza.

La sumatoria del poder económico utiliza como empleados a ciertos políticos que responden sumisamente a sus imposiciones, a cambio de favores y protección. El objetivo es el mismo. La devaluación de nuestra moneda, que empobrece y genera una enloquecida espiral inflacionaria, vuelve más baratos nuestros bienes para aquellos que vienen con dólares desde el exterior.

El Rabino Bergman, Ministro del gobierno de Macri (2015-2019), lo expresó nítidamente: “Argentina como tierra prometida debe ser partida y repartida”. De diferentes maneras, Milei y Bullrich parecen operar como serviles al poder económico trasnacional cuyas ambiciones se han explicitado. Bullrich, anteriormente, fue ministra de trabajo del gobierno de De La Rúa (1999-2001), recordándose que bajó un 13% jubilaciones y salarios, y luego fue ministra de seguridad del gobierno de Macri, el cual generó el mayor endeudamiento de la historia de la humanidad, y que fue responsable por los fallecimientos de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, las víctimas del submarino Ara San Juan y la doctrina Chocobar.

Ante todo, conviene igualmente aclarar que la inflación no es el peor de los males. Si así fuese, la Convertibilidad, que no tuvo inflación, hubiese sido un período benévolo para el país y, por el contrario, generó los mayores niveles de pobreza, desempleo, hambre y exclusión social que jamás haya vivenciado nuestra patria.

Por su parte, Sergio Massa propone contundentemente direccionar todos los recursos hacia consolidar un país industrial, tecnológico, científico, aéreo, marítimo, energético, satelital e informático, inmerso inteligentemente en un mundo multipolar y multimonedas. En definitiva, esta es la crucial diferencia entre Unión por la Patria y las alternativas del neoliberalismo vendepatria, que además amenaza con desligarse del BRICS+, bloque de cooperación estratégica y geopolítica del que forman parte nuestros principales socios comerciales, que son Brasil, China e India.

En sumatoria de condiciones, y dado que el tipo de cambio se halla en términos competitivos, es factible reeditar la política cambiaria que adoptara el gobierno de Kirchner. Vale decir, sostener el tipo de cambio sin devaluación por un tiempo prolongado, además, acompañando una serie de escenarios que se avizoran favorables.

Por un lado, luego de la peor sequía de nuestra historia, que nos privó este año de que ingresen aproximadamente 25.000 millones de dólares por exportaciones agropecuarias, se espera un holgado superávit comercial. Por otro lado, lograr consolidar y ampliar el superávit energético, a raíz del aprovechamiento del Gasoducto Néstor Kichner. Adicionalmente, los beneficios comerciales, productivos, económicos y financieros resultantes de la incorporación al BRICS+, que comprende casi la mitad de la población mundial y casi el 40% del producto global. En este sentido, la estabilización cambiaria se supondría garantizada.

Ciertamente, habrá que ver cómo se resuelve el tema de Fondo con el Fondo. A pesar de ser una deuda ilegal, ilegítima, nula y de nulidad absoluta, en virtud de haber trasgredido tanto nuestra Constitución Nacional como el propio estatuto del FMI, se trata de plata de todos los países. Entonces, no es un problema menor. Es cierto que la estafa que operaron entre Trump y Macri es de las más escandalosas de toda la historia financiera global, pero hay que solucionarlo para recuperar la independencia económica y la soberanía política. Se recuerda que existe un Proyecto de Ley que aún no ingresó al parlamento, que consiste en cobrarle los impuestos a los argentinos que tienen más de 400.000 millones de dólares escondidos en guaridas fiscales en el exterior, los cuales fueron fugados sin declarar ni pagar impuestos. Además, es factible una asistencia del Banco de Desarrollo de los BRICS+, así como de otras instituciones financieras del mundo cuyo lema es disminuir el hambre y la desigualdad.

Al mismo tiempo, proceder a ejecutar con firmeza un control y una regulación tanto al poder financiero como al comercio exterior, habría de reducir significativamente evasión fiscal, elusión fiscal y contrabando, lo cual contribuiría notablemente para garantizar el superávit fiscal. En simultáneo, en línea con algunas preocupaciones de los países poderosos, se está elevando al Congreso un Proyecto de Ley para que los gigantes tecnológicos paguen un mínimo de 15% sobre ventas en los países donde obtienen ganancias, aún si no residen físicamente allí. Asimismo, se pretende reducir al mínimo el Gasto Tributario, constituido por exenciones impositivas a grandes empresas y corporaciones, del mismo modo que a los jueces que no pagan ganancias.

Queda a la vista que existen dos Argentinas posibles. Una financiera y tributaria de los poderes concentrados trasnacionales, que funciona con elevados pobreza, desempleo y endeudamiento. La otra, un país que defiende su salud y educación públicas, impulsa su desarrollo y que genera en consecuencia superávits comercial, financiero y fiscal, cuyo resultado es la estabilización cambiaria y la desaceleración inflacionaria.

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