Disfrutando el sufrimiento del pueblo
Julián Denaro (*)
Un abordaje desde la psicología y la economía de algunos elementos del ejecutivo nacional.



El video de Javier Milei en el cual relata que “El Estado es un pedófilo en el jardín de infantes con los nenes encadenados y bañados en vaselina” expone flagrantemente la estructura mental del presidente. La forma en que va subiendo el tono de voz, abriendo los ojos y excitándose con su propio relato pone de manifiesto un inocultable disfrute respecto a una escena dañina que sólo puede habitar la imaginación de una persona profundamente enferma y peligrosa.

Es el mismo que durante una charla brindada en un colegio remitió a los dotes sexuales del burro para hacerse el canchero, mientras el conjunto del alumnado adolescente estaba atento a sus explicaciones económicas.

Probablemente, los traumas de su vida sexual tal vez encuentren su origen en la relación con su padre maltratador y despreciativo, pero irreversiblemente esto impacta sobre la conformación de su personalidad y su relación con el mundo. Predeciblemente, utilizando sus propias palabras, las “palizas que recibía de niño” por parte de los “seres nefastos” de sus progenitores lo condujeron a sentir que “no puede ser padre”, así como tampoco está en condiciones de reconocer la importancia de los vínculos afectivos intrafamiliares.

Javier Milei dijo “Si me hicieron todas las cosas que me hicieron, te puede salir mal”. En rigor de verdad, dicha conclusión puede aludir, en función de lo expuesto en este escrito, a su salud mental. La conformación de su estructura psíquica está inundada por las violencia, perversión, maltrato e insensibilidad recibidos por parte de sus progenitores. Por lo tanto, no resulta disonante que estemos en presencia de un esquema perverso. Perverso es el que disfruta con el daño que causa a un otro, que puede ser un sujeto individual o colectivo.

Por consiguiente, se trata de personas que pueden generar un profundo padecimiento al conjunto de la sociedad y disfrutarlo, gozarlo, e incluso procurar extremarlo hasta conseguir el éxtasis culmine de su satisfacción.

Un ejemplo que expone lo antedicho lo constituye el estilo que porta el vocero presidencial Manuel Adorni cada mañana en sus conferencias. Cada vez que relata algo que se destruye producto de las medidas de su gobierno, lo acompaña con una exultante sonrisa que denota la asociación entre destrucción y placer, como si fuera un logro que enorgullece. Asimismo, en toda oportunidad en la cual respetuosamente es consultado por los periodistas asistentes, procede a contestar de manera irrespetuosa, soberbia, prepotente y arrogante, destilando una actitud matona, insensible, mafiosa, absolutamente divorciada del sentir común. Manuel Adorni también es perverso.

Se ríen de la gente, se divierten con el daño que ellos causan, están jugando con los padecimientos del conjunto de la sociedad. ¿Cómo puede ser posible? ¿Qué es lo que pudo poner a estos seres destructivos al mando del gobierno de un país? Milei y Adorni, más Sturzenegger, Bullrich y Caputo, que formaron parte de la destrucción y el endeudamiento con el gobierno de Macri y antes con De La Rúa y Cavallo.

¿Cómo se explica? Pues es harto evidente, se explica por nuestra riqueza.

Argentina es uno de los países más ricos del mundo. Tiene todo. La segunda reserva mundial de gas, la cuarta de petróleo, la tercera de agua, comparte el Triángulo del Litio con Bolivia y Chile, posee las llanuras más grandes del mundo, los viñedos más altos del mundo, la región de pesca más extensa del planeta perteneciente a un país, las bellezas turísticas más diversas, coloridas y conmovedoras, la mejor gastronomía del mundo, una cultura profunda y compleja, un desarrollo científico y tecnológico evolucionado, calidez y alegría, buena música autóctona y gran calidad de interpretación de la música universal, somos campeones del mundo y encima tomamos mate.

En consecuencia, las corporaciones trasnacionales y el imperialismo anglosajón de la mano de Estados Unidos de Norteamérica quieren venir a robarnos todo. Por eso utilizaron todo el poder financiero y mediático para instalar en el gobierno de nuestro país a sujetos perversos que son capaces de vender la patria a cambio de un provecho personal. Nada mejor que poner a alguien perverso al frente de un país que querés colonizar o robar. Además de serte útil, lo disfruta sin sentir remordimiento alguno.

A los perversos no les tiembla el pulso cuando mienten, cuando engañan, cuando someten al otro. Por el contrario, lo disfrutan. Es por eso que los consorcios del poder económico mundial han encontrado la fórmula para intentar destruir a nuestro rico país y luego procurar comprarlo con total libertad.

Innegablemente, Milei tiene dotes actorales, pudiendo seducir a través de una personalidad completamente disruptiva, y por eso ganó las elecciones, engañando con la promesa de un cambio en un período de enorme inequidad. Pero su estructura psíquica perversa utilizada para destruir se vuelve el máximo peligro jamás sufrido por nuestra Patria. No se trata de un loco lindo sino de un enfermo que disfruta la entrega de nuestras riquezas a las empresas extranjeras.

Nunca deben olvidarse las palabras de Perón, al sentenciar de que la economía nunca es libre. La economía es siempre dirigida. O la dirige el Estado, o más bien el pueblo a través del Estado, para conseguir la grandeza de la Nación y la felicidad del propio pueblo, o la dirigen las empresas financieras trasnacionales, para destruir a las naciones y esclavizar a sus pueblos, consiguiendo la desdicha de sus habitantes.

En marzo de 2024, todavía estamos a tiempo de impedir el saqueo de nuestra maravillosa Argentina.

--

(*) Economista (UBA), Psicólogo (UBA). Columnista Económico en Televisión y Radio, Profesor en Universidades Nacionales (UBA y UNLAM) y en Universidad de Morón (UM), Doctorando en Ciencias Económicas en UNLAM, Investigador Sigeva – Conicet y terminando la Licenciatura en Psicología en la UBA. Autor de siete libros, siendo los dos últimos "Argentina entre las disputas de poder 2012-2019" (2019) y "Las Aventuras de Aztequita por Argentina" (2023).




El video de Javier Milei en el cual relata que “El Estado es un pedófilo en el jardín de infantes con los nenes encadenados y bañados en vaselina” expone flagrantemente la estructura mental del presidente. La forma en que va subiendo el tono de voz, abriendo los ojos y excitándose con su propio relato pone de manifiesto un inocultable disfrute respecto a una escena dañina que sólo puede habitar la imaginación de una persona profundamente enferma y peligrosa.

Es el mismo que durante una charla brindada en un colegio remitió a los dotes sexuales del burro para hacerse el canchero, mientras el conjunto del alumnado adolescente estaba atento a sus explicaciones económicas.

Probablemente, los traumas de su vida sexual tal vez encuentren su origen en la relación con su padre maltratador y despreciativo, pero irreversiblemente esto impacta sobre la conformación de su personalidad y su relación con el mundo. Predeciblemente, utilizando sus propias palabras, las “palizas que recibía de niño” por parte de los “seres nefastos” de sus progenitores lo condujeron a sentir que “no puede ser padre”, así como tampoco está en condiciones de reconocer la importancia de los vínculos afectivos intrafamiliares.

Javier Milei dijo “Si me hicieron todas las cosas que me hicieron, te puede salir mal”. En rigor de verdad, dicha conclusión puede aludir, en función de lo expuesto en este escrito, a su salud mental. La conformación de su estructura psíquica está inundada por las violencia, perversión, maltrato e insensibilidad recibidos por parte de sus progenitores. Por lo tanto, no resulta disonante que estemos en presencia de un esquema perverso. Perverso es el que disfruta con el daño que causa a un otro, que puede ser un sujeto individual o colectivo.

Por consiguiente, se trata de personas que pueden generar un profundo padecimiento al conjunto de la sociedad y disfrutarlo, gozarlo, e incluso procurar extremarlo hasta conseguir el éxtasis culmine de su satisfacción.

Un ejemplo que expone lo antedicho lo constituye el estilo que porta el vocero presidencial Manuel Adorni cada mañana en sus conferencias. Cada vez que relata algo que se destruye producto de las medidas de su gobierno, lo acompaña con una exultante sonrisa que denota la asociación entre destrucción y placer, como si fuera un logro que enorgullece. Asimismo, en toda oportunidad en la cual respetuosamente es consultado por los periodistas asistentes, procede a contestar de manera irrespetuosa, soberbia, prepotente y arrogante, destilando una actitud matona, insensible, mafiosa, absolutamente divorciada del sentir común. Manuel Adorni también es perverso.

Se ríen de la gente, se divierten con el daño que ellos causan, están jugando con los padecimientos del conjunto de la sociedad. ¿Cómo puede ser posible? ¿Qué es lo que pudo poner a estos seres destructivos al mando del gobierno de un país? Milei y Adorni, más Sturzenegger, Bullrich y Caputo, que formaron parte de la destrucción y el endeudamiento con el gobierno de Macri y antes con De La Rúa y Cavallo.

¿Cómo se explica? Pues es harto evidente, se explica por nuestra riqueza.

Argentina es uno de los países más ricos del mundo. Tiene todo. La segunda reserva mundial de gas, la cuarta de petróleo, la tercera de agua, comparte el Triángulo del Litio con Bolivia y Chile, posee las llanuras más grandes del mundo, los viñedos más altos del mundo, la región de pesca más extensa del planeta perteneciente a un país, las bellezas turísticas más diversas, coloridas y conmovedoras, la mejor gastronomía del mundo, una cultura profunda y compleja, un desarrollo científico y tecnológico evolucionado, calidez y alegría, buena música autóctona y gran calidad de interpretación de la música universal, somos campeones del mundo y encima tomamos mate.

En consecuencia, las corporaciones trasnacionales y el imperialismo anglosajón de la mano de Estados Unidos de Norteamérica quieren venir a robarnos todo. Por eso utilizaron todo el poder financiero y mediático para instalar en el gobierno de nuestro país a sujetos perversos que son capaces de vender la patria a cambio de un provecho personal. Nada mejor que poner a alguien perverso al frente de un país que querés colonizar o robar. Además de serte útil, lo disfruta sin sentir remordimiento alguno.

A los perversos no les tiembla el pulso cuando mienten, cuando engañan, cuando someten al otro. Por el contrario, lo disfrutan. Es por eso que los consorcios del poder económico mundial han encontrado la fórmula para intentar destruir a nuestro rico país y luego procurar comprarlo con total libertad.

Innegablemente, Milei tiene dotes actorales, pudiendo seducir a través de una personalidad completamente disruptiva, y por eso ganó las elecciones, engañando con la promesa de un cambio en un período de enorme inequidad. Pero su estructura psíquica perversa utilizada para destruir se vuelve el máximo peligro jamás sufrido por nuestra Patria. No se trata de un loco lindo sino de un enfermo que disfruta la entrega de nuestras riquezas a las empresas extranjeras.

Nunca deben olvidarse las palabras de Perón, al sentenciar de que la economía nunca es libre. La economía es siempre dirigida. O la dirige el Estado, o más bien el pueblo a través del Estado, para conseguir la grandeza de la Nación y la felicidad del propio pueblo, o la dirigen las empresas financieras trasnacionales, para destruir a las naciones y esclavizar a sus pueblos, consiguiendo la desdicha de sus habitantes.

En marzo de 2024, todavía estamos a tiempo de impedir el saqueo de nuestra maravillosa Argentina.

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(*) Economista (UBA), Psicólogo (UBA). Columnista Económico en Televisión y Radio, Profesor en Universidades Nacionales (UBA y UNLAM) y en Universidad de Morón (UM), Doctorando en Ciencias Económicas en UNLAM, Investigador Sigeva – Conicet y terminando la Licenciatura en Psicología en la UBA. Autor de siete libros, siendo los dos últimos "Argentina entre las disputas de poder 2012-2019" (2019) y "Las Aventuras de Aztequita por Argentina" (2023).




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