Bolivia y Chile. El apartheid del litio
José Salvador Cárcamo
Nuevamente los recursos naturales en el centro de la disputa, en 1879 fue el guano y el salitre, explotados por capital inglés, y capital chileno de la dinastía Edwards, dueña del diario "El Mercurio" equivalente a "La Nación" de la familia Mitre en Argentina.


Señalaba Eduardo Galeano, “la historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás, por lo que fue y contra lo que fue anuncia lo que será”. Nuevamente los recursos naturales en el centro de la disputa, en 1879 fue el guano y el salitre, explotados por capital inglés, y capital chileno de la dinastía Edwards, dueña del diario “El Mercurio” equivalente a “La Nación” de la familia Mitre en Argentina. La guerra del Pacífico le significó a Bolivia perder la Provincia de Antofagasta y la salida soberana al Océano Pacífico. La cola del imperialismo inglés se había hecho presente previamente en la guerra de la triple alianza, con la cual se abortó el desarrollo industrial de Paraguay, sumando a eso las pérdidas territoriales y el desastre demográfico, con una tasa de mortalidad total del 60% y en hombres del 90%.

En el Siglo XXI, el centro de la disputa es el petróleo, el shale y el litio. La guerra de Irak, Libia y de medio oriente por el oro negro, se traslada a Nuestra América por el oro negro y el oro blanco (litio). Oro negro que necesitan las empresas transnacionales norteamericanas y que se encuentra en Venezuela, país al que EE.UU ha declarado la guerra total: bloqueo económico y financiero, saqueo y apropiación indebida de los recursos de ese país en el exterior. Con respecto al oro blanco, se calcula que el 70% de las reservas mundiales de litio se acumulan en los salares de Argentina, Chile y Bolivia; y su aplicación a las baterías de celulares, autos eléctricos, etc, la convierten en una materia prima estratégica. Bolivia es el único de los tres países mencionados que desarrolló desde el año 2008, un proyecto de explotación del litio bajo control estatal a través de la creación de Yacimientos de Litio Bolivia (YLB). Para su industrialización en suelo boliviano, la empresa YLB le compró a Alemania, llave en mano, la planta de cloruro de potasio. Para la de carbonato de litio utilizó un criterio pragmático: le compró el diseño a Alemania y encargó la construcción a China. El financiamiento lo realizó el Banco Central de Bolivia, y el deudor fue YLB, de esta forma no se generó endeudamiento externo. La irrupción de YLB en el mercado mundial del litio amenazaba con romper el oligopolio controlado, hasta entonces, por Estados Unidos y China. El gobierno de Evo Morales dio el salto a la industrialización del Litio con la instalación de una planta de Investigación y desarrollo en Potosí y el acuerdo con la empresa alemana ACI Systems para fabricar baterías, con control accionario de YLB y la transferencia tecnológica consiguiente. El desarrollo de este proyecto soberano de explotación e industrialización es cuestionado por las oligarquía regionales de Bolivia poco antes de la elecciones, y avanzan hacia la estrategia del golpe de estado, a cambio de migajas de dólares que les entrega el imperio. Es el costo del trabajo sucio del apartheid, de la persecución y odio al indio, de la venta de miseria a su pueblo, de la absoluta dependencia y pérdida de libertad.

En Argentina y Chile, sus oligarquías ya están asociadas al capital extranjero en la explotación del litio. Para el caso argentino el capital privado transnacional es de origen australiano, japones, estadounidense, que sólo pagan un 3% de regalías y no están obligadas a producir Valor Agregado. El Estado provincial de Jujuy se ubica como socio menor a través de JEMSE. En Chile se ocupan de la explotación del oro blanco, Rockwood Lithium, de capital estadounidense y en segundo orden la empresa Soquimich, cuyo presidente de directorio desde 1987 a 2015 fue Julio Ponce Lerou (ex yerno del dictador chileno Augusto Pinochet), que entre otras funciones financiaba desde el retorno de la democracia en Chile las campañas de los partidos políticos, que han gobernado ese país desde el fin de la dictadura e inicio de “la democracia de los acuerdos”, a espaldas del pueblo.

Hoy en Chile, está en crisis el neoliberalismo. Sus jóvenes menores de edad, primarios y secundarios, desencadenaron la protesta al rebelarse contra el aumento de 30 pesos (5 centavos de dólar) del metro o subte. Fue la gota que rebalsó la copa y la paciencia frente a los abusos de un sistema que se sustenta en la violencia institucional, simbólica y sistémica. Con una Constitución que nació en dictadura en el año 1980 y que consagra a la educación, la salud y la jubilación como un negocio, y no como un derecho. Sus resultados se ven hoy en la sociedad chilena: educación primaria y secundaria municipalizada de primera y segunda calidad; salud inaccesible para la gran mayoría de tal forma que para acceder a una operación simple de vesícula hay que endeudarse; fuerzas armadas y carabineros corruptos por el uso discrecional de los recursos que obtienen del cobre; estudiantes universitarios que para estudiar tienen que endeudarse (costo mensual del arancel de dos salarios mínimos); Jubilaciones mayoritariamente por debajo del salario mínimo; segundo país en Latinoamérica de mayor desigualdad en la distribución del ingreso; familias con una deuda de 8 a 10 veces su ingreso; 1% más rico de la población que se apropia del 35% del ingreso o producto nacional; 1% más rico de la población que tiene una menor presión tributaria, por medio, de la evasión y elusión tributaria, etc.

El neoliberalismo, vuelve a demostrar su naturaleza terrorista por medio del golpe de estado en Bolivia, la persecución al indio, el odio al pobre, la persecución ideológica, el crimen organizado, el desprecio a la mujer originaria, la quema de la whipala y la apología a través de sus comunicadores del odio racial y de clase. En Chile ese neoliberalismo con una Constitución de la época de la dictadura, con su “democracia en la medida de lo posible” reprime la protesta social, tortura, viola mujeres y varones, asesina, allana casas sin orden judicial y aplica una nueva forma de terror que marca de por vida a sus jóvenes, LOS DEJA SIN OJOS. Esos héroes anónimos sin ojos con su valor nos muestran lo que los medios concentrados de comunicación no nos quieren mostrar, un pueblo en las calles gritando ¡Asamblea constituyente, nueva Constitución!

José Salvador Cárcamo
Señalaba Eduardo Galeano, “la historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás, por lo que fue y contra lo que fue anuncia lo que será”. Nuevamente los recursos naturales en el centro de la disputa, en 1879 fue el guano y el salitre, explotados por capital inglés, y capital chileno de la dinastía Edwards, dueña del diario “El Mercurio” equivalente a “La Nación” de la familia Mitre en Argentina. La guerra del Pacífico le significó a Bolivia perder la Provincia de Antofagasta y la salida soberana al Océano Pacífico. La cola del imperialismo inglés se había hecho presente previamente en la guerra de la triple alianza, con la cual se abortó el desarrollo industrial de Paraguay, sumando a eso las pérdidas territoriales y el desastre demográfico, con una tasa de mortalidad total del 60% y en hombres del 90%.

En el Siglo XXI, el centro de la disputa es el petróleo, el shale y el litio. La guerra de Irak, Libia y de medio oriente por el oro negro, se traslada a Nuestra América por el oro negro y el oro blanco (litio). Oro negro que necesitan las empresas transnacionales norteamericanas y que se encuentra en Venezuela, país al que EE.UU ha declarado la guerra total: bloqueo económico y financiero, saqueo y apropiación indebida de los recursos de ese país en el exterior. Con respecto al oro blanco, se calcula que el 70% de las reservas mundiales de litio se acumulan en los salares de Argentina, Chile y Bolivia; y su aplicación a las baterías de celulares, autos eléctricos, etc, la convierten en una materia prima estratégica. Bolivia es el único de los tres países mencionados que desarrolló desde el año 2008, un proyecto de explotación del litio bajo control estatal a través de la creación de Yacimientos de Litio Bolivia (YLB). Para su industrialización en suelo boliviano, la empresa YLB le compró a Alemania, llave en mano, la planta de cloruro de potasio. Para la de carbonato de litio utilizó un criterio pragmático: le compró el diseño a Alemania y encargó la construcción a China. El financiamiento lo realizó el Banco Central de Bolivia, y el deudor fue YLB, de esta forma no se generó endeudamiento externo. La irrupción de YLB en el mercado mundial del litio amenazaba con romper el oligopolio controlado, hasta entonces, por Estados Unidos y China. El gobierno de Evo Morales dio el salto a la industrialización del Litio con la instalación de una planta de Investigación y desarrollo en Potosí y el acuerdo con la empresa alemana ACI Systems para fabricar baterías, con control accionario de YLB y la transferencia tecnológica consiguiente. El desarrollo de este proyecto soberano de explotación e industrialización es cuestionado por las oligarquía regionales de Bolivia poco antes de la elecciones, y avanzan hacia la estrategia del golpe de estado, a cambio de migajas de dólares que les entrega el imperio. Es el costo del trabajo sucio del apartheid, de la persecución y odio al indio, de la venta de miseria a su pueblo, de la absoluta dependencia y pérdida de libertad.

En Argentina y Chile, sus oligarquías ya están asociadas al capital extranjero en la explotación del litio. Para el caso argentino el capital privado transnacional es de origen australiano, japones, estadounidense, que sólo pagan un 3% de regalías y no están obligadas a producir Valor Agregado. El Estado provincial de Jujuy se ubica como socio menor a través de JEMSE. En Chile se ocupan de la explotación del oro blanco, Rockwood Lithium, de capital estadounidense y en segundo orden la empresa Soquimich, cuyo presidente de directorio desde 1987 a 2015 fue Julio Ponce Lerou (ex yerno del dictador chileno Augusto Pinochet), que entre otras funciones financiaba desde el retorno de la democracia en Chile las campañas de los partidos políticos, que han gobernado ese país desde el fin de la dictadura e inicio de “la democracia de los acuerdos”, a espaldas del pueblo.

Hoy en Chile, está en crisis el neoliberalismo. Sus jóvenes menores de edad, primarios y secundarios, desencadenaron la protesta al rebelarse contra el aumento de 30 pesos (5 centavos de dólar) del metro o subte. Fue la gota que rebalsó la copa y la paciencia frente a los abusos de un sistema que se sustenta en la violencia institucional, simbólica y sistémica. Con una Constitución que nació en dictadura en el año 1980 y que consagra a la educación, la salud y la jubilación como un negocio, y no como un derecho. Sus resultados se ven hoy en la sociedad chilena: educación primaria y secundaria municipalizada de primera y segunda calidad; salud inaccesible para la gran mayoría de tal forma que para acceder a una operación simple de vesícula hay que endeudarse; fuerzas armadas y carabineros corruptos por el uso discrecional de los recursos que obtienen del cobre; estudiantes universitarios que para estudiar tienen que endeudarse (costo mensual del arancel de dos salarios mínimos); Jubilaciones mayoritariamente por debajo del salario mínimo; segundo país en Latinoamérica de mayor desigualdad en la distribución del ingreso; familias con una deuda de 8 a 10 veces su ingreso; 1% más rico de la población que se apropia del 35% del ingreso o producto nacional; 1% más rico de la población que tiene una menor presión tributaria, por medio, de la evasión y elusión tributaria, etc.

El neoliberalismo, vuelve a demostrar su naturaleza terrorista por medio del golpe de estado en Bolivia, la persecución al indio, el odio al pobre, la persecución ideológica, el crimen organizado, el desprecio a la mujer originaria, la quema de la whipala y la apología a través de sus comunicadores del odio racial y de clase. En Chile ese neoliberalismo con una Constitución de la época de la dictadura, con su “democracia en la medida de lo posible” reprime la protesta social, tortura, viola mujeres y varones, asesina, allana casas sin orden judicial y aplica una nueva forma de terror que marca de por vida a sus jóvenes, LOS DEJA SIN OJOS. Esos héroes anónimos sin ojos con su valor nos muestran lo que los medios concentrados de comunicación no nos quieren mostrar, un pueblo en las calles gritando ¡Asamblea constituyente, nueva Constitución!

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