América latina se enfrenta a lo peor de la pandemia
Fernando Darío Roperto
Editorial


“que mi voz suba a los montes/ y baje a la tierra y truene, /eso pide mi garganta /desde ahora y desde siempre...”

La larga marcha del Covid 19 nos enfrenta con la cruda realidad de un sistema social a nivel global que en vez de priorizar la vida por sobre todo necesita de producir e intercambiar bienes desde la rentabilidad individual como única manera posible de continuar.

Latinoamérica aborda un momento crucial en su historia. La pandemia que se acrecienta debido a la condición climática de la región amenaza con devastarla. En cada país los sistemas de salud y contención social reflejarán los niveles de solidaridad que cada pueblo pudo haber construido. Al cierre de la revista, que ha tratado de dar un panorama en el mes de junio de diferentes experiencias en distintos países de nuestro continente, nos encontramos con paraísos de la humanidad como Cuba, donde las muertes y los contagios son extremadamente bajos y el sistema de salud ha sido suficiente como para dar contención al total de la población que nos alientan a pensar que realmente por ese camino sí se puede. Otro caso a destacar es el nuestro, donde después de cuatro años de saqueo de la derecha más rancia al frente del ejecutivo nacional, el sistema ultrajado pero con firme decisión del nuevo presidente y muchos de sus gobernadores pudo hacer frente al problema con políticas que nos posicionan como puntal en la región por los bajos infectados y muertos por millar. Por el otro lado Brasil, Chile, Ecuador, Bolivia y Estados Unidos, con gobiernos preocupados en el sostenimiento de los negocios de los pequeños grupos dominantes más que en las vidas de sus connacionales muestran las peores políticas sanitarias, resultados que dejan muertos e infectados por millones, tirados en las calles o en los pisos de los centros sanitarios, sin medicamento, sin camas, con costosos tratamientos para pocos… el fantasma de la muerte acechando en cada esquina y el sálvese quien pueda como única respuesta. El dinero y no ya la solidaridad colectiva ordenando la vida y la muerte.

Si hay algo que nos dejará la pandemia más allá de una crisis a escala global como pocas veces la historia ha visto, es un mundo muy marcado de los que priorizaron la vida y aquellos que no, con o sin coronavirus. Los primeros podrán seguir su rumbo en paz, a los otros se les desatarán los pueblos alzados en rebeldía.

Todo hace parecer que nos enfrentamos a un nuevo mundo luego de esta nefasta crisis, a uno impensado que avanza en su incertidumbre en tanto que la pandemia se regenera y alarga. Debemos escuchar que el Planeta ha dicho basta, y ha echado a andar. Otro mundo es posible y necesario, cada vez más.


“que mi voz suba a los montes/ y baje a la tierra y truene, /eso pide mi garganta /desde ahora y desde siempre...”

La larga marcha del Covid 19 nos enfrenta con la cruda realidad de un sistema social a nivel global que en vez de priorizar la vida por sobre todo necesita de producir e intercambiar bienes desde la rentabilidad individual como única manera posible de continuar.

Latinoamérica aborda un momento crucial en su historia. La pandemia que se acrecienta debido a la condición climática de la región amenaza con devastarla. En cada país los sistemas de salud y contención social reflejarán los niveles de solidaridad que cada pueblo pudo haber construido. Al cierre de la revista, que ha tratado de dar un panorama en el mes de junio de diferentes experiencias en distintos países de nuestro continente, nos encontramos con paraísos de la humanidad como Cuba, donde las muertes y los contagios son extremadamente bajos y el sistema de salud ha sido suficiente como para dar contención al total de la población que nos alientan a pensar que realmente por ese camino sí se puede. Otro caso a destacar es el nuestro, donde después de cuatro años de saqueo de la derecha más rancia al frente del ejecutivo nacional, el sistema ultrajado pero con firme decisión del nuevo presidente y muchos de sus gobernadores pudo hacer frente al problema con políticas que nos posicionan como puntal en la región por los bajos infectados y muertos por millar. Por el otro lado Brasil, Chile, Ecuador, Bolivia y Estados Unidos, con gobiernos preocupados en el sostenimiento de los negocios de los pequeños grupos dominantes más que en las vidas de sus connacionales muestran las peores políticas sanitarias, resultados que dejan muertos e infectados por millones, tirados en las calles o en los pisos de los centros sanitarios, sin medicamento, sin camas, con costosos tratamientos para pocos… el fantasma de la muerte acechando en cada esquina y el sálvese quien pueda como única respuesta. El dinero y no ya la solidaridad colectiva ordenando la vida y la muerte.

Si hay algo que nos dejará la pandemia más allá de una crisis a escala global como pocas veces la historia ha visto, es un mundo muy marcado de los que priorizaron la vida y aquellos que no, con o sin coronavirus. Los primeros podrán seguir su rumbo en paz, a los otros se les desatarán los pueblos alzados en rebeldía.

Todo hace parecer que nos enfrentamos a un nuevo mundo luego de esta nefasta crisis, a uno impensado que avanza en su incertidumbre en tanto que la pandemia se regenera y alarga. Debemos escuchar que el Planeta ha dicho basta, y ha echado a andar. Otro mundo es posible y necesario, cada vez más.



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