¿Quién paga los impuestos?
Julián Denaro
Cobrándose los Impuestos a los Bienes Personales a las 50 fortunas más importantes del país se garantiza la canasta alimentaria. Esto es, con tan solo un 1,25% de esa fracción tan pequeña de habitantes, alcanza para darle de comer a todo el país.


Los problemas financieros y fiscales que acarrea el aislamiento social obligatorio como herramienta insuperable para combatir la propagación del coronavirus, incentiva y propulsa la solución de conflictos preexistentes. Es sabido que la reducción de la circulación, que es indispensable para minimizar los contagios, no trae otro resultado económico que una catastrófica reducción de la actividad y la generación de ingresos. Esto contrae dos aristas que atender. Una es que hay menos ingreso para repartir, dado que se produce mucho menos. Y la otra, es que el padecimiento de los distintos sectores, de cada rubro, de cada actividad, es diferente, cada uno con particularidades imprevistas. Es de irrenunciable responsabilidad atender esta inédita situación tanto en general como en particular.

Lo que sí era de esperar, es que el sector del trabajo informal, los oficios que dependen de la demanda diaria para obtener los ingresos que son su medio de vida, como la plomería, los docentes particulares y demás, se encontrarían en desesperante situación. Lo mismo para el conjunto de las Pymes, y en especial las que tienen que ver con entretenimientos o restaurantes. La pequeña y mediana empresa que, con sus persianas cerradas, o con su actividad reducida a un mínimo casi insostenible, tiene que igualmente pagar sueldos, impuestos y alquileres. Las empresas que son las fuentes de trabajo, deben ser asistidas para que sobrevivan sin excepción, y las personas que no están obteniendo el ingreso que directamente proviene de su actividad, también debe contar con un apoyo por parte del Estado.

Así las cosas, queda expuesto que el Estado – los Estados del mundo – debe realizar un gasto mayor para sostener la vida y la salud de las personas, así como la supervivencia de las empresas, pero con un ingreso menor, ya que el 75% de su recaudación proviene de la actividad económica interna – impuestos al consumo, a las ganancias y aportes y contribuciones a la seguridad e inversión social –, que se ve reducida profundamente, y más del 15% proviene del comercio exterior – aranceles y retenciones –, que casi se ha detenido por completo. Entonces, la gran pregunta es de dónde conseguir la financiación necesaria para hacer frente a esta tragedia que tenemos que superar los seres humanos. Pero esta pregunta revitaliza preguntas que siempre se hicieron las sociedades.

Antes de la Revolución Francesa, apenas 400.000 personas que conformaban el clero y la nobleza, no pagaban impuestos, tenían acceso a la educación y obtenían múltiples privilegios, mientras 23 millones de franceses que sí pagaban impuestos, no tenían posibilidades de acceder a la educación y sufrían el hambre y la miseria. Eso fue cambiando con el tiempo, en algunos sentidos mejorando, en otros empeorando, y en todos complejizándose, pero con un nivel de pobreza y exclusión alarmante en el mundo.

Es oportuno e indispensable atender al concepto de progresividad tributaria, que significa que más pague el que más tiene. Pero para enfatizar este punto, en el que corresponde focalizar de una buena vez, atendamos la situación de los más ricos dentro de los más ricos, que justamente no pagan impuestos, o al menos no pagan en relación con sus riquezas y sus ingresos. Para el caso argentino, justamente estos sectores son los que más se enriquecieron durante los últimos cuatro años, al mismo tiempo que el conjunto del pueblo argentino se empobreció y se endeudó. Estos, el 1% más rico, son los grupos agroexportadores, los bancos, las compañías de seguros, los grandes laboratorios y las grandes cadenas de supermercados.

También es imprescindible atender a una enorme masa de dinero vinculada al blanqueo. Se trata de plata que se obtiene en negro, que nunca se declara porque es obtenida ilegalmente, y se fuga a una guarida fiscal (paraíso fiscal) defraudando al Estado sin pagar impuestos. Existen cerca de 400.000 Millones de Dólares de plata de argentinos en esta condición. Hubo más de 100.000 Millones declarados en los últimos años, que pagaron un minúsculo porcentaje. Pero justamente a esos se les puede cobrar. Y véase que con tan sólo un 2% de eso se cubre el costo de los gastos del PAMI de todo un año.

Claudio Lozano, quien además de ser una persona admirada por el autor de este escrito, es actualmente director del Banco de la Nación Argentina, dejó muy clara una relación. Cobrándose los Impuestos a los Bienes Personales a las 50 fortunas más importantes del país se garantiza la canasta alimentaria. Esto es, con tan solo un 1,25% de esa fracción tan pequeña de habitantes, alcanza para darle de comer a todo el país. En línea con esto, se planea implementar Impuestos a los Bienes Personales a los Bienes en el Exterior, con un incremento que se anula si esos bienes son repatriados. Estas nuevas reformulaciones le dan vida actual a reclamos que llevan muchas décadas.

Por otro lado, las actividades esenciales para afrontar la pandemia, son las que más se han enriquecido durante los últimos cuatro años, al mismo tiempo que el conjunto del pueblo argentino se empobreció y se endeudó. Las Petroleras, las distribuidoras de gas o de luz, incrementaron su facturación 1000%, grandes laboratorios de productos medicinales más de un 500%, las grandes cadenas alimenticias más de un 300%. Por lo cual, hasta podrían tributar en especies, como acotó el periodista Alejandro Bervovich. Pero insiste Lozano acerca de que queda demostrado que estos sectores pueden mantener el nivel de empleo y abastecer a precios razonables, aunque la lógica sería declararlos de utilidad pública.

Y no debemos olvidarnos de una cuestión central que determina muchas relaciones de fuerzas. Argentina es el 8vo país más grande del mundo, y Buenos Aires es su provincia más grande, rodeada de otras regiones inmensamente productivas que pertenecen a las provincias de Santa Fé, Córdoba y La Pampa. Naciones europeas entran enteras en esta región, para que se tenga dimensión del tamaño. Y tan sólo 211 familias son dueñas de la mitad de los establecimientos agropecuarios de la inmensa y rica provincia de Buenos Aires, y tampoco hay que olvidar la existencia de otros grandes latifundistas extranjeros como Benetton, Lewis, Soros y otros. Entonces, cuando tenemos que pensar en quién paga los impuestos, tenemos mucho que reflexionar, proponer y discutir, pero hay cosas que en ningún momento deben olvidarse.

Los problemas financieros y fiscales que acarrea el aislamiento social obligatorio como herramienta insuperable para combatir la propagación del coronavirus, incentiva y propulsa la solución de conflictos preexistentes. Es sabido que la reducción de la circulación, que es indispensable para minimizar los contagios, no trae otro resultado económico que una catastrófica reducción de la actividad y la generación de ingresos. Esto contrae dos aristas que atender. Una es que hay menos ingreso para repartir, dado que se produce mucho menos. Y la otra, es que el padecimiento de los distintos sectores, de cada rubro, de cada actividad, es diferente, cada uno con particularidades imprevistas. Es de irrenunciable responsabilidad atender esta inédita situación tanto en general como en particular.

Lo que sí era de esperar, es que el sector del trabajo informal, los oficios que dependen de la demanda diaria para obtener los ingresos que son su medio de vida, como la plomería, los docentes particulares y demás, se encontrarían en desesperante situación. Lo mismo para el conjunto de las Pymes, y en especial las que tienen que ver con entretenimientos o restaurantes. La pequeña y mediana empresa que, con sus persianas cerradas, o con su actividad reducida a un mínimo casi insostenible, tiene que igualmente pagar sueldos, impuestos y alquileres. Las empresas que son las fuentes de trabajo, deben ser asistidas para que sobrevivan sin excepción, y las personas que no están obteniendo el ingreso que directamente proviene de su actividad, también debe contar con un apoyo por parte del Estado.

Así las cosas, queda expuesto que el Estado – los Estados del mundo – debe realizar un gasto mayor para sostener la vida y la salud de las personas, así como la supervivencia de las empresas, pero con un ingreso menor, ya que el 75% de su recaudación proviene de la actividad económica interna – impuestos al consumo, a las ganancias y aportes y contribuciones a la seguridad e inversión social –, que se ve reducida profundamente, y más del 15% proviene del comercio exterior – aranceles y retenciones –, que casi se ha detenido por completo. Entonces, la gran pregunta es de dónde conseguir la financiación necesaria para hacer frente a esta tragedia que tenemos que superar los seres humanos. Pero esta pregunta revitaliza preguntas que siempre se hicieron las sociedades.

Antes de la Revolución Francesa, apenas 400.000 personas que conformaban el clero y la nobleza, no pagaban impuestos, tenían acceso a la educación y obtenían múltiples privilegios, mientras 23 millones de franceses que sí pagaban impuestos, no tenían posibilidades de acceder a la educación y sufrían el hambre y la miseria. Eso fue cambiando con el tiempo, en algunos sentidos mejorando, en otros empeorando, y en todos complejizándose, pero con un nivel de pobreza y exclusión alarmante en el mundo.

Es oportuno e indispensable atender al concepto de progresividad tributaria, que significa que más pague el que más tiene. Pero para enfatizar este punto, en el que corresponde focalizar de una buena vez, atendamos la situación de los más ricos dentro de los más ricos, que justamente no pagan impuestos, o al menos no pagan en relación con sus riquezas y sus ingresos. Para el caso argentino, justamente estos sectores son los que más se enriquecieron durante los últimos cuatro años, al mismo tiempo que el conjunto del pueblo argentino se empobreció y se endeudó. Estos, el 1% más rico, son los grupos agroexportadores, los bancos, las compañías de seguros, los grandes laboratorios y las grandes cadenas de supermercados.

También es imprescindible atender a una enorme masa de dinero vinculada al blanqueo. Se trata de plata que se obtiene en negro, que nunca se declara porque es obtenida ilegalmente, y se fuga a una guarida fiscal (paraíso fiscal) defraudando al Estado sin pagar impuestos. Existen cerca de 400.000 Millones de Dólares de plata de argentinos en esta condición. Hubo más de 100.000 Millones declarados en los últimos años, que pagaron un minúsculo porcentaje. Pero justamente a esos se les puede cobrar. Y véase que con tan sólo un 2% de eso se cubre el costo de los gastos del PAMI de todo un año.

Claudio Lozano, quien además de ser una persona admirada por el autor de este escrito, es actualmente director del Banco de la Nación Argentina, dejó muy clara una relación. Cobrándose los Impuestos a los Bienes Personales a las 50 fortunas más importantes del país se garantiza la canasta alimentaria. Esto es, con tan solo un 1,25% de esa fracción tan pequeña de habitantes, alcanza para darle de comer a todo el país. En línea con esto, se planea implementar Impuestos a los Bienes Personales a los Bienes en el Exterior, con un incremento que se anula si esos bienes son repatriados. Estas nuevas reformulaciones le dan vida actual a reclamos que llevan muchas décadas.

Por otro lado, las actividades esenciales para afrontar la pandemia, son las que más se han enriquecido durante los últimos cuatro años, al mismo tiempo que el conjunto del pueblo argentino se empobreció y se endeudó. Las Petroleras, las distribuidoras de gas o de luz, incrementaron su facturación 1000%, grandes laboratorios de productos medicinales más de un 500%, las grandes cadenas alimenticias más de un 300%. Por lo cual, hasta podrían tributar en especies, como acotó el periodista Alejandro Bervovich. Pero insiste Lozano acerca de que queda demostrado que estos sectores pueden mantener el nivel de empleo y abastecer a precios razonables, aunque la lógica sería declararlos de utilidad pública.

Y no debemos olvidarnos de una cuestión central que determina muchas relaciones de fuerzas. Argentina es el 8vo país más grande del mundo, y Buenos Aires es su provincia más grande, rodeada de otras regiones inmensamente productivas que pertenecen a las provincias de Santa Fé, Córdoba y La Pampa. Naciones europeas entran enteras en esta región, para que se tenga dimensión del tamaño. Y tan sólo 211 familias son dueñas de la mitad de los establecimientos agropecuarios de la inmensa y rica provincia de Buenos Aires, y tampoco hay que olvidar la existencia de otros grandes latifundistas extranjeros como Benetton, Lewis, Soros y otros. Entonces, cuando tenemos que pensar en quién paga los impuestos, tenemos mucho que reflexionar, proponer y discutir, pero hay cosas que en ningún momento deben olvidarse.


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