¿Qué hay entre la vigilia y el sueño? Elena de a ratos de Juan Azar
Eugenia Frigerio
Es interesante el devenir de los cuerpos en ese estado de trance al cual Juan, protagonista, autor y director, le atribuye características de un sonambulismo.



Mediante un ¨trance asistido por alguien que es yo mismo del revés, en mi ausencia ¨(1), en palabras de Ramponi, Elena de a ratos encarna la historia de una médium o actriz o prostituta que se encuentra casi religiosamente con un viudo, para invocar a su esposa muerta.

Es interesante el devenir de los cuerpos en ese estado de trance al cual Juan, protagonista, autor y director, le atribuye características de un sonambulismo. Él lo llama Teatro Sonámbulo y nos comparte, en una charla con la revista, que el sonambulismo, (además de asustarlo) es un terreno que le da mucha curiosidad. Ese estar aquí y a la vez en otro lugar.

– ¿Por qué te genera curiosidad explorar el sonambulismo como artificio?

– Siempre hablo de sonambulismo en mis prácticas tanto al actuar como al dirigir.
No fue una ocurrencia. Entrenando actuación me vi en esa situación. Abandonarme, perder el control, dejar de ver con nitidez y desconocer de dónde venían las palabras que salían de mi boca. Dejarme actuar. Como si pudiera verme desde afuera. Como en los sueños, que uno se ve.
A partir de esa experiencia , no concibo otra forma de actuación. Y busco con quienes trabajo que lleguen a esos lugares. Hay algo de Hipnosis. Los métodos son variados y los voy desarrollando con pura intuición y experimentación. Cuando estoy con les actores, no sé cómo voy a llegar, pero tengo mucha claridad de hacia dónde voy.
Para mí es una experiencia sobrenatural.

Elena de a ratos, tiene la particularidad de que trata como tema (entre otros) de esto mismo.
Lo cual hace que el espectador reciba como ficción el relato de una historia donde alguien es poseído por fuerzas ajenas a su carne y a la vez presencie ese mismo hecho, pero en la realidad, en el presente. Tres actores que no están representando, sino que están sirviendo de canal para que algo más narre a través de ellxs. El escenario no es otra cosa que el espacio donde se celebra el ritual.
Así que el público que va desprevenido a ver teatro, se encuentra con algo más. Algo de otro orden.

–¿Cómo son las formas en que se desdibujan los límites en la obra?

– Creo que la idea de ser otros “de a ratos” es parte de la vida de cualquiera en mayor menor medida. Muchas veces a nuestro pesar. Todos somos un poco actores. A aquel que sostenga lo contrario, no le crean. Está actuando.
La idea de trabajar en algo que no sea de nuestro agrado sin ir más lejos. Tener que lidiar con personas que se suponen en diferentes jerarquías. La discusión permanente del salario con el peligro de quedar desempleados si uno no conserva ciertas formas en la discusión.
Las empleadas domésticas "con cama adentro" o la prostitución. Ocupaciones extremas en las que además de la tarea concreta que "les toca" se espera de ellxs una actitud de sometimiento a las expectativas de los empleadores, con una desprotección total de parte del estado como cómplice.
Es cierto que se puede leer en Elena de a ratos, ese terreno difuso en que no se termina de entender cuánto hay de médium en Hilda, cuánto de prostituta, cuánto de actriz.
¿Cuánto modificamos lo que somos por lo que espera el otro de nosotrxs? ¿Cuánto defendemos y cuánto entregamos? Seguramente a mayores recursos económicos el sacrificio sea menor.
Volviendo a la actuación, este desdoblamiento sucede en forma explícita y declarada, solo que aquí uno elige, por un extraño placer.
Con riesgo de decirlo de forma algo dramática: Uno se suicida para ceder sus huesos a otro ser que lo habitará momentáneamente. De a ratos.


– El espacio escénico refuerza esta forma de habitar sonámbula, confusa y difusa, ¿Podrías comentar sobre esto?

– La escenografía tenía que ser nada. Apenas un telón enmarcado. La Nada habilita el Todo. Las imágenes y los paisajes se vuelven infinitos.
Los objetos y escenografía en escena no hacen otra cosa que acorralar a la actuación. Por supuesto que dichos objetos simplificarán el trabajo del actor si lo que cuenta es algo muy concreto. Por eso tanto sillón en las historias de familias disfuncionales que abundan en la cartelera del off porteño (perdón por lo antipático).
Pero ¡Cuánto más rico el desafío de hacer aparecer las cosas que se suponen “no están”!
El público las ve. Magia.
La “coreografía” es un medio poderoso. Uno tiene, al actuar Elena, obligaciones físicas (mundo de la vigilia). Un recorrido claro y nítido. Sobre esas boyas puede abandonarse por completo (mundo de los sueños), y "dejarse actuar" casi involuntariamente.
Dicha coreografía no tiene fines estéticos. La fui creando cuadro a cuadro en base a la necesidad de que aparezcan ciertos estados. La incomodidad física como potenciador.

Posiciones (extremas muchas veces) que sirven de hábitat a un decir profundo y crudo.
Eso da la sensación al espectador, de estar viendo el carrete de un film, el negativo de un antiguo rollo de fotos. Es hipnótico.

 

Elena de a ratos, interpretada por Juan Azar, Laura Capellano y Valentino Naughton y asistencia de dirección de Laura Mateu se puede ver los viernes a las 21hs en Itaca Complejo Teatral (Humahuaca 4027, CABA).

Dramaturgia y Dirección: Juan Azar
Actúan: Juan Azar, Laura Capellano, Valentino Naughton
Asistencia de dirección: Laura Mateu

Entrada $2300, por Alternativa Teatral

 


Mediante un ¨trance asistido por alguien que es yo mismo del revés, en mi ausencia ¨(1), en palabras de Ramponi, Elena de a ratos encarna la historia de una médium o actriz o prostituta que se encuentra casi religiosamente con un viudo, para invocar a su esposa muerta.

Es interesante el devenir de los cuerpos en ese estado de trance al cual Juan, protagonista, autor y director, le atribuye características de un sonambulismo. Él lo llama Teatro Sonámbulo y nos comparte, en una charla con la revista, que el sonambulismo, (además de asustarlo) es un terreno que le da mucha curiosidad. Ese estar aquí y a la vez en otro lugar.

– ¿Por qué te genera curiosidad explorar el sonambulismo como artificio?

– Siempre hablo de sonambulismo en mis prácticas tanto al actuar como al dirigir.
No fue una ocurrencia. Entrenando actuación me vi en esa situación. Abandonarme, perder el control, dejar de ver con nitidez y desconocer de dónde venían las palabras que salían de mi boca. Dejarme actuar. Como si pudiera verme desde afuera. Como en los sueños, que uno se ve.
A partir de esa experiencia , no concibo otra forma de actuación. Y busco con quienes trabajo que lleguen a esos lugares. Hay algo de Hipnosis. Los métodos son variados y los voy desarrollando con pura intuición y experimentación. Cuando estoy con les actores, no sé cómo voy a llegar, pero tengo mucha claridad de hacia dónde voy.
Para mí es una experiencia sobrenatural.

Elena de a ratos, tiene la particularidad de que trata como tema (entre otros) de esto mismo.
Lo cual hace que el espectador reciba como ficción el relato de una historia donde alguien es poseído por fuerzas ajenas a su carne y a la vez presencie ese mismo hecho, pero en la realidad, en el presente. Tres actores que no están representando, sino que están sirviendo de canal para que algo más narre a través de ellxs. El escenario no es otra cosa que el espacio donde se celebra el ritual.
Así que el público que va desprevenido a ver teatro, se encuentra con algo más. Algo de otro orden.

–¿Cómo son las formas en que se desdibujan los límites en la obra?

– Creo que la idea de ser otros “de a ratos” es parte de la vida de cualquiera en mayor menor medida. Muchas veces a nuestro pesar. Todos somos un poco actores. A aquel que sostenga lo contrario, no le crean. Está actuando.
La idea de trabajar en algo que no sea de nuestro agrado sin ir más lejos. Tener que lidiar con personas que se suponen en diferentes jerarquías. La discusión permanente del salario con el peligro de quedar desempleados si uno no conserva ciertas formas en la discusión.
Las empleadas domésticas "con cama adentro" o la prostitución. Ocupaciones extremas en las que además de la tarea concreta que "les toca" se espera de ellxs una actitud de sometimiento a las expectativas de los empleadores, con una desprotección total de parte del estado como cómplice.
Es cierto que se puede leer en Elena de a ratos, ese terreno difuso en que no se termina de entender cuánto hay de médium en Hilda, cuánto de prostituta, cuánto de actriz.
¿Cuánto modificamos lo que somos por lo que espera el otro de nosotrxs? ¿Cuánto defendemos y cuánto entregamos? Seguramente a mayores recursos económicos el sacrificio sea menor.
Volviendo a la actuación, este desdoblamiento sucede en forma explícita y declarada, solo que aquí uno elige, por un extraño placer.
Con riesgo de decirlo de forma algo dramática: Uno se suicida para ceder sus huesos a otro ser que lo habitará momentáneamente. De a ratos.


– El espacio escénico refuerza esta forma de habitar sonámbula, confusa y difusa, ¿Podrías comentar sobre esto?

– La escenografía tenía que ser nada. Apenas un telón enmarcado. La Nada habilita el Todo. Las imágenes y los paisajes se vuelven infinitos.
Los objetos y escenografía en escena no hacen otra cosa que acorralar a la actuación. Por supuesto que dichos objetos simplificarán el trabajo del actor si lo que cuenta es algo muy concreto. Por eso tanto sillón en las historias de familias disfuncionales que abundan en la cartelera del off porteño (perdón por lo antipático).
Pero ¡Cuánto más rico el desafío de hacer aparecer las cosas que se suponen “no están”!
El público las ve. Magia.
La “coreografía” es un medio poderoso. Uno tiene, al actuar Elena, obligaciones físicas (mundo de la vigilia). Un recorrido claro y nítido. Sobre esas boyas puede abandonarse por completo (mundo de los sueños), y "dejarse actuar" casi involuntariamente.
Dicha coreografía no tiene fines estéticos. La fui creando cuadro a cuadro en base a la necesidad de que aparezcan ciertos estados. La incomodidad física como potenciador.

Posiciones (extremas muchas veces) que sirven de hábitat a un decir profundo y crudo.
Eso da la sensación al espectador, de estar viendo el carrete de un film, el negativo de un antiguo rollo de fotos. Es hipnótico.

 

Elena de a ratos, interpretada por Juan Azar, Laura Capellano y Valentino Naughton y asistencia de dirección de Laura Mateu se puede ver los viernes a las 21hs en Itaca Complejo Teatral (Humahuaca 4027, CABA).

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Actúan: Juan Azar, Laura Capellano, Valentino Naughton
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Entrada $2300, por Alternativa Teatral

 


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