(Cienfuegos, 1942) Licenciado en Historia, Universidad de La Habana, 1976.
Cursó estudios de post grado en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) y en la Universidad de La Habana.
En su juventud tuvo responsabilidades en organizaciones revolucionarias juveniles, y participó en actividades en defensa de la joven revolución cubana.
Profesor de la Universidad Central “Marta Abreu” en Villa Clara antes de pasar a trabajar durante más de 30 años como funcionario del Departamento de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, fundamentalmente a cargo de asuntos de América del Norte. Cumplió misiones diplomáticas en varios países.
Ha sido ponente en diversos eventos académicos y ha impartido numerosas conferencias en Cuba y en el extranjero. Varios de sus artículos y escritos se han publicado en sitios digitales y en publicaciones de distintos países. Es miembro de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU) y de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP).
Fue Director de la Editorial “Nuevo Milenio” (Ciencias Sociales y Científico Técnica), en La Habana.
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¿El país que tanto se vanagloria de ser el bastión de la democracia, la libertad y los derechos humanos y que dicta lecciones a otros países sobre mecanismos electorales, no tiene una verdadera democracia?
Es cierto que en Estados Unidos se han realizado puntualmente elecciones presidenciales cada cuatro años durante dos siglos, desde los días en que los propios “padres fundadores” de la nación expresaban reservas sobre el rol de la democracia y el estorbo que significaba en el país que entonces se diseñaba. Pero, la mera celebración de elecciones ¿es sinónimo de democracia sin importar el alto grado en que estas se ven desnaturalizadas y manipuladas?
Las extendidas confusiones y manipulaciones sobre el concepto de democracia y la ambigüedad y vaguedad de algunas de sus acepciones no deben confundir a los pueblos.
De una u otra forma y por su origen ese término trata del “demos”, gobierno del pueblo y de cómo se expresa la soberanía popular. En el caso de Estados Unidos vale la pena reflexionar sobre las bases conceptuales y políticas en que se asienta la retórica acerca de la democracia.
La Constitución de ese país nunca ha sido sometida a aprobación popular. Fue redactada por delegados de los nacientes estados, y aprobada en 1789 y es la Carta Magna todavía vigente. La casi totalidad de los 55 integrantes de la asamblea constituyente eran terratenientes, propietarios de esclavos o de manufacturas, y especuladores de tierras.
En un país que entonces era bastante inestable, la principal preocupación de la elite de pobladores blancos fue conformar un gobierno fuerte para preservar los bienes públicos y servir a las crecientes necesidades de los propietarios y las clases pudientes y, a su vez, mantenerse firme ante las demandas igualitaristas de las que consideraban “clases bajas”. En la redacción inicial aprobada se toleraba la esclavitud, y los derechos de las mujeres y de las minorías no estaban protegidos.
11 6011-0453 |
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