Pandemia ¿un subproducto de la forma de producción agraria del sistema capitalista?
Leonardo Ariel Giugovaz
Entrevista a Miryam Gorban "No puede haber soberanía alimentaria si no hay acceso a la tierra, distribución equitativa de la riqueza y sobre todo, un modelo productivo que nos garantice la calidad e inocuidad de los productos"


El mundo atraviesa momentos más que particulares. La crisis del sistema capitalista expone ante la humanidad la imposibilidad de resolver los problemas fundamentales de la civilización. Una de esas problemáticas es la alimentaria. Ante nosotros se empieza a disipar la cortina de humo y nos deja ver algunas relaciones que en otras circunstancias serían casi indetectables. Para guiarnos en tan complejo panorama hablamos con Miriam Gorban pionera en el estudio de los procesos de producción alimenticios. Es licenciada en nutrición, drige la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición y de la Facultad de Medicina de la UBA desde mediados de la década del 90, integrante de la red de más de 50 catedras libres de las universidades nacionales del país, tiene dos doctorados Honoris Causa por la UBA y la UNR (Universidad Nacional de Rosario) y con más de 70 años de experiencia impuso el concepto de Soberanía Alimentaria. A punto de cumplir 89 años no se detiene en su vigorosa militancia, busca un cambio de sistema, una nueva conciencia que nos lleve a un mundo justo.

— Estamos viviendo un momento histórico bastante complejo, interesante, porque a la crisis económica del sistema se le suma una crisis del coronavirus que multiplica todo lo que sucede. ¿Qué respuesta se debería tener para encarar esta situación, dentro de este contexto desde su punto de vista, desde el punto de vista de sus conceptos?
— No vamos a entrar en definiciones. Yo creo que en el contexto en que se da tanto en el plano nacional como internacional. Diríamos en el plano nacional discutir los problemas del pago de la deuda, en medio de una crisis económica tremenda que nos dejó el gobierno anterior. En medio de esto nos aparece la pandemia. Entonces, uno y otro no son hechos casuales sino el coletazo de la crisis mundial del sistema capitalista de producción. Entonces las alternativas y los desafíos que hoy tenemos son los mismos que se plantean en Italia, Francia, Alemania o en la India o en Estados Unidos. Es decir, cuando vemos que por el tema del asesinato de los negros y el problema del racismo, que es otra de las pandemias que tiene EE UU y no solamente en ese país, vemos multitudes y multitudes que salen a la calle y se solidarizan en Inglaterra o en Francia por lo que sucede con el caso Floyd, uno se da cuenta que algo está cambiando en el horizonte. Bueno, en este marco aparece este desafío, yo diría una medida arriesgada de un gobierno que está soportando tremendas presiones y que tiene un enorme significado, pero al mismo tiempo en todo el movimiento popular se plantean inquietudes, dudas y es natural.
Creo que primero tenemos que partir del hecho de que la soberanía alimentaria presupone soberanía económica, política y justicia social desde ya. Por eso decimos soberanía como un hecho político; y la soberanía no se va a dar solamente en lo que estamos diciendo, que estamos atravesando una crisis sino que es una mucho más que una crisis económica, se da en todos los planos por eso decimos que es una crisis civilizatoria. Bueno en este plano aparece una medida aparentemente audaz (la intervención de Vicentín) pero en realidad es tímida, que se da y se proclama como avance, pero es un paso hacia la soberanía alimentaria. Desde ya partimos de un hecho fundamental, no puede haber soberanía alimentaria si no hay acceso a la tierra, distribución equitativa de la riqueza y sobre todo, un modelo productivo que nos garantice la calidad e inocuidad de los productos. Es decir, que tenemos que parar de fumigar, parar de producir con venenos, abandonar el monocultivo, desarrollar la biodiversidad, que es lo que caracteriza a nuestro suelo y las condiciones climáticas excepcionales que tenemos; y entonces sí probar la soberanía alimentaria. Por ahora es una intervención, pero a la luz de esta intervención se han destapado las ollas, porque hay que ver qué es lo que está saliendo a la luz, y aparece no sólo la evasión impositiva sino todas las trampas que el monopolio exportador, la concentración monopólica, que es uno de los graves problemas de nuestro país y que es la que influye en el proceso de la inflación. Sin desarmar los monopolios, sin ponerle freno, no vamos a resolver el problema de la inflación. Todo lo demás, precios cuidados y todo lo demás, son parches. Hay que resolver el problema central y el problema de la centralización es desmonopolizar toda la cadena alimentaria desde la producción hasta el consumo, pasando por la distribución. Tenemos que ver que no basta con declaraciones, que no basta con una medida aislada, sino que hacen falta reformas estructurales de fondo. Vamos a ser soberanos en la alimentación cuando seamos soberanos en nuestro territorio, cuando somos soberanos en nuestra soberanía marítima, soberanía energética, soberanía aérea. No podemos ser soberanos en alimentación si seguimos produciendo alimentos que se transporten de una punta a la otra del planeta, o de la punta a otra de un país tan extenso como el nuestro. Si las papas de Balcarce aparecen en la Patagonia o en Salta, o si la palta de Salta aparece en Mendoza, es realmente absurdo, ¿por qué? Porque todo el transporte por efecto del neoliberalismo ha quedado reducido al transporte por carretera. Y si bien muchos mal intencionados, que sabemos para qué lado juegan, le echan la culpa de este tema a los Moyano, no es cierto, el problema es el liberalismo que desarrolló la industria del cemento y la industria automotriz a costa de levantar los ferrocarriles, de dejarnos sin los puertos, de dejarnos sin la marina mercante, de haber privatizado nuestra línea aérea, que felizmente la recuperamos y tenemos que dar marcha atrás, como en la pandemia, para recuperar todos estos bienes que sí nos van a dar soberanía.



— Cuando hablamos de soberanía, hablamos de la soberanía de las Islas Malvinas y la Antártida pero eso solo no basta, no es una declaración, es tomar políticas públicas que lo garanticen.
— Entonces, en las últimas décadas lo que se ha dado por efecto de la globalización en la parte alimentaria, es que nosotros disputamos, con nuestros estómagos, con los animales y con los automóviles. Los alimentos no solo sirven para nosotros sino que al mismo tiempo se están utilizando como commodities con esos otros destinos. Con lo cual triunfará, si la concentración sigue dándose de manera monopólica, aquella producción que logre más rentabilidad o beneficios, que es el caso de la soja que tiene múltiples aplicaciones. ¿Por qué perdimos nosotros cabezas de ganado? éramos exportadores de carne, productores de carne de gran calidad, por algo teníamos una cuota Hilton alta. Porque arrinconamos las vacas contra terrenos no aptos para eso y para extender la frontera agrícola. Entonces se da el otro problema que tiene que ver con la pandemia, las amontonamos. Entonces venimos precedidos de la gripe porcina, de la gripe aviar, de la gripe de la vaca loca. Y acá estamos, hemos provocado la desertización, liquidación de bosques, quince mil hectáreas solamente en el periodo de la pandemia en el norte. Entonces, ¿adónde van los animales que le sacamos su medio natural? Vienen a convivir con nosotros, vienen a convivir con nuestras macrobiotas.

— Entonces podríamos decir que la forma de producción del sistema, la forma de producir alimento del mismo sistema es la que genera en definitiva esta pandemia, las anteriores y las futuras, si es que no cambiamos la forma de producción.
— Así es. Yo decía, he repetido en algunas entrevistas y ahora lo voy a repetir. Siempre me acuerdo de la novela de García Márquez, “crónicas de una muerte anunciada”, hace más de veinte años, yo diría no tanto, a medida que fuimos conociendo el problema, que nos fuimos interiorizando en la temática de aprender que no había un solo modo de producir sino que se avizoraba otra modalidad que venía de tiempos inmemoriales, que era la de la agroecología, nosotros fuimos avanzando en este conocimiento y anunciando que esto iba a suceder, y ¿cuál es el precedente más inmediato? La vaca loca, la gripe porcina, sí, pero la crisis climática más que nada. Está condicionada en más del cincuenta por ciento de las causales de las alteraciones climáticas tienen como origen la producción de alimentos. Entonces por el uso de la tierra por el extractivismo, por la súper explotación, por el uso del veneno. Es decir por todo este complejo que nosotros llamamos “el agronegocio”.

— Exactamente. Y digamos uno de los pioneros, aparte de usted claro, en destacar estas cuestiones fue Fidel Castro, ¿verdad?
— Así es, cuando habló del pago de la deuda externa me acuerdo siempre, y hablar precisamente de la transformación de los granos en combustibles. Él hablaba de la disputa con el estómago de los automóviles. Claro que sí, y acá está. Y estos son los resultados, saltan a la vista, amontonar animales significa eso y significa el uso desaforado, porque es así, de antibióticos para tener rentabilidad en vez de esperar los seis, ocho o nueve meses, hacerlo en cuarenta y cinco, cincuenta días para tener a los pollo doble pechuga, para criar los terneros, etc. Todas estas cosas que son aberraciones y se hacen, fueron denunciadas en congreso de infectología en el sur asiático, el setenta por ciento de los antibióticos que se consumen en el mundo se utilizan para la cría de animales. Esto es realmente alterar la naturaleza de la que somos parte y la intervención no es para beneficio mutuo sino para dominarla, manejarla para mayor rentabilidad y beneficio de un sector de esa naturaleza y no del conjunto de la misma.

— Además recuerdo que lo leí en una de sus entrevistas de la falsedad del discurso que sostiene que generamos alimento para 400 millones de habitantes.
— Para 400 millones y resulta que tenemos un plan de argentina contra el hambre. Si alimentamos 400 millones no somos capaces de alimentar a 17 millones de argentinos, es decir la tercera parte de nuestra población que no tiene una alimentación accesible, económica, y saludable. Y lo denuncia el SENASA con el grado de contaminación de los alimentos de la mesa familiar.

— Alimentos, entre comillas, con alto grado de toxicidad, en algunos casos, que son derivados a los biocombustibles .
— Exactamente, de lo que se trata precisamente es de esta cuestión. Nosotros decimos que esta producción de commodities va a parar a no sabemos qué manos pero siempre sabemos que son muy pocas, concentradas, monopólicas y su resultado, el producto de riqueza de la Argentina a parar al exterior o a los bolsillos o a los bancos o a paraísos fiscales, pero no quedan aquí. Cuando nosotros nos enfrentamos con desafíos como el de la pandemia que tenemos desde el Estado que resolver los problemas de la salud pública, los problemas de la educación, de la asistencia de los que no pueden trabajar, de los que no pueden abrir sus comercios y tenemos que complementar los sueldos para evitar los despidos y el desempleo y agravar la crisis y la pobreza, entonces decimos ¿de dónde sale esa plata? Sale de los impuestos a los que tanto nos resistimos sin darnos cuenta que vuelve al pueblo y que en este momento no se puede recaudar, sin embargo el esfuerzo nacional lo tenemos que valorar también. Esto hay que valorarlo, y hay que valorar pequeños pasos que van sumando, pequeños pasos que son verdaderos cambios de fondo porque el Ministerio de Agricultura al crear la Dirección Nacional de Agroecología en manos de Eduardo Cerdá, está hablándole no solamente al país sino al mundo entero sobre la posibilidad del desarrollo de la agroecología en grandes extensiones de terreno y que ya tiene sus expresiones en campos de Guaminí, de Juares y demás en la provincia de Buenos Aires y que tiene no sé cuántos municipios adheridos en la RENAMA (Red Nacional de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología) y también en Uruguay, en Italia que lo solicitaron. Es decir que desde acá estamos dando línea pero nosotros mismos lo tenemos que adoptar. Y la otra señal y lo voy a resaltar porque no ha tenido la misma prensa que Vicentin, es el plan de alimentos bonaerenses que se largó. Esto de ayudar y desarrollar y apoyar el desarrollo de la agroecología, esto de ayudar y apoyar el desarrollo de los pequeños medianos agricultores, la tarjeta Campo a tasa cero. Bueno esto es un hecho inédito en nuestra situación de país, en la situación de crisis económica que tenemos, con más razón tenemos que prestarle atención a estos hechos. El hecho de que tentamos un ministro, que si bien no ha instrumentado en forma de política pública pero sí ya lo está manifestando, señalando los problemas de la contaminación ambiental por el uso excesivo de los venenos, los agrotóxicos en el modelo de cultivo, es una señal de que es muy importante y la tenemos que valorar porque las presiones son gigantescas. Acá el poder es más el económico que el constitucional. Miren ustedes cómo manejan la subjetividad, entonces hablamos de propiedad privada, de que no puede avanzar la propiedad privada, pero los privados sí pueden saquear al Banco Nación, los privados sí pueden apoderarse de todos los créditos y dejar a los pequeños campesinos, a los pequeños comerciantes a los que realmente necesitan un crédito, en pampa y la vía porque se los llevaron todo. Comprometieron el 20% de la posibilidad crediticia del Banco Nación, nada menos. No nos olvidemos la época menemista, venían al Banco de la Nación y al Banco de la Provincia a comprarlo, como se apoderaron del Hipotecario ¿Por qué? Porque son los que más tierra hipotecada tenían en su cartera, así que tontos no son. Ahora al mismo tiempo del análisis de la reflexión general, yo invito a todos estos que se han puesto a tirotear sobre esta medida, a que me digan, porque miran siempre hacia el mundo, en qué país del mundo hay un solo dueño de un millón de hectarias, ¡que me lo digan!, doscientas mil hectáreas, cien mil hectáreas no hay en ninguna parte del mundo que tenga este acaparamiento de tierras. Y seamos sensatos, no va a haber soberanía alimentaria mientras no hagamos la reforma agraria, es este o no les guste la palabra, es esa no hay otra. Acceso a la tierra si quieren, hay que sembrar con un millón de chacras. Hay que lograr la autosuficiencia alimentaria, la vuelta al campo. Somos uno de los países más urbanizados de planeta, no nos hemos quedado con enormes extensiones de tierras despobladas y con gente sin nada en las villas miseria. Acá estamos, llámalo villas de emergencia , pero los campesinos, los 200mil que de acuerdo a las encuestas, estadísticas, que están faltando en el campo son los que están en los cordones urbanos del Gran Córdoba, del Gran Rosario, del Gran Mendoza, del Gran Buenos Aires, del AMBA.

— Entonces, ve viable, al margen de las medidas, que son, como decía antes, pasitos, como el tema de Vicentin, ¿ve viable volver a poblar el campo, para transformar su realidad actual?
— Claro que sí, a sembrarlo, a sembrado de chacras. A sembrarlo de nuevo. Claro que sí, es una vuelta y hasta ahí nomás, porque desde que nacemos tenemos latifundios en nuestro país así que es refundar el campo, diría mejor, pero con una situación y perspectiva totalmente distinta, que haya acceso a la electricidad, al agua potable, acceso a la salud y a la educación. Nosotros no somos conscientes porque vivimos en ciudades altamente urbanizadas o modernizadas, como queramos llamarle, lo que significa la luz eléctrica en el campo. Yo que vengo de Santiago del Estero, hace poquito me comentaban, se electrificó toda la provincia. Eso significó que los campesinos han aumentado su nivel de vida. ¿Saben por qué? Porque ellos crían cabritos y hasta ahora no lo podían comercializar, porque no tenían freezer, porque no tenían heladera, no tenían cómo conservarlo. Ahora lo pueden hacer. No tenían acceso a la comunicación, a la información, ahora tienen. Tiene la radio, ya cuando vino la radio de transistores fue una verdadera revolución. Imagínense ahora, con la televisión con todo. Ahora necesitan el acceso. El otro día hablaba con una mujer de una villa de Lomas y ella me decía “yo vivo mejor en el pueblo de donde vengo, pero también es cierto que cuando se me enferma un chico, tengo el hospital a diez cuadras” entonces esto tiene un valor incalculable, entonces eso también lo tenemos que evaluar cuando planteamos esto de fundar nuevo pueblos. No nuevas mega ciudades sino nuevos pueblos. Pueblos que tengan, cada uno de ellos, y así lo planteamos desde las cátedras, cada uno tiene que tener su tambo, su faenadora o matadero como se quiera llamar, su cría de pollos y de huevos y su huerta rodeando como cinturón verde a la cuidad, para que no tengamos que recorrer kilómetros y kilómetros llevando los alimentos de una punta a la otra como estábamos diciendo; sino que tengamos comercio y producción de cercanía, que es lo que corresponde. Y sobre todo, comercio justo, porque hay que pagarle a los productos lo que corresponde y los consumidores pagar un precio justo. A esto le llamamos comercio de precio justo. En los dos extremos de la cadena tenemos que recibir las compensaciones que necesitamos.
Esto es lo importante. A mí me gusta mucho las banderas de la vía campesina, que dicen “en un mundo globalizado, globalicemos la lucha y globalicemos la esperanza”. Se trata también de que en el caso de esta señal que nos han dado con el tema Vicentín, pensemos que también va a haber una puja, acá va a haber una disputa, y que va a depender mucho de la relación de fuerza, y que exige que la sociedad esté organizada, que presione favorablemente en interés de todos al gobierno. Y que tengamos claridad en que necesitamos para eso que esa empresa es fundamental para controlar un poco el comercio exterior recuperar uno de los puertos que están privatizados, para ver hacia dónde van las divisas, para fijar los precios testigos, pero al mismo tiempo para reconvertirse en la gran productora de alimentos que integra la mesa de todos los días, nuestra famosa canasta básica. Entonces de esto se trata, esto es lo que tenemos que discutir, esto que tenemos que plantear; basta ver quienes se oponen. Cuando yo veo quienes se oponen, me cruzo a la vereda de enfrente.
Se hace camino al andar, entonces sigamos andando que este pueblo maravilloso tiene una capacidad de creatividad increíble. La economía social nació en la crisis, las empresas recuperadas también. Además de los tipos que tienen millones o 200mil hectáreas están los que recuperan las empresas como ejemplo al mundo. Estos somos los sudacas y estos años los argentinos. honor y gloria y salud para el pueblo argentino. Al gran pueblo argentino, ¡salud!

El mundo atraviesa momentos más que particulares. La crisis del sistema capitalista expone ante la humanidad la imposibilidad de resolver los problemas fundamentales de la civilización. Una de esas problemáticas es la alimentaria. Ante nosotros se empieza a disipar la cortina de humo y nos deja ver algunas relaciones que en otras circunstancias serían casi indetectables. Para guiarnos en tan complejo panorama hablamos con Miriam Gorban pionera en el estudio de los procesos de producción alimenticios. Es licenciada en nutrición, drige la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición y de la Facultad de Medicina de la UBA desde mediados de la década del 90, integrante de la red de más de 50 catedras libres de las universidades nacionales del país, tiene dos doctorados Honoris Causa por la UBA y la UNR (Universidad Nacional de Rosario) y con más de 70 años de experiencia impuso el concepto de Soberanía Alimentaria. A punto de cumplir 89 años no se detiene en su vigorosa militancia, busca un cambio de sistema, una nueva conciencia que nos lleve a un mundo justo.

— Estamos viviendo un momento histórico bastante complejo, interesante, porque a la crisis económica del sistema se le suma una crisis del coronavirus que multiplica todo lo que sucede. ¿Qué respuesta se debería tener para encarar esta situación, dentro de este contexto desde su punto de vista, desde el punto de vista de sus conceptos?
— No vamos a entrar en definiciones. Yo creo que en el contexto en que se da tanto en el plano nacional como internacional. Diríamos en el plano nacional discutir los problemas del pago de la deuda, en medio de una crisis económica tremenda que nos dejó el gobierno anterior. En medio de esto nos aparece la pandemia. Entonces, uno y otro no son hechos casuales sino el coletazo de la crisis mundial del sistema capitalista de producción. Entonces las alternativas y los desafíos que hoy tenemos son los mismos que se plantean en Italia, Francia, Alemania o en la India o en Estados Unidos. Es decir, cuando vemos que por el tema del asesinato de los negros y el problema del racismo, que es otra de las pandemias que tiene EE UU y no solamente en ese país, vemos multitudes y multitudes que salen a la calle y se solidarizan en Inglaterra o en Francia por lo que sucede con el caso Floyd, uno se da cuenta que algo está cambiando en el horizonte. Bueno, en este marco aparece este desafío, yo diría una medida arriesgada de un gobierno que está soportando tremendas presiones y que tiene un enorme significado, pero al mismo tiempo en todo el movimiento popular se plantean inquietudes, dudas y es natural.
Creo que primero tenemos que partir del hecho de que la soberanía alimentaria presupone soberanía económica, política y justicia social desde ya. Por eso decimos soberanía como un hecho político; y la soberanía no se va a dar solamente en lo que estamos diciendo, que estamos atravesando una crisis sino que es una mucho más que una crisis económica, se da en todos los planos por eso decimos que es una crisis civilizatoria. Bueno en este plano aparece una medida aparentemente audaz (la intervención de Vicentín) pero en realidad es tímida, que se da y se proclama como avance, pero es un paso hacia la soberanía alimentaria. Desde ya partimos de un hecho fundamental, no puede haber soberanía alimentaria si no hay acceso a la tierra, distribución equitativa de la riqueza y sobre todo, un modelo productivo que nos garantice la calidad e inocuidad de los productos. Es decir, que tenemos que parar de fumigar, parar de producir con venenos, abandonar el monocultivo, desarrollar la biodiversidad, que es lo que caracteriza a nuestro suelo y las condiciones climáticas excepcionales que tenemos; y entonces sí probar la soberanía alimentaria. Por ahora es una intervención, pero a la luz de esta intervención se han destapado las ollas, porque hay que ver qué es lo que está saliendo a la luz, y aparece no sólo la evasión impositiva sino todas las trampas que el monopolio exportador, la concentración monopólica, que es uno de los graves problemas de nuestro país y que es la que influye en el proceso de la inflación. Sin desarmar los monopolios, sin ponerle freno, no vamos a resolver el problema de la inflación. Todo lo demás, precios cuidados y todo lo demás, son parches. Hay que resolver el problema central y el problema de la centralización es desmonopolizar toda la cadena alimentaria desde la producción hasta el consumo, pasando por la distribución. Tenemos que ver que no basta con declaraciones, que no basta con una medida aislada, sino que hacen falta reformas estructurales de fondo. Vamos a ser soberanos en la alimentación cuando seamos soberanos en nuestro territorio, cuando somos soberanos en nuestra soberanía marítima, soberanía energética, soberanía aérea. No podemos ser soberanos en alimentación si seguimos produciendo alimentos que se transporten de una punta a la otra del planeta, o de la punta a otra de un país tan extenso como el nuestro. Si las papas de Balcarce aparecen en la Patagonia o en Salta, o si la palta de Salta aparece en Mendoza, es realmente absurdo, ¿por qué? Porque todo el transporte por efecto del neoliberalismo ha quedado reducido al transporte por carretera. Y si bien muchos mal intencionados, que sabemos para qué lado juegan, le echan la culpa de este tema a los Moyano, no es cierto, el problema es el liberalismo que desarrolló la industria del cemento y la industria automotriz a costa de levantar los ferrocarriles, de dejarnos sin los puertos, de dejarnos sin la marina mercante, de haber privatizado nuestra línea aérea, que felizmente la recuperamos y tenemos que dar marcha atrás, como en la pandemia, para recuperar todos estos bienes que sí nos van a dar soberanía.



— Cuando hablamos de soberanía, hablamos de la soberanía de las Islas Malvinas y la Antártida pero eso solo no basta, no es una declaración, es tomar políticas públicas que lo garanticen.
— Entonces, en las últimas décadas lo que se ha dado por efecto de la globalización en la parte alimentaria, es que nosotros disputamos, con nuestros estómagos, con los animales y con los automóviles. Los alimentos no solo sirven para nosotros sino que al mismo tiempo se están utilizando como commodities con esos otros destinos. Con lo cual triunfará, si la concentración sigue dándose de manera monopólica, aquella producción que logre más rentabilidad o beneficios, que es el caso de la soja que tiene múltiples aplicaciones. ¿Por qué perdimos nosotros cabezas de ganado? éramos exportadores de carne, productores de carne de gran calidad, por algo teníamos una cuota Hilton alta. Porque arrinconamos las vacas contra terrenos no aptos para eso y para extender la frontera agrícola. Entonces se da el otro problema que tiene que ver con la pandemia, las amontonamos. Entonces venimos precedidos de la gripe porcina, de la gripe aviar, de la gripe de la vaca loca. Y acá estamos, hemos provocado la desertización, liquidación de bosques, quince mil hectáreas solamente en el periodo de la pandemia en el norte. Entonces, ¿adónde van los animales que le sacamos su medio natural? Vienen a convivir con nosotros, vienen a convivir con nuestras macrobiotas.

— Entonces podríamos decir que la forma de producción del sistema, la forma de producir alimento del mismo sistema es la que genera en definitiva esta pandemia, las anteriores y las futuras, si es que no cambiamos la forma de producción.
— Así es. Yo decía, he repetido en algunas entrevistas y ahora lo voy a repetir. Siempre me acuerdo de la novela de García Márquez, “crónicas de una muerte anunciada”, hace más de veinte años, yo diría no tanto, a medida que fuimos conociendo el problema, que nos fuimos interiorizando en la temática de aprender que no había un solo modo de producir sino que se avizoraba otra modalidad que venía de tiempos inmemoriales, que era la de la agroecología, nosotros fuimos avanzando en este conocimiento y anunciando que esto iba a suceder, y ¿cuál es el precedente más inmediato? La vaca loca, la gripe porcina, sí, pero la crisis climática más que nada. Está condicionada en más del cincuenta por ciento de las causales de las alteraciones climáticas tienen como origen la producción de alimentos. Entonces por el uso de la tierra por el extractivismo, por la súper explotación, por el uso del veneno. Es decir por todo este complejo que nosotros llamamos “el agronegocio”.

— Exactamente. Y digamos uno de los pioneros, aparte de usted claro, en destacar estas cuestiones fue Fidel Castro, ¿verdad?
— Así es, cuando habló del pago de la deuda externa me acuerdo siempre, y hablar precisamente de la transformación de los granos en combustibles. Él hablaba de la disputa con el estómago de los automóviles. Claro que sí, y acá está. Y estos son los resultados, saltan a la vista, amontonar animales significa eso y significa el uso desaforado, porque es así, de antibióticos para tener rentabilidad en vez de esperar los seis, ocho o nueve meses, hacerlo en cuarenta y cinco, cincuenta días para tener a los pollo doble pechuga, para criar los terneros, etc. Todas estas cosas que son aberraciones y se hacen, fueron denunciadas en congreso de infectología en el sur asiático, el setenta por ciento de los antibióticos que se consumen en el mundo se utilizan para la cría de animales. Esto es realmente alterar la naturaleza de la que somos parte y la intervención no es para beneficio mutuo sino para dominarla, manejarla para mayor rentabilidad y beneficio de un sector de esa naturaleza y no del conjunto de la misma.

— Además recuerdo que lo leí en una de sus entrevistas de la falsedad del discurso que sostiene que generamos alimento para 400 millones de habitantes.
— Para 400 millones y resulta que tenemos un plan de argentina contra el hambre. Si alimentamos 400 millones no somos capaces de alimentar a 17 millones de argentinos, es decir la tercera parte de nuestra población que no tiene una alimentación accesible, económica, y saludable. Y lo denuncia el SENASA con el grado de contaminación de los alimentos de la mesa familiar.

— Alimentos, entre comillas, con alto grado de toxicidad, en algunos casos, que son derivados a los biocombustibles .
— Exactamente, de lo que se trata precisamente es de esta cuestión. Nosotros decimos que esta producción de commodities va a parar a no sabemos qué manos pero siempre sabemos que son muy pocas, concentradas, monopólicas y su resultado, el producto de riqueza de la Argentina a parar al exterior o a los bolsillos o a los bancos o a paraísos fiscales, pero no quedan aquí. Cuando nosotros nos enfrentamos con desafíos como el de la pandemia que tenemos desde el Estado que resolver los problemas de la salud pública, los problemas de la educación, de la asistencia de los que no pueden trabajar, de los que no pueden abrir sus comercios y tenemos que complementar los sueldos para evitar los despidos y el desempleo y agravar la crisis y la pobreza, entonces decimos ¿de dónde sale esa plata? Sale de los impuestos a los que tanto nos resistimos sin darnos cuenta que vuelve al pueblo y que en este momento no se puede recaudar, sin embargo el esfuerzo nacional lo tenemos que valorar también. Esto hay que valorarlo, y hay que valorar pequeños pasos que van sumando, pequeños pasos que son verdaderos cambios de fondo porque el Ministerio de Agricultura al crear la Dirección Nacional de Agroecología en manos de Eduardo Cerdá, está hablándole no solamente al país sino al mundo entero sobre la posibilidad del desarrollo de la agroecología en grandes extensiones de terreno y que ya tiene sus expresiones en campos de Guaminí, de Juares y demás en la provincia de Buenos Aires y que tiene no sé cuántos municipios adheridos en la RENAMA (Red Nacional de Municipios y Comunidades que Fomentan la Agroecología) y también en Uruguay, en Italia que lo solicitaron. Es decir que desde acá estamos dando línea pero nosotros mismos lo tenemos que adoptar. Y la otra señal y lo voy a resaltar porque no ha tenido la misma prensa que Vicentin, es el plan de alimentos bonaerenses que se largó. Esto de ayudar y desarrollar y apoyar el desarrollo de la agroecología, esto de ayudar y apoyar el desarrollo de los pequeños medianos agricultores, la tarjeta Campo a tasa cero. Bueno esto es un hecho inédito en nuestra situación de país, en la situación de crisis económica que tenemos, con más razón tenemos que prestarle atención a estos hechos. El hecho de que tentamos un ministro, que si bien no ha instrumentado en forma de política pública pero sí ya lo está manifestando, señalando los problemas de la contaminación ambiental por el uso excesivo de los venenos, los agrotóxicos en el modelo de cultivo, es una señal de que es muy importante y la tenemos que valorar porque las presiones son gigantescas. Acá el poder es más el económico que el constitucional. Miren ustedes cómo manejan la subjetividad, entonces hablamos de propiedad privada, de que no puede avanzar la propiedad privada, pero los privados sí pueden saquear al Banco Nación, los privados sí pueden apoderarse de todos los créditos y dejar a los pequeños campesinos, a los pequeños comerciantes a los que realmente necesitan un crédito, en pampa y la vía porque se los llevaron todo. Comprometieron el 20% de la posibilidad crediticia del Banco Nación, nada menos. No nos olvidemos la época menemista, venían al Banco de la Nación y al Banco de la Provincia a comprarlo, como se apoderaron del Hipotecario ¿Por qué? Porque son los que más tierra hipotecada tenían en su cartera, así que tontos no son. Ahora al mismo tiempo del análisis de la reflexión general, yo invito a todos estos que se han puesto a tirotear sobre esta medida, a que me digan, porque miran siempre hacia el mundo, en qué país del mundo hay un solo dueño de un millón de hectarias, ¡que me lo digan!, doscientas mil hectáreas, cien mil hectáreas no hay en ninguna parte del mundo que tenga este acaparamiento de tierras. Y seamos sensatos, no va a haber soberanía alimentaria mientras no hagamos la reforma agraria, es este o no les guste la palabra, es esa no hay otra. Acceso a la tierra si quieren, hay que sembrar con un millón de chacras. Hay que lograr la autosuficiencia alimentaria, la vuelta al campo. Somos uno de los países más urbanizados de planeta, no nos hemos quedado con enormes extensiones de tierras despobladas y con gente sin nada en las villas miseria. Acá estamos, llámalo villas de emergencia , pero los campesinos, los 200mil que de acuerdo a las encuestas, estadísticas, que están faltando en el campo son los que están en los cordones urbanos del Gran Córdoba, del Gran Rosario, del Gran Mendoza, del Gran Buenos Aires, del AMBA.

— Entonces, ve viable, al margen de las medidas, que son, como decía antes, pasitos, como el tema de Vicentin, ¿ve viable volver a poblar el campo, para transformar su realidad actual?
— Claro que sí, a sembrarlo, a sembrado de chacras. A sembrarlo de nuevo. Claro que sí, es una vuelta y hasta ahí nomás, porque desde que nacemos tenemos latifundios en nuestro país así que es refundar el campo, diría mejor, pero con una situación y perspectiva totalmente distinta, que haya acceso a la electricidad, al agua potable, acceso a la salud y a la educación. Nosotros no somos conscientes porque vivimos en ciudades altamente urbanizadas o modernizadas, como queramos llamarle, lo que significa la luz eléctrica en el campo. Yo que vengo de Santiago del Estero, hace poquito me comentaban, se electrificó toda la provincia. Eso significó que los campesinos han aumentado su nivel de vida. ¿Saben por qué? Porque ellos crían cabritos y hasta ahora no lo podían comercializar, porque no tenían freezer, porque no tenían heladera, no tenían cómo conservarlo. Ahora lo pueden hacer. No tenían acceso a la comunicación, a la información, ahora tienen. Tiene la radio, ya cuando vino la radio de transistores fue una verdadera revolución. Imagínense ahora, con la televisión con todo. Ahora necesitan el acceso. El otro día hablaba con una mujer de una villa de Lomas y ella me decía “yo vivo mejor en el pueblo de donde vengo, pero también es cierto que cuando se me enferma un chico, tengo el hospital a diez cuadras” entonces esto tiene un valor incalculable, entonces eso también lo tenemos que evaluar cuando planteamos esto de fundar nuevo pueblos. No nuevas mega ciudades sino nuevos pueblos. Pueblos que tengan, cada uno de ellos, y así lo planteamos desde las cátedras, cada uno tiene que tener su tambo, su faenadora o matadero como se quiera llamar, su cría de pollos y de huevos y su huerta rodeando como cinturón verde a la cuidad, para que no tengamos que recorrer kilómetros y kilómetros llevando los alimentos de una punta a la otra como estábamos diciendo; sino que tengamos comercio y producción de cercanía, que es lo que corresponde. Y sobre todo, comercio justo, porque hay que pagarle a los productos lo que corresponde y los consumidores pagar un precio justo. A esto le llamamos comercio de precio justo. En los dos extremos de la cadena tenemos que recibir las compensaciones que necesitamos.
Esto es lo importante. A mí me gusta mucho las banderas de la vía campesina, que dicen “en un mundo globalizado, globalicemos la lucha y globalicemos la esperanza”. Se trata también de que en el caso de esta señal que nos han dado con el tema Vicentín, pensemos que también va a haber una puja, acá va a haber una disputa, y que va a depender mucho de la relación de fuerza, y que exige que la sociedad esté organizada, que presione favorablemente en interés de todos al gobierno. Y que tengamos claridad en que necesitamos para eso que esa empresa es fundamental para controlar un poco el comercio exterior recuperar uno de los puertos que están privatizados, para ver hacia dónde van las divisas, para fijar los precios testigos, pero al mismo tiempo para reconvertirse en la gran productora de alimentos que integra la mesa de todos los días, nuestra famosa canasta básica. Entonces de esto se trata, esto es lo que tenemos que discutir, esto que tenemos que plantear; basta ver quienes se oponen. Cuando yo veo quienes se oponen, me cruzo a la vereda de enfrente.
Se hace camino al andar, entonces sigamos andando que este pueblo maravilloso tiene una capacidad de creatividad increíble. La economía social nació en la crisis, las empresas recuperadas también. Además de los tipos que tienen millones o 200mil hectáreas están los que recuperan las empresas como ejemplo al mundo. Estos somos los sudacas y estos años los argentinos. honor y gloria y salud para el pueblo argentino. Al gran pueblo argentino, ¡salud!


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