El Caracazo: La chispa que encendió la revolución bolivariana
Por: Guillermina Soria
Publicado: 28/02/2024





Nosotros somos la sangre
Somos la respiración
Somos los indispensables
Pa que haya revolución
Gino González 

El 27 y el 28 de febrero de 1989 el pueblo venezolano se sublevó contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez y su paquete neoliberal, promovido por el Fondo Monetario Internacional. Esta histórica y contundente protesta, expresó la rabia del pueblo contra la pobreza, el hambre y las precarias condiciones de vida a que estaba sometido, mientras la corrupción de los gobernantes era pública y notoria, en un país atestado de notables desigualdades sociales. La insurrección fue brutalmente reprimida por el Ejército y la Policía, dejando un saldo de, al menos, tres mil personas asesinadas y una conciencia creciente en la juventud militante sobre su rol en la superación del Estado neoliberal. Como dijera el comandante Chávez años después, Caracazo fue “la chispa que encendió el motor de la Revolución Bolivariana”.

Carlos Andrés Pérez iniciaba su segundo mandato presidencial con un país ahogado bajo el enorme peso de la deuda externa y la crisis económica interna. Para cumplir con los pagos de la deuda Carlos firma una “Carta de Intención” con el Fondo Monetario Internacional (FMI), comprometiéndose a medidas de ajuste a cambio de un préstamo. Así, que el 16 de febrero, a pocos días de asumir la presidencia, anuncia el paquete de medidas pactado con el FMI: devaluación del bolívar (liberación del control de cambio), reducción del déficit fiscal, que implicaba aumento de las tarifas de los servicios públicos (agua, luz, teléfono y transporte), duplicación del precio de la gasolina, liberación de precios (a excepción de 18 rubros de la cesta básica), congelamiento de los cargos en la administración pública, liberación de las tasas de interés; acompañadas de algunos programas sociales que no lograban de ninguna manera equipara el conmoción del “paquete” neoliberal.



En un escenario signado por la especulación de precios y el acaparamiento de productos de primera necesidad, se crisparon los ánimos de los sectores populares. El alza excesiva del pasaje del transporte público la mañana del lunes 27 trajo la explosión de rabia del pueblo trabajador y empobrecido que se manifestó en saqueos, barricadas, quema de vehículos, comercios y módulos policiales, enfrentamientos con la policía y el ejército en Guarenas, Guatire, Caracas, y una decena más de las principales ciudades del país (La Guaira, Catia La Mar, Valencia, Mérida, San Cristóbal, Maracaibo, Barquisimeto, Puerto Ordaz, San Félix, Puerto La Cruz, Cumaná, San Juan de los Morros), llegando en Caracas a superar la represión policial y controlar partes de la ciudad hasta la mañana del 28.

Quienes desde muy tempranas horas viajan diariamente desde Guarenas a trabajar en Caracas, se vieron ese día intimados a pagar un aumento del pasaje incluso por encima del 30% aprobado por el gobierno, desatando la protesta que rápidamente se extendió, por razones similares, en La Guaira, contagiando velozmente a Caracas y consecutivamente al resto del país. El gobierno, por su parte, descalificó y condenó las acciones, expresando vehementemente que no estaría dispuesto a tolerarlas.
En calles, por otro lado, el sentir era muy diferente. Desde el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez (enero del 58) no se había visto un sentimiento colectivo de irreverencia y seguridad en la legitimidad de ocupar las calles y desafiar en masa a la represión del estado, pudiendo desplegar toda la rabia acumulada con la situación de injusticias y padecimientos sociales.

La respuesta del régimen fue brutal. Funcionarios policiales y del Ejército tomaron el control de la ciudad y durante varios días se dedicaron a masacrar a la población. Las cifras oficiales hablaron de 400 muertos, pero todas las estimaciones dan una cifra mucho más alta, de al menos tres mil asesinatos. En los barrios, los soldados ametrallaban a las personas que transitaban por las escaleras. Muchos de los cadáveres fueron arrojados al río Guaire o enterrados en fosas comunes.

Nunca se realizó una investigación sobre los hechos acontecidos y el accionar de los cuerpos de seguridad del estado, y recién en el 2011, se sancionó una ley para investigar los crímenes ocurridos en la represión estatal y paraestatal de las últimas décadas del siglo XX.

Varios años después, con el proceso iniciado luego de la aparición pública del movimiento cívico militar liderado por Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992, se tomó conciencia histórica de la marca que había dejado al interior del Ejército su manejo represivo. “Pueblo masacrado, pueblo traicionado muchas veces. La masacre recorrió todas estas calles, desde Petare hasta El Valle. La tragedia de El Caracazo nos golpeó el rostro a los soldados venezolanos”, manifestó Chávez al evocar el levantamiento popular en 2011.

A 33 años del Caracazo, los hechos que ocurrieron esos días quedaron inmortalizados en la memoria del pueblo venezolano. 





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