Nace una gran revolucionaria Nadezhda Krupskaia
Por: Acercándonos Cultura
Publicado: 26/02/2024





Nadezhda Krupskaia, la amiga más íntima, la compañera de vida y de lucha del gran Lenin, magnífica representante de la vieja guardia bolchevique, destacada luchadora del frente cultural del país soviético, nació en Petersburgo el 26 de febrero de 1869.

El padre de Krupskaia, Konstantín Krupski, descendiente de una familia noble empobrecida, era oficial del ejército. Persona de gran inteligencia y muy leída no se parecía al común de los oficiales del ejército zarista. Esa era la razón por la que desde su juventud los comandantes lo trataron con sospecha.

La madre, Elisabete Tistrova Krupskaia, era aún niña cuando perdió a sus padres; hizo estudios por cuenta del Estado y, al terminarlos, trabajó en casas de latifundistas como profesora.

Cuando los padres de Krupskaia se casaron, no tenían, según contaba la madre: “ni casa, ni leña para el fogón, y hubo días en que tuvieron que pedir prestados veinte kopeks para comprar algo para comer”.

Habiendo obtenido luego un puesto de jefe de distrito en una de las provincias polacas que entonces pertenecían a Rusia – “provincias del reino de Polonia” – el padre de Krupskaia, debido a sus convicciones políticas, era la persona menos indicada para imponer la violenta política de rusificación que el gobierno zarista ejecutaba en las regiones “periféricas”.

Konstantín Krupski trataba con profunda simpatía a la población polaca y judía del distrito y gozaba de su consideración. Por tal “conducta”, incompatible con un funcionario zarista, comenzaron a llover contra él, como individuo políticamente sospechoso, las denuncias de los agentes de la policía secreta y de los gendarmes. Inclusive el hecho de poder entenderse con la población polaca en su lengua materna, figuraba entre las “pruebas de culpabilidad”, por las cuales, finalmente, fue destituido y procesado. El proceso, pasando de instancia en instancia, demoró toda una década, y llegó por fin al Senado. Solo después de diez años de trámites judiciales y poco antes de la muerte de Krupski, es que el Senado rechazó la acusación por falta de pruebas.

Las persecuciones de que su padre fue objeto, la constante búsqueda de trabajo (agente de seguros, contador, inspector) y, por ese motivo, las mudanzas de ciudad en ciudad; las relaciones del padre con personas de convicciones políticas idénticas, la simpatía con que la madre veía las concepciones revolucionarias de su marido, todo eso dejó profundas marcas en la mente sensible de la pequeña.

Es desde su infancia que Krupskaia se imbuyó del espíritu de revuelta contra el monstruoso ambiente que la rodeaba.

Cuando contaba con seis años de edad, su padre trabajaba en Ugitch como inspector de una fábrica. En casa escuchaba siempre los relatos de su padre sobre el régimen en la fábrica y sobre la impiadosa explotación a que estaban sometidos los obreros y creó un gran odio al director. Al brincar con otros niños, jugando con las bolas de nieve en el patio de la fábrica, procuraba siempre acertar en el director si pasaba por ahí, y si conseguía su objetivo quedaba muy contenta.

Muy temprano Krupskaia perdió a su padre y sufrió aún mayores privaciones. A los catorce años estando en el gimnasio, se vio obligada a dar lecciones particulares, recibiendo en paga una miseria. Trataba de aumentar lo más posible los escasos haberes de la madre, que después de la muerte de Konstantín recibía una mísera pensión.

No mejoró la situación cuando Krupskaia terminó el gimnasio. Ella recordaba en “Tiempos Remotos”: “Vivíamos entonces con mi madre bien modestamente del subarrendo de cuartos, haciendo copias a mano, etc. De la mañana hasta la noche yo corría de un aula a otra, pero esas lecciones tenían un carácter temporal; solo un aula nocturna era fija, en el gimnasio, además esto no me permitía ir a reuniones ni trabajar en la escuela nocturna y tuve que abandonarla”.

El hecho, aparentemente sin importancia, de dejar el aula nocturna en el gimnasio, único trabajo fijo, con el fin de disponer de las noches para asistir a los círculos y dar lecciones gratuitas a los obreros, es muy significativo para el camino que en breve Krupskaia vendrá a seguir, camino de lucha abnegada por la causa de la clase obrera, por la causa de la revolución proletaria.

Precediendo a su aspiración de entrar en contacto con los obreros, transcurre un periodo doloroso de sudas y meditaciones para definirse, para encontrar el camino cierto, periodo del que Krupskaia habla en una carta a la hermana de Lenin, M. Ulianova, escrita en el destierro siberiano en 1899.

“… Leyendo tu carta a Vladimir, en la cual le preguntas a qué dedicarte, recordé mis propias dudas a tu edad. Tenía decidido dedicarme a la profesión de profesora rural, pero no conseguí trabajo. Aspiraba a ir para el campo. Más tarde, cuando comenzaron los cursos superiores para mujeres, los cursos de Bestuyev, en ellos ingresé, pensando que comenzarían a explicarnos inmediatamente todo lo que me interesaba, además, cuando vi que hablaban de cosas completamente diferentes, abandoné los cursos. En una palabra, pululaba desorientada de una cosa a otra. Solo a los 21 años tuve conocimiento de que existían ciertas “ciencias sociales”.

Es entonces con todo su ardor juvenil, con su sed infinita de saber, con todo el calor de su gran corazón, que Krupskaia se dedica al estudio de estas “ciencias sociales”.

Era una época – primera mitad de la década del 90- en que los mejores representantes de la juventud intelectual rusa – siendo Krupskaia la mejor entre las mejores – leían a Marx con entusiasmo, una época en que el joven Lenin en su libro magnífico “¿Quiénes son los amigos del Pueblo?” polemizando con el populista Mikailovski, escribía:

“El poder irresistible con que esta teoría (marxista) atrae a los socialistas de todos los países consiste precisamente en reunir el carácter riguroso y elevado de la ciencia (siendo la última palabra de la ciencia social) al espíritu revolucionario, y esta coincidencia no es casual, no se debe únicamente al hecho de que el fundador de la doctrina reunió las condiciones de sabio y de revolucionario, pero que es orgánica e indisoluble”.

Cuando apenas comenzaba a formarse en las masas trabajadoras de Rusia la conciencia de clase, cuando del seno de las masas comenzaron a destacarse individuos avanzados, Krupskaia – aún muy jovencita – estudiando a Marx en los círculos estudiantiles e individualmente, hasta altas horas de la noche, se convenció completamente, antes aún de su encuentro con Lenin, de la idea de que el marxismo no es un dogma, y sí una guía para la acción. Dice ella cierta vez: “Cuando comencé a comprender el papel que el obrero debía desempeñar en la liberación de todos los trabajadores, sentí un deseo irresistible de estar entre los obreros, de trabajar entre ellos”.


Para realizar su propósito, la joven propagandista se dirigió a una escuela nocturna para obreros. En esa escuela nocturna-dominical, situada en un suburbio, por atrás de la puerta de Nevski, Krupskaia entra por primera vez en contacto con los obreros; allí se establecen los lazos que cada vez más fuertes, llegan a ser vínculos indisolubles para toda su gran y admirable vida; ahí aprende a comprender íntimamente al obrero, sus necesidades, sus aspiraciones; ahí aprende el arte de mantener también “una conversación con obreros”. Al respeto de una de esas conversaciones, que se realizó ya después de la muerte de Lenin, Krupskaia decía al gran escritor ruso Máximo Gorky: “Me vino a visitar cierta vez una delegación de obreros de la región de Ivanovsk – los obreros me vienen a ver con frecuencia, simplemente para hablar un poco, para pedir consejo, contarme sus cosas – y conversamos con agrado. Al despedirse uno de ellos me dice: Hace mucho que queríamos hablar contigo, pero nunca imaginamos que pudiésemos tener contigo una conversación tan natural, como si fueses obrera. Imagino ahora estar contando esto a Lenin: él quedaría contento por demás”.

No era nada fácil utilizar aquella escuela legal para fines ilegales. Pasó, por ejemplo lo siguiente en la clase de aritmética de un grupo de alumnos que repetían el año, vino cierto día en visita de inspección un superior; los alumnos se esmeraron en mostrar sus conocimientos en fracciones decimales; el personaje sonrió falsamente, elogió a los alumnos y después de haberse retirado vino el desenlace: la orden de disolver el grupo, porque los alumnos no debían saber más de cuatro operaciones aritméticas, y nada de fracciones decimales cuando esto no entraba en el programa…

En el pecho del fabricante ruso de entonces “luchaban dos almas”. Por un lado necesitaba de obreros instruidos, por otro, temía que una vez alcanzada cierta instrucción, los obreros no quisiesen trabajar a cambio de una paga miserable, un salario que ninguna ley regulaba y que alcanzaba 14 horas de trabajo y más. Por eso tenía cuidado de no pasar la “medida” de “mantenerse en las cuatro operaciones” y que no llegaran de ningún modo a “las fracciones decimales”.

La vigilancia constante de que era objeto la escuela, la visita de los policías, limitaban más, no podían impedir el trabajo de Krupskaia, y a pretexto de enseñar geografía, ella consiguió familiarizar a alumnos con la economía política y realizar propaganda anti-religiosa. El resultado obtenido se refleja en el hecho siguiente: en una de las charlas con los alumnos obreros, demostrándoles la importancia que tenía liberarse del opio de la religión, escucha de los labios de un alumno la siguiente respuesta: “Es verdad, no hay nada peor que ser esclavo de Dios, porque en lo que se refiere a las personas podemos ajustar cuentas con ellas”.

También fuera de la escuela Krupskaia se preocupa en mantener contacto con los obreros avanzados, entre los cuales destacan hombres notables como el obrero Ivan Bábushkin, a quien Lenin llamó más tarde héroe popular. Sobre él, Lenin escribía en 1910: “Sin hombres como este el pueblo ruso continuaría siendo un pueblo de esclavos, un pueblo de siervos. Con hombres como este, conseguirá su liberación completa de toda la explotación”.

 

Llegada de Lenin a Petersburgo

Los primeros círculos de propaganda marxista, de los cuales Krupskaia era miembro activo, tropezaban con dificultades enormes en Petersburgo, capital de los zares.

La complejidad del problema consistía no solo en la necesidad de vencer toda la especie de barreras creadas por la policía y los gendarmes, con el fin de abrir camino hacia el auditorio obrero, sino también la dura lucha ideológica que era necesario mantener contra las concepciones populistas, muy difundidas entre los obreros avanzados y entre la intelectualidad de tendencia revolucionaria.

No se debe olvidar que en aquella época estaban aún bastante enraizadas las afirmaciones de los populistas de que el marxismo no era aplicable en la Rusia agraria, atrasada, la Rusia de los “mujiks”, donde el peso específico de los obreros industriales era, en aquel tiempo, muy insignificante. Para defender su posición, los propagandistas marxistas tenían que presentar pruebas convincentes, más ellos mismos estaban poco preparados en el terreno teórico: “estábamos muy poco preparados, no conociendo mucho más de Marx que el primer volumen de “El Capital”, sin siquiera haber visto el “Manifiesto Comunista”” – cuenta Krupskaia, recordando aquel periodo de su vida.

Lenin vino entonces en su auxilio.

Gran agitación produjo la aparición de aquel marxista, hasta entonces desconocido, joven de 23 años, con amplios conocimientos teóricos, con una gran madurez y claridad de pensamiento para presentar y resolver, no solo problemas teóricos, como también cuestiones prácticas de la lucha revolucionaria.

“A fines de 1893, Lenin se mudó para Petersburgo. Sus primeras intervenciones producirán fuerte impresión en los que asistían a los círculos marxistas de Petersburgo. Su conocimiento extraordinariamente profundo de las obras de Marx, su capacidad para aplicar el marxismo a la situación económica y política a la Rusia de aquel tiempo, su fe ardiente e inquebrantable en el triunfo de la clase obrera, su formidable talento de organizador: todo esto convirtió a Lenin en el dirigente indiscutible de los marxistas de Petersburgo”.

Dominado por la idea de que era necesario unir el marxismo con el movimiento obrero de Rusia, Lenin al conocer a Krupskaia, se interesó vivamente por sus relatos sobre la escuela nocturna-dominical para obreros, por sus relaciones con ellos y por las lecciones que les daba. Escuchaba atentamente las características de algunos alumnos de la escuela. Comenzó a atraer su atención especialmente el obrero Ivan Bábushkin, que más tarde fue el más íntimo amigo de Lenin y de Krupskaia. Ivan Bábushkin murió en su puesto de revolucionario, fusilado en Siberia, en 1906, por la expedición punitiva del verdugo zarista, barón Rennekampf.

Krupskaia tomó parte activa en el trabajo realizado por Lenin para preparar los primeros cuadros y activistas del futuro partido del proletariado ruso.

Por intermedio de Bábushkin, Krupskaia organiza un círculo obrero que Lenin comienza a dirigir. En las memorias de Bábushkin, leemos las siguientes líneas sobre ese círculo: “…Comenzaron los estudios de economía política, siguiendo a Marx. El conferencista expone verbalmente esta ciencia, sin recurrir a los apuntes, procurando muchas veces provocar en nosotros una réplica, o despertar el deseo de entablar una discusión, y entonces nos incitaba obligando a uno de nosotros a demostrar al otro el acierto de su punto de vista sobre determinado problema. De este modo nuestros estudios tenían un carácter muy animado e interesante, con tendencia a desarrollar en nosotros hábitos de oratoria. Todos estábamos muy satisfechos con las lecciones y admirados de la inteligencia de nuestro profesor”.

Más adelante el trabajo de propaganda se amplia y la propaganda marxista alcanza cada vez mayor número de círculos.

“En 1895, Lenin unificó todos los círculos obreros marxistas que funcionaban en Petersburgo (ya eran cerca de unos 20) en la Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera. Era un paso preparatorio para la creación de un partido obrero marxista revolucionario.

Lenin trazó para esa Unión de Lucha “la misión de vincularse más estrechamente con el movimiento obrero de masas y dirigirlo políticamente. Propuso que se pasase de la propaganda del marxismo entre el número reducido de obreros avanzados, congregados en círculos de propaganda, a la agitación política ardiente entre las grandes masas de la clase obrera. Este viraje para la agitación de masas tuvo enorme importancia para el desarrollo posterior del movimiento obrero en Rusia”.

En este momento, al pasar a nuevos métodos de trabajo, cuando surgió la necesidad de volantes y folletos ilegales, donde se manifestasen las necesidades diarias de las masas obreras, Krupskaia trabajó activamente tanto para reunir datos concretos sobre la vida de los obreros, como para preparar y redactar esas publicaciones. Aprovechó para eso sus relaciones con los intelectuales de tendencia revolucionaria, organizando en sus casas la impresión de manifiestos, en mimeógrafo y otros aparatos primitivos.

Algún tiempo después Krupskaia consiguió relacionarse con la prensa ilegal organizada en 1885, por los miembros de la organización “La Libertad del Pueblo”, en las márgenes de Lajti, puerto de Petersburgo, y cuyos tipógrafos simpatizaban con los marxistas. Con su ayudase imprimieron allí volantes y folletos de propaganda, inclusive el folleto de Lenin “Sobre las Multas”. Se pensaba en utilizar la imprenta de Lajti para editar el primer número de la revista popular ilegal Rabotcheie Dielo (la Causa Obrera), preparada por Lenin, cuyo texto definitivo fue leído en casa de Krupskaia.

Esa revista leninista no llegó a aparecer, porque los gendarmes la capturaron en la noche de la detención de Lenin y de su grupo, del 8 para el 9 de diciembre de 1895. Krupskaia y Bábushkin consiguieron escapar aquella vez.

Lenin, desde el interior de la prisión, no dejó de dirigir la organización, enviándole textos y proclamas, elaborando el programa del futuro partido, etc. Krupskaia, apoyándose en la hermana de Lenin, la cual tenía permitido visitarlo, fue quien organizó la ligazón sistemática de Lenin con la organización, recibía sus directivas para los camaradas que estaban en libertad y le informaba de la marcha de la organización.

Toda la primavera y el verano de 1896 fueron consagrados por Krupskaia a un gran trabajo de propaganda y organización, en relación con la onda de huelgas que, en el verano de 1896 alcanzará una serie de empresas de Petersburgo. Como resultado de esas huelgas fue establecida en Rusia la primera ley de limitación de la jornada de trabajo a 11 horas y media.

Entregada a ese intenso trabajo revolucionario, que adquirirá un carácter de masas, siendo por eso difícil conservar el riguroso carácter conspirativo, Krupskaia cae en las manos de los perros de presa zaristas: el 12 de agosto de 1896 fue apresada con Bábushkin y otros camaradas.
 

La Prisión y el Destierro

Al verse en la celda solitaria de la prisión preventiva de Petersburgo, Krupskaia establece luego un intercambio epistolar clandestino con Lenin, que está ahí desde diciembre de 1895, y cuyas cartas a ella y a otros camaradas presos reflejan un alto espíritu y convocan a proseguir en la lucha.

Siete meses pasó Krupskaia en aquella celda solitaria, aprovechando ese tiempo para serios estudios teóricos. A pesar de que los policías no tienen más pruebas de su participación en la Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera que los informes de sus agentes, no la habrían puesto en libertad tan rápidamente si no hubiese sobrevenido una tragedia en la prisión. La estudiante Vétrova se suicidó en su celda, mojándose el vestido con petróleo y prendiéndose fuego.

Ese suicidio, que ciertos rumores relacionaron con la violación de Vétrova por uno de los oficiales de la guardia, levantó un gran clamor. La policía temiendo la indignación general se apresuró a soltar de la prisión preventiva a todas las prisioneras políticas. Entre ellas Krupskaia también recuperó su libertad personal. Con todo, después de la prisión la esperaba el destierro en Ufá, bajo la observación de la policía.

El breve periodo de estadía en Petersburgo, antes de ser deportada, fue aprovechado por Krupskaia para pedir que le fuese concedido cumplir la pena del destierro, no en la provincia de Ufá, sino junto con Lenin, en Siberia, en la aldea de Shushenk. Su pedido fue aceptado bajo la condición de que contrajese matrimonio con Lenin al llegar a aquella aldea. A eso se refieren los dos documentos de la policía que a continuación reproducimos:

(1) Secreto
Gobierno Civil – S. De Petersburgo
Departamento de Seguridad Social y Manutención del orden en la capital.
16 de Abril de 1898

Al Sr. Gobernador de Yenisey.

Por orden su majestad, fechada el 11 de marzo de 1898, y por propuesta del señor ministro de Justicia, Nadezhda Konstantinovna Krupskaia, hija de un oficial del ejército de origen noble, por un crimen contra el Estado fue condenada al destierro y a permanecer bajo vigilancia de la policía en la provincia de Ufá, por el plazo de tres años, hasta el día 11de marzo de 1901.

A pedido de Nadezhda Krupskaia, el Ministerio del Interior, considera posible permitirle que pase su condena en el distrito de Minusinsk, provincia de Yenisey, en vez de hacerlo en la provincia de Ufá, debido a hallarse allí como deportado su novio Vladimir Ulianov, con la advertencia de que, si al llegar al lugar de confinamiento no contrae matrimonio con el citado Ulianov, será transferida para la provincia de Ufá.

En vista de haber salido en esta fecha la citada Krupskaia de S. Petersburgo, con un certificado de tránsito, para el distrito de Minusinsk, considero mi deber comunicar el hecho a vuestra señoría, para las disposiciones necesarias a fin de someter a Krupskaia a la observación de la policía, en las condiciones indicadas en el decreto de su majestad y en la orden del ministro del Interior.

 

Adjunto a continuación el pasaporte de Krupskaia.
Mayor — General (firma ilegible).
El jefe del departamento, Coronel (firma ilegible)



(2) Secreto

Al Exmo. Sr. Gobernador de Yenisey
Del comisario del distrito de Minusinsk

En cumplimiento de la orden N.° 231 fechada el 21 de abril, tengo el honor de comunicar a V.E. que en la noche del 6 de mayo, llego a Minusinsk la deportada por el gobierno, Nadezhda K. Krupskaia, hija de un oficial del ejército, estableciéndose inmediatamente la vigilancia de la policía. Inmediatamente siguió en viaje para Shusensk, punto de destino, siendo avisado el delegado Rural del tercer sector del distrito de Minusinsk para que establezca vigilancia policial sobre Krupskaia y le haga observar el cumplimiento de la orden de contraer matrimonio con el deportado Ulianov, sobre lo que participare oportunamente. De la llegada de Krupskaia se dio conocimiento también al jefe de la Dirección de gendarmería de la provincia de Yenisey, a su ayudante en el distrito de Minusinsk y al inspector de prisiones de la provincia de Yenisey.

El comisario del distrito de Minusinsk: Stepánov.


Cuatro días después de la llegada de Krupskaia a Shusensk, Lenin, bromeando, decía en una carta a sus íntimos, fechada el 10 de mayo de 1898:

“Si Aniuta me pregunta a quien invito para la boda. Naturalmente que los invito a todos, además no sé cómo hacerlo, ¡¡tal vez sea mejor por el telégrafo!! Como ustedes saben impusieron una condición tragicómica a N. K.: si no contrae matrimonio inmediatamente (sic) la mandan para Ufá. No estoy dispuesto a consentir en eso…”

Krupskaia se refiere con frases líricas a los dos años pasados con Lenin en el destierro siberiano, en una carta a una joven amiga, escrita después de la muerte de Lenin:

“Como renace vivo frente a mis ojos aquel tiempo de primitiva integridad y alegría de vivir. Todo parecía primitivo: la naturaleza, las setas, la caza, el afectuoso círculo de amigos íntimos –hace precisamente 30 años.
Era en Minusinsk: paseos, canciones, cierta alegría ingenua común. En casa: mamá, la economía doméstica primitiva, nuestra vida, el trabajo en común, las mismas impresiones y reacciones, recibimos el libro de Bernstein, nos indignamos y protestamos, y así por lo regular.
Ahí tienes un pasaje lirico”.

Del grado de “primitivismo” de su vida en el destierro podemos juzgar por la decena de obras importantísimas escritas por Lenin en esa época. En Sushenk escribió Lenin una obra de gran importancia: El desarrollo del Capitalismo en Rusia.

“En aquel tiempo, Lenin se preocupó especialmente con la cuestión de los “economicistas”. Lenin comprendía mejor que nadie que el “economicismo” era la célula fundamental de la doctrina conciliadora del oportunismo, y que el triunfo del “economicismo” en el movimiento obrero significaría el socavamiento del movimiento revolucionario del proletariado, la derrota del marxismo.

Por eso Lenin comenzó a combatir a los economicistas desde el primer día en que surgieron”.

La ayuda de Krupskaia en la lucha que Lenin mantenía contra el economicismo, no era puramente técnica. Participó en la organización de la Protesta de los Socialdemócratas deportados contra el “Credo” de los economicistas, documento oportunista, de renegados que Lenin recibió de Petersburgo.

Además de la ayuda regular a Lenin en sus trabajos, Krupskaia preparó, por su parte, el magnífico folleto de agitación, intitulado “La Mujer Obrera”. Este folleto firmado con el pseudónimo “Sáblina”, por el cual Krupskaia era conocida en el Partido, se editó en 1900 en el extranjero, y fue traído clandestinamente a Rusia. Divulgado entre los obreros e intelectuales, el folleto desempeñó un gran papel en la tarea de incorporar a un trabajo revolucionario activo a la parte más atrasada del proletariado de entonces, las mujeres que trabajaban en las fábricas.

Krupskaia también trabajó con Lenin en la traducción del libro de la pareja Webb "La historia del sindicalismo inglés", habiendo terminado este trabajo inmenso poco antes de volver del destierro.

Si sumáramos a esto que, en los años de aislamiento, Lenin estaba especialmente absorbido por sus planes de organización de un partido revolucionario marxista, que pensaba crear en el extranjero un centro –un periódico- en torno del cual se irían aglomerando las fuerzas dispersas del partido, que Krupskaia participaba en el estudio de los menores detalles de ese plan, veremos claramente hasta qué punto su vida en esos años de destierro siberiano al lado de Lenin estaba saturada de profundo contenido ideológico y revolucionario.

 

El Regreso de Siberia – La Partida al Extranjero

El plazo de confinamiento de Lenin terminaba, aunque aún faltaba un año para Krupskaia. Debían separase, pues los pasos que ella había dado para que le permitieran pasar el último año del destierro en Pskov, hasta donde iría Lenin en primer lugar, no dieron resultado, como puede verse por el documento que insertamos en seguida. Tuvo que terminar el tiempo del destierro en Ufá, lugar para donde fue confinada inicialmente.


(Secreto)
Ministerio del Interior – Departamento de Policía
V Sección
9 de diciembre de 1899
N.° 14051

Al señor gobernador de Yenisey

El departamento de policía tiene el honor de rogar muy respetuosamente a V.E. ordene se comunique a Nadezhda Krupskaia Uliánova, que se encuentra bajo vigilancia policial en la aldea de Shusensk, distrito de Minusinsk, que el pedido presentado por ella para transferirse para la ciudad de Pskov fue negado por el Ministerio del Interior.
El Vice-director. (Firma ilegible)


Nos habla elocuentemente Krupskaia en una carta a la madre de Lenin, diez días antes de la partida, sobre los preparativos del viaje de regreso y de las condiciones en que se realizó.

“Querida María Alexándrovna:
Por fin se aclaró el asunto: podemos volver a Rusia, parece que el plazo del destierro no será prolongado. El equipaje fue despachado el 28, y el 29 partiremos… Vladimir quiere quedar unos días en Ufá, hasta que se aclare si me dejan en la ciudad o me envían para algún poblado como Sterlitamak o Belevey. Ahora todas nuestras conversaciones giran en torno del viaje.

Empaquetamos los libros en cajones y al pesarlos verificamos que pesan 15 puds. Los libros son parte de las cosas que enviamos como carga. En lo restante creo que tendremos poco volumen. Debido al frío, pensábamos fletar un trineo cubierto, más en la ciudad no hay medio de encontrar uno y si lo tomáramos aquí sería tan ruin que no llegará a Achinsk. Tenemos bastante ropa abrigadora y esperamos no congelarnos. Además, el frío parece querer disminuir: esta mañana apenas hacían 28 grados bajo cero.

Lo peor de todo es que mamá se resfría con frecuencia, ahora misma tose otra vez. Vladimir y yo salimos todos los días, a pesar del frío, y estamos acostumbrados al aire, pero mamá no sé cómo soportara el viaje. Estamos ansiosos de que el tiempo que falta hasta el 29 pase rápidamente. Ya que tenemos que hacer el viaje, cuanto más rápido mejor… Ahora leemos poco… Hoy finalmente mandamos el Webb, bastante trabajo nos dio…”

Al separarse de Lenin que partió para Pskov a fin de estar más cerca de Petersburgo y tener más rápida y mejor ligazón con algunos camaradas, en los cuales podía apoyarse para realizar su plan de crear en el extranjero el órgano central del Partido, Krupskaia que quedó en Ufá, se puso en contacto con los obreros avanzados de la ciudad, entre los cuales hizo trabajo de propaganda.

En mismo tiempo se encuentra con los socialdemócratas que regresan al centro del país venidos del destierro siberiano y pasan por Ufá. A estos camaradas les comunica los planes de Lenin sobre la creación de un periódico en el extranjero, los incorpora a la lucha activa por la rápida realización de estos planes.

En la primavera de 1901, al terminar el plazo de destierro, Krupskaia abandona Ufá y va para el extranjero a reunirse con Lenin, donde se publicaba desde 1900 el periódico Iskra. En su primer número, el artículo de Lenin “Las Tareas más urgentes de nuestro movimiento”, terminaba con las siguientes palabras magnificas:

“Tenemos enfrente la fortaleza enemiga, bien artillada, desde la que se nos lanza una lluvia de metralla que abate a los mejores combatientes. Debemos tomar esta fortaleza, y la tomaremos si todas las fuerzas del proletariado que despierta, las unimos a las fuerzas de los revolucionarios rusos en un sólo partido, hacia el que tienden todos los obreros activos y honestos de Rusia. Sólo entonces se verá cumplida la gran profecía del obrero revolucionario ruso Piotr Alexéiev: ¡Se alzarán los brazos vigorosos de millones de obreros, y el yugo del despotismo, protegido por las bayonetas de los soldados, saltará hecho pedazos!”.

“La aparición de los primeros números del Iskra, de 1900 a 1901, representó el paso para el nuevo periído, el de la verdadera creación, la base de los grupos y círculos dispersos, del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia”.

Al llegar a Múnich y encontrar a Lenin, después de mucho tiempo de haberlo buscado, puesto que por razones de la ilegalidad, vivía ahí bajo el seudónimo de Meyer, Krupskaia se entrega por completo al trabajo inmediatamente en los primeros días. Es designada secretaria de la redacción de Iskra y se apresura a iniciar un amplio intercambio de cartas con un grupo de camaradas que vivían en diferentes puntos de Rusia. En sus cartas llama la atención a los socialdemócratas de varias localidades sobre las tareas generales del Partido, sobre Iskra, sobre las tareas revolucionarias señaladas por Lenin.

La autora de esas líneas veía, con frecuencia, a Krupskaia inclinada sobre sus “cuadernos” en los cuales figuraban literalmente todos los grandes centros proletarios de Rusia donde “teníamos contactos”. En ocasiones estos “contactos” no eran más que una persona, además debíamos apegarnos a él, y por su intermedio se podían establecer relaciones con los obreros conscientes de su localidad, él o sus conocidos podían escribir para Iskra y con su ayuda podían divulgarse volantes iskristas en las empresas, en el campo o en una unidad militar. Y Krupskaia, sin ahorra esfuerzos, escribe, cifra, envía carta tras carta para esas localidades, y sus cartas obtienen respuestas muy entusiastas.

Además de la correspondencia, Krupskaia mantenía la ardua tarea de organizar el transporte de la Iskra y de todas las publicaciones para la frontera rusa.

Damos en seguida una muestra de los cientos de indicaciones, relacionadas con el transporte de la Iskra para Rusia:

N. Kruspkaia – L. Knipovieh. Astrakan 28-V-1901, ciudad de Múnich.

"Fueron enviadas publicaciones para Persia salidas de Berlín en cuatro paquetes postales. Fue enviado todo lo que tenía que ser informado: el tercer número de Iskra, “Saria”, “La nota de Witte”. “La mujer obrera”, los “Días de Mayo”. Ahora tenemos la seguridad de que enviamos todo. Me informa si todo fue realizado. ¿Cuál es el plazo en que podrían llegar a su destino esas publicaciones? Es muy importante saber esto para quedar claros si este medio sirve para enviar la Iskra o solo los folletos, etc. Escríbeme lo que sepas.

Las publicaciones que llegaran a Bakú es mejor mandarlas a Poltava. Pueden ser enviadas por correo o por alguien. La dirección para la correspondencia… el código. Escribimos para Samara, pensamos organizar ahí un depósito de literatura para el centro (Para el norte tenemos Pskov y Smolensk). Con el centro se puede hacer el contacto por medio de Voronezh (la dirección) y con el Ural por medio de Ufá (la dirección).

¿Fue alguien a…?

Me indica que publicaciones tiene. ¿Puede encontrar alguna dirección para mandar publicaciones clandestinas en sobres?”


Con el tiempo, la Iskra leninista llegó realmente a ser no solo un “propagandista colectivo” y un “agitador colectivo”, sino también un “organizador colectivo”. En torno del periódico, creció la red de agentes, que formaban precisamente el esqueleto de la organización que necesitábamos, como dijo entonces Lenin. El papel de Krupskaia en la tarea de organizar relaciones normales con esos agentes fue muy importante.

Antes de la partida de cualquier camarada, de Ginebra para el trabajo ilegal del Partido en Rusia, Lenin después de la conversación de despedida, aconsejaba generalmente: “Sobre los detalles hable con Krupskaia”. Ella estaba concretamente a la par de la situación del trabajo del Partido en varias localidades, conocía a los cuadros bolcheviques locales, sabía con toda exactitud lo que podía o no podía dar al Partido cada militante local. En lo que toca a los “profesionales” que, con las directivas de Lenin eran enviados al centro hacia las diversas localidades, Krupskaia conocía a cada uno individualmente y también que inclusive se recordaba de todas sus relaciones familiares.

Entre Krupskaia y los bolcheviques que, aislados o en grupos, estaban diseminados por toda la inmensidad de Rusia existía un contacto muy estrecho. Ella era la persona querida frente a la cual el militante del Partido quería ser siempre el mejor, y frente a la cual no podían ocultar sus debilidades. Con ella compartían sus dolores personales y sus dramas familiares.

La primera generación de activistas del Partido, que tuvieron que llevar a la práctica las directivas de Lenin en el periodo comprendido entre el II y III Congresos del Partido Obrero Socialdemócrata, gustaba muchísimo de contar con los datos al respecto del estado y la situación de los asuntos en el extranjero y en el centro del Partido, que, que Krupskaia les proporcionaba puntualmente.

Publicamos en seguida una de las numerosas cartas del primer periodo de lucha contra los mencheviques, contra Trotsky, de la época en que, la vida del Partido se “puso al descubierto la existencia de graves divergencias en lo que se refiere a la organización, divergencias que dividieron al Partido en dos campos, el de los bolcheviques y el de los mencheviques. Los primeros defendías los principios de la organización de la socialdemocracia revolucionaria, en tanto los segundos se hundían en el pantano de la imprecisión orgánica, en el pantano del oportunismo”.

Carta de Krupskaia a L. Knipóvitch el 31 de enero de 1901.

“La situación ahora se presenta así: la redacción (de Iskra) cambió de orientación. En el número 55 hay un artículo absurdo de Axelrod, en el número 56 será publicado un artículo de Martov contra el ¿Qué hacer?, y además de eso Plejanov y Ortodoxo están preparando artículos contra el ¿Qué hacer? Dicen ahora que la redacción nunca estuvo de acuerdo con el ¿Qué hacer?, que el punto de vista del libro no es iskrista, sino personal de Lenin… En tanto, si era así, porque estuvieron callados tanto tiempo, ¿Qué derecho tenían a quedarse callados? Salió un informe de Trotsky (algo completamente monstruoso) y se atan los cabos. La ofensiva contra Lenin y las ideas leninistas se desdobla en toda la línea.

La mayoría espera el “golpe de Estado”. Dicen con todo cinismo: “esperamos el primer fracaso”… (La detención de los bolcheviques en Rusia C. B.)

Más tarde al desencadenarse con gran violencia la lucha en torno al III Congreso, la intensidad de la correspondencia de Krupskaia con los Bolcheviques que trabajan en las organizaciones locales llegó a tal punto que ninguno pudo dejar de admirar cómo podía realizar tanto sin contar con ningún personal auxiliar que le ayudase.


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